Aniversario redondo

Celler de Gelida cumple 130 años: cómo pasó del carro con vino a granel a vender botellas a todo el mundo

El comercio de Sants se ha convertido en una institución gracias al trabajo de cinco generaciones de la misma familia

Estos restaurantes de Barcelona celebran aniversarios muy redondos

Cuando el tiempo convierte un gran vino en un grandísimo vino

Toni Falgueras y su mujer, Maria Febrer, con sus hijos, Ferran y Meritxell, cuarta y quinta generación de Celler de Gelida, con los retratos de sus antepasados. / Zowy Voeten

Toni Falgueras y su mujer, Maria Febrer, con sus hijos, Ferran y Meritxell, cuarta y quinta generación de Celler de Gelida, con los retratos de sus antepasados. / Zowy Voeten / Zowy Voeten

Ferran Imedio

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En 1895, Ton 'Toro' Amenós cargaba su carro en Gelida con botas de vino y verduras y se dirigía a Barcelona, donde vendía la bebida a granel en un local que alquilaba para atender a los clientes. Hoy en día, su tataranieto Ferran Falgueras despacha cajas de champán a un cliente de Singapur sentado frente al ordenador. Está en la oficina que fue vivienda de sus antepasados, donde nacieron su padre, Toni, y su abuelo, Antoni. Dos fotos que describen el paso de tiempo y explican lo bien que lo ha resistido Celler de Gelida (Vallespir, 65), negocio familiar que dirige la quinta generación, a la que también pertenece la sumiller y divulgadora Meritxell.

En esos 130 años, ha pasado de vender vinos y licores a granel, jabones y aceites, repartir hielo al barrio cuando no había neveras, preparar esa 'barreja' mañanera a base de anís y moscatel para los trabajadores de la cercana Espanya Industrial, servir vermuts e incluso dejar a los vecinos que vieran la televisión cuando eran un aparato inalcanzable para la mayoría de los mortales a convertirse en un comercio especializado en vinos que, más que una tienda, es una institución barcelonesa. La más antigua del ramo. De ahí que el distrito de Sants-Montjuïc le vaya a dedicar un acto solemne, el 3 de junio, para celebrar su trayectoria.

4.500 referencias

Son infinitas las historias que encierran esas paredes en las que no cabe un sacacorchos porque las 4.500 referencias (500 de ellas, de whisky, inaudito) lo llenan absolutamente todo. Toni Falgueras, padre de Ferran y Meritxell, fue el hombre que cambió el formato de Celler de Gelida para transformarlo en lo que es en la actualidad, una tienda especializada en vinos al estilo de lo que vio en los años 60 durante un viaje iniciático con su mujer, Maria Febrer, por media Europa. "Lo vi claro, teníamos que cambiar. 'Esta es la mía', me dije".

Celler de Gelida tiene 4.500 referencias.

Celler de Gelida tiene 4.500 referencias. / Zowy Voeten

A su vuelta de aquel periplo en coche (durmió bajo la mismísima Torre Eiffel y tiró de fogoncillo algún que otro día porque el presupuesto no les daba para más) decidió especializarse en vinos catalanes para marcar perfil propio en una época, los 70, en que la oferta "estaba llena de riojas", recuerda el empresario.

La colección más extensa de Vega Sicilia

Acertó. Y abrió un almacén justo en el edificio de enfrente, donde guarda joyas como el 'txakolí' que se bebió en la boda de Iñaki Urdangarín y la infanta Cristina, el champán Bollinger de la boda de Lady Di y el príncipe Carlos, la enorme colección de Vega Sicilia, acaso la más extensa del planeta, jereces y brandis de antes de la guerra civil... Allí mismo, en la planta superior, montan catas.

A sus 77 años, Falgueras, que luce la medalla al mérito agrícola de Francia (2007), entre otros múltiples reconocimientos, y promovió la creación de la Associació Catalana de Sumillers, sube y baja escaleras con la misma jovialidad con que trata a sus clientes: es un tipo alegre y cercano capaz de convertirse en tu amigo en lo que tarda en recomendarte una botella, sea carísima o valga 5 euros. "No es una cuestión de precio, sino de calidad. Si quieren un vino malo los envío a la gasolinera", zanja.

Ferran y Meritxell Falgueras, con sus padres, Maria Febrer y Toni Falgueras, en Celler de Gelida.

Ferran y Meritxell Falgueras, con sus padres, Maria Febrer y Toni Falgueras, en Celler de Gelida. / Zowy Voeten

Es una enciclopedia gracias sus viajes por 70 países en busca de los mejores tragos y las catas a ciegas en casa con la familia. Por eso ha tenido clientes -y, sí, amigos- tan fieles y conocidos como el cantante Joan Manuel Serrat, el peluquero Pasqual Iranzo, los empresarios Leopoldo Rodés y Pere Mir, el mediático Jordi Estadella... Y por eso ha diseñado las cartas de vinos de tantísimos restaurantes.

Su hijo Ferran, más reservado, se ha propuesto mantener la línea que adoptó cuando se puso al frente de la nave hace algo más de una década. "Quiero ser más exigente aún que mi padre a la hora de seleccionar los vinos que vendemos, e importar más marcas extranjeras en exclusiva", explica este hombre que estudió Derecho y pudo ser notario pero optó por continuar la estela familiar.

Clientes de todo el mundo

Seguirá vendiendo de manera presencial, como se ha hecho toda la vida en Celler de Gelida, pero estará también frente a ese ordenador que le conecta con clientes de todo el mundo. Esa manera de hacer que tan poca gracia le hacía a su padre hasta que un día vendió unas cuantas cajas de Dom Pérignon que, además, cobró por adelantado. "¡Yo tardé toda la vida en vender una! -exagera-. Así que le dije: 'Puedes seguir delante de la pantalla'", sonríe Falgueras padre.

Sabe que con él y su hija, el relevo está más que asegurado. "Los veo más preparados que yo. Estoy tranquilo y satisfecho". E intuye que lo mismo sucederá con sus nietos. Así que Celler de Gelida tiene cuerda para largo. ¿130 años más, quizá?

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