El chico de oro

Estos son los secretos detrás del hombre que gana todos los concursos de vino

Alberto Ruffoni (Caracas, 1988) se ha llevado el premio de cata a ciegas por parejas Vila Viniteca y el prestigioso Spanish Wine Master, de Ramón Bilbao, entre otros premios: "Me suelo fiar mucho de los primeros 'flashazos' para identificar los vinos"

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Alberto Ruffoni, uno de los hombres de moda en el mundo del vino.

Alberto Ruffoni, uno de los hombres de moda en el mundo del vino. / Javier Sánchez

Javier Sánchez

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Dicen las malas lenguas que los gallegos son indecisos, que responden a una pregunta con otra y que, en definitiva, hay muchas veces en las que no se sabe si suben o bajan. Todos estos tópicos posiblemente sin fundamento se destierran cuando uno conoce al sumiller Alberto Ruffoni -el apellido lo toma de su madre, italiana- que, pese a haber nacido en Caracas en 1988, tuvo su crianza en A Coruña por vía de la familia paterna: el acento no deja lugar a duda.

Ruffoni es de certezas: no puede ser de otra manera cuando hablamos de una persona que ganó en 2022 el premio Vila Viniteca de cata a ciegas por parejas junto a Boris Olivas la primera vez que se presentaba. Y que también puede presumir de ostentar el título de Spanish Wine Master de Ramón Bilbao, que se otorga al mayor experto a nivel mundial en vino español, de nuevo con cata a ciegas mediante (entre otras pruebas), que se llevó en 2024: todo un experto en dar en la diana. Aún hay más: en 2024 también se llevó -de nuevo en dupla con Olivas- la Batalla de Sumilleres que organiza el Instituto Galego do Vino en el Galicia Forum Gastronómico.

Los concursos son, en el caso de Ruffoni, los árboles -altos y frondosos, eso sí-, que pueden no dejar ver el bosque. Tras el relumbrón de los éxitos, se esconde un comunicador nato que convierte cualquier conversación sobre vino en algo libre de tedio y de tecnicismos superfluos. Ruffoni hace eso que los modernos llaman ahora “aterrizar" el mundo del vino para que todo el mundo entienda de que va la vaina.

No busquen aquí vocación temprana. Ruffoni es de los que comenzó a beber vino en la universidad sin un afán erudito mientras estudiaba publicidad, “algo creativo que pudiera dar dinero”, explica. Bajaba al súper a por una botella para compartir con amigos o parejas sin darle más importancia, aunque ya parecía que un sexto sentido guiaba su elección: “Hace poco probé un vino que compraba en aquella época, Pagos del Rey ecológico, y pensé ¡pues no está mal!”, explica.

Ruffoni no terminó licenciándose en Publicidad -“me quedan unos pocos créditos para acabarla, quizá debería dejar de procrastinar y sacármela”, admite- sino que se acabó pasando a Antropología. Con la carrera terminada, le surgió la posibilidad de hacer unas prácticas en la Guía Peñín, dentro del departamento de Marketing y ahí fue cuando le picó el gusanillo. “Llamaba a las bodegas para la guía y pensaba, ¿a qué sabrá este vino o este otro?”, cuenta. Un día descubrió que por la tarde llegaban los catadores a probar un vino tras otro y eso le deslumbró. “Me cogía las botellas que sobraban, me las llevaba en una mochila cargadísima y me iba tan contento en bici a casa. Estaba fuerte en aquella época, la verdad (risas)”.

Alberto Ruffoni, en La Caníbal (Madrid).

Alberto Ruffoni, en La Caníbal (Madrid). / Javier Sánchez

Peñín, una escuela "de alto rendimiento"

Como en Peñín veían interés en Ruffoni lo invitaron a formar parte del equipo de cata -“al lado oscuro”, dice entre risas- y ahí empezó todo. “Empecé fijándome en lo que ponía en las fichas de los vinos ya hechos. El catador escribía ‘cuero, tabaco, etc’ y yo buscaba identificar esos aromas en la copa. Y así, poco a poco. Preguntaba una barbaridad y aún lo sigo haciendo”. Permaneció en la guía de 2013 a 2020, en lo que describe como “una escuela salvaje, una especie de centro de alto rendimiento del mundo del vino”.

Con la pandemia, Ruffoni decide dar el paso a locales hosteleros de Madrid y encadena pasos por La Caníbal, "la gasolinera del vino, abierta 24/7”, bromea Ruffoni; Cuenllas Salesas y el difunto Robuchon Madrid, en un proceso paulatino de ampliación de conocimientos del mundo del vino. Solo tiene palabras de cariño para todos los que le han acompañado en el proceso de profundización en el universo del vino, desde el ‘caníbal’ Pablo González hasta Charlotte Page, directora de vinos de Robuchon International.

En ese momento es cuando gana el concurso de cata a ciegas por parejas Vila Viniteca junto a Boris Olivas, “compañero en Peñín y un romántico del vino”, cuenta. “Era la primera vez que nos presentábamos y creo que eso nos ayudó. Nos hemos vuelto a presentar y no hemos llegado siquiera a la final. Creo que hay una frescura en la primera vez que te ayuda, que te propulsa hacia arriba. No estás pensando en el porfolio de Vila Viniteca, en si puede ser este o aquel vino porque sabes que es novedad de ese año, sino que te centras en lo que hay en la copa de una manera pura. Me funciona muy bien fiarme de los primeros ‘flashazos’ que me llegan al probar el vino”.

Ruffoni, celebrando su triunfo en el Spanish Wine Master.

Ruffoni, celebrando su triunfo en el Spanish Wine Master. / Ramón Bilbao

Dice Ruffoni que los concursos se le cruzan en el camino. Y así pasó con el segundo que lo consagró a nivel internacional, el Spanish Wine Master de Ramón Bilbao, algo así como un título oficioso para elegir al que más sabe de vino español a nivel mundial, con preguntas, catas y demás pruebas. “En 2023 acababa de salir de Robuchon y me puse a preparármelo porque tiene dos fases, una a nivel nacional y otra a nivel internacional. La verdad es que no llegué como primero a la final pero hubo un momento en el que me tocó hablar y eso se me da bien. También creo que afino en la cata ciega, porque es algo que me gusta”.

Las recomendaciones de Ruffoni

No solo es buen catador, sino también un recomendador ante el que conviene sacar el móvil y apuntar. Entre los vinos de supermercado, quizá como guiño a su pasado como advenedizo en el mundo del vino, Ruffoni encuentra joyas casi todas de corte clásico: “Me gustan los Muga, Viña Alberdi o los de Pago Carraovejas, que son vinos perfectos. ¡Es que no es posible encontrarles un pero!”. También tiene sugerencias para los ‘insiders’ con bodegas que le han conquistado como “Viñedos do Gabián y sus tintos de la DO Ribeiro, los espumosos de Casajou en el Penedès o los vinos de Cuatro Monos en Madrid”.

A Ruffoni, que imparte actualmente clases de sumiller en el Madrid Culinary Campus (MACC), le hace mucha gracia la frase de que ‘se bebe mucho menos vino ahora que antes’. “Es que antaño se bebía mucho vino porque el agua ofrecía pocas garantías sanitarias”, explica. En la actualidad, aboga porque se produzca menos cantidad, pero de más calidad. “Va a llegar un momento en el que todo este vino a granel que se produce en España no va a tener quién lo compre y habremos perdido la oportunidad de hacer un mejor producto”.

Alberto Ruffoni, el hombre que gana todos los concursos de vino.

Alberto Ruffoni, el hombre que gana todos los concursos de vino. / Alberto Ruffoni

Sí que se bebe más vino natural que nunca, una ‘moda’ que para Ruffoni no lo es: “Si llevamos diciéndolo 10 años y no se ha acabado, es que no hay tal moda. Otra cosa es que el sector haya ido evolucionando y los vinos naturales sean cada vez mejores, algo que creo que es así. Es normal que a la gente le gusten: siempre hay ese sentimiento romántico de encontrar algo pequeñito con lo que te identificas. Es como ser del Getafe en lugar del Real Madrid”.

Sin más concursos a la vista, Ruffoni sueña con montar “un ‘txoko’ del vino, un club privado (pero no elitista) en el que puedan hacerse catas, encuentros con bodegueros y demás actividades pero “con un sistema sencillo, abierto a todo el mundo, en el que la gente se apunte en una web con un calendario y ya está”. Y quién sabe si con hacer alguna vez su propio vino en Galicia y recuperar esos ribeiros “de autoconsumo” que siempre ha hecho su familia. “Ojalá tener siempre a un tío haciendo vino en casa”, sentencia.