Comer por menos de 15 €

Menú del día: Azul, desde Aliste con amor

Esta representación de Zamora en Barcelona está en la mismísima frontera entre los barrios de La Sagrada Familia y el Camp de l’Arpa

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La paella del restaurante Azul.

La paella del restaurante Azul. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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Con este ya son 60 los menús del día relatados quincenalmente durante estos tres años y algo más. Durante este tiempo podría haber hablado del menú de este predilecto lugar, pero se daba la circunstancia que aquí 'solamente' he venido a comer a la carta. Y a disfrutar de su zorza con huevos fritos. O de su chuletón de ternera de Aliste. Y de reunirnos a menudo con nuestro añorado Pep para celebrar que a pocas manzanas de ahí la Bodega Carol se encaminaba a los 10 años que en este celebramos para nuestros adentros.

Azul

Còrsega, 671. Barcelona

Tf: 93.435.50.26

Precio: 14 €

Pero, un momento, no se confunda este Azul con aquel que protagonizó la octava entrega, hecho que sucede a menudo por la coincidencia nominal. Aquel está en la calle de Provença y fue (o mejor dicho, es, porque hubo relevo y qué relevo hubo) un puntal de La Nova Esquerra de l’Eixample, mientras que el Azul del que se escribe hoy está en la mismísima frontera entre los barrios de La Sagrada Familia y el Camp de l’Arpa. Estamos ante una representación de Zamora en Barcelona, tal y como la que supone el Restaurante La Llama, de los que son familia.

Ahí me cité con Shawn un jueves para proseguir con la tradición de visitar este lugar tras muchos meses de paréntesis por motivos que huelga explicar. En un menú en el que aprovechan para anunciarte que puedes adquirir miel de castaño de Os Ancares, puedes escoger entre cuatro opciones de primero, otras tantas de segundo y el mismo número de postres. Ni media duda: hemos venido a por el menú y el menú va a ser.

La entrada del restaurante Azul.

La entrada del restaurante Azul. / Alberto García Moyano

Era jueves y es sinónimo de arroz 'peti qui peti' así que renunciamos, no sin cierta resignación, a las lentejas estofadas o a los champiñones rellenos, estando estos últimos presentes en la carta y pedidos frecuentemente en visitas previas. Y aterrizó en nuestra mesa la paella de la casa, que tornó la inicial resignación en alegría porque cumplió con todo lo que se le pide a un arroz de menú: sabroso, nada apelmazado y bien acompañado por costilla (que nunca falla) y mejillones sin pasar de rosca. Muy bien encaminados a la siguiente pantalla.

El fricandó de ternera gallega del restaurante Azul.

El fricandó de ternera gallega del restaurante Azul. / Alberto García Moyano

En los segundos ya no hubo -afortunadamente- unanimidad. Mientras rápidamente mi compañero de tropelías se lanzó directamente a por el confit de pato, por mi parte vencí mi impulso irresistible de escalopa con patatas y opté por la fricandó de ternera gallega. Debo decir que ambos salimos más que satisfechos. Y eso que recelaba inicialmente de la elección del confit de pato, que si lo tomas en el país vecino acaba siendo un empacho de grasa del animal y desde entonces le tengo una manía que para qué. Pues nada de eso: en salsa, sí, pero en otra liga, la reconciliación con este plato.

La 'mousse' de chocolate y vainilla del restaurante Azul.

La 'mousse' de chocolate y vainilla del restaurante Azul. / Alberto García Moyano

Los postres, nos llevaron a la mus [sí, así escrita en el menú] de vainilla (y chocolate). Todas las opciones de postre son caseras todas ellas y debemos celebrarlo porque no estaríamos hablando todavía de una especie en peligro de extinción pero conviene no bajar la guardia, porque tal y como llegaron las patatas fritas congeladas, los flanes, las natillas y hasta los pudines nos los cuelan por ahí que es un contento.

No puedo añadir mucho más sobre el Azul que no haya dicho ya (explícita o implícitamente). Disfrutad su menú o su carta, pero disfrutadlo.