LA VUELTA
Aru gana la Vuelta como líder de una generación
El futuro pasa por el ciclista sardo, Quintana, Dumoulin y Landa
Cuando caía el sol sobre la plaza de la Cibeles de Madrid, cuando las banderas italiana, española y polaca, ya estaban preparadas para ser izadas, John Degenkolb ha ganado la última etapa en el nombre de Tom Dumoulin, su jefe de filas, el que cayó derrotado por Fabio Aru y la genial táctica de su equipo en las cimas, más humanas que salvajes, de la sierra de Madrid. Fabio Aru entró de rojo en un Madrid casi otoñal que lo aclamó desde el podio, al igual que a un pequeño héroe catalán, Purito Rodríguez, que se ha ganado el cariño de todos los aficionados por su astucia en esta Vuelta, que ha acabado en segunda posición.
Aru ha ganado una Vuelta como abanderado de una generación, la de 1989 y 1990, que tiene a Nairo Quintana como líder, pero donde el ciclista sardo ya comparte honores después de que en estas últimas tres semanas mostrase decisión en los ataques y una buena presencia en la contrarreloj. Tres pilares para ser una estrella ciclista.
"He realizado un sueño porque nunca hay que rendirse", ha dicho el ciclista sardo, otra confirmación, otro que mira hacia el futuro con apenas 25 años, en el nuevo club del que también forma parte Tom Dumoulin aunque con la duda de si será capaz de responder en las cimas del Tour a los ataques de los viejos Chris Froome, Vincenzo Nibali y Alberto Contador. "Me dolió caerme en el Tour, en la tercera etapa, donde seguramente me habría vestido de amarillo. Y ahora me ha dolido que tanto esfuerzo en la Vuelta no haya servido para subir al menos al podio de Madrid", ha reconocido Dumoulin con tristeza.
Aru supo el sábado coordinar a su equipo y recuperar para su servicio, pese a las diferencias entre ellos, con el obsequio del fraternal abrazo de Cercedilla, a Mikel Landa, el corredor vasco instalado en el nuevo olimpo de la generación Nairo-Aru. El ciclismo español navegará los próximos años a su estela por las grandes rondas, de momento como número dos del equipo Sky.
UNA CARRERA CON PATENTE
Aru ha escuchado el himno italiano ante un emocionado Purito, astuto, tenaz, que sin ser el más fuerte, se supo administrar, como quien consigue llegar a final de mes con pocos euros. Y lo hizo hasta el punto de que si no se contempla la contrarreloj de Burgos gana la Vuelta, una carrera que vuelve a cautivar gracias a su patente, a su marca, al descubrimiento de paredes cortas y explosivas, donde el corredor se retuerce, donde nunca se sentencia la prueba, porque eso solo ocurre en las etapas de perfil clásico, como la del sábado, a las que tampoco renuncia la carrera.
La Vuelta ha acabado este domingo en Madrid con la novedad de no ver a Alejandro Valverde en un podio al que se subía desde el 2012, aunque le ha ganado el último día la la regularidad a Purito, lo que enojó al catalán. Y terminó a la espera del 2016 donde ya se aguarda el retorno a la prueba del siempre imprescindible Contador.
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