Los restaurantes de Pau Arenós
Sur o no Sur: el restaurante andaluz de Barcelona al que dio nombre un músico de Alaska
Cristina Pitarque y Sebastián Afonso han convertido su casa pintada de rojo en un alegato a favor de la cocina andaluza con pinceladas personales
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Sebastián Afonso y Cristina Pitarque, en el estaurante Sur o no Sur. / Macarena Pérez


Pau Arenós
Pau ArenósCoordinador del canal Cata Mayor
Periodista y escritor, con 19 libros publicados, entre ellos, novelas y cuentos, y media docena de premios, como el Nacional de Gastronomía. Ha estado al cargo de las revistas 'Dominical' y 'On Barcelona' y ha dirigido series de vídeorecetas y 'vídeopodcast'. El último libro es 'Meterse un pájaro en la boca'.
El restaurante Sur o no Sur, con eco shakesperiano, es una alentadora anomalía en Barcelona, huérfana de restaurantes andaluces con enjundia, más allá de que este o aquel ponga en el mostrador un salmorejo o un gazpacho.
«Cocina de raíz andaluza», dicen Cristina Pitarque y Sebastián Afonso; ella, de Badalona; él, de Montevideo, establecido en la ciudad con la familia desde los 16 o 17 años. Tiene miga que la reivindicación del andalucismo llegue de la mano de una catalana y de un uruguayo en el barrio de Sants.
Sur o no Sur
Tenor Masini, 20. Barcelona
Tf: 931.405.161
Precio medio (sin vino): 35 €
Menú degustació: 45 €
En mayo del 2024 dieron un vuelco a su negocio en la misma ubicación, La Carota, para dedicarlo a lo meridional con La Chalaúra como nombre para la nueva etapa, que a finales del 2024 cambiaron por ser propiedad de otro.

Las migas con espárragos verdes de Sur o no Sur. / Macarena Pérez
Fue la canción de Kevin Johansen, 'Sur o no sur', la que los inspiró. Johansen habla de identidad, migración y desarraigo. El músico nació en Alaska y es argentinoestadounidense. Servido el potaje, pues.
Paredes en rojo, carta con vinos andaluces, con Barranco Oscuro (copeo con el 1368 Cerro Las Monjas 2013) y La Melonera como bodegas dominantes; el servicio explicativo de Sebas y la cocina rica de Cristina, exploratoria de recetarios, internet y vivencias en mercados.
Consultan a cocineros andaluces, consumen siempre que pueden el platerío popular de las ventas y fueron habitantes de Sevilla durante un par de años.

El calamar con garbanzos, tinta y chacinas del restaurante Sur o no Sur. / Macarena Pérez
«Cocina hogareña con un toque personal», resume el copropietario. Tienen clientes andaluces y no ha habido reproches ni deserciones. Sigue Sebas: «Un señor de Almería probó los andrajos y le sorprendió que un restaurante los sirviera. Lo importante es que un plato llegue, que toque algo». Los andrajos son tortas de harina mezcladas con hortalizas y proteína animal, plato de aprovechamiento y contundencia.
Traguito de manzanilla Viva la Pepa, de Sánchez Romate, y unas lonchas de chicharrón que prepara la cocinera. ¡Es tan común que la restauración lo maneje industrial!
«Con cerdo ibérico resultaba grasiento y con duroc, seco, así que este es con Ral d’Avinyó», descubre Cristina. El resultado, óptimo. Panceta de dos kilos embadurnada un par de días con especias y hora y media en la cazuela con aceite de oliva y manteca.

El comedor del restaurante Sur o no Sur. / Macarena Pérez
El siguiente pase guarda una novedad para mí: las huevas de leche de atún macho, en verdad, los sacos de esperma. Forman parte de una pipirrana con tomate de Viladecans, encurtidos, pimpinela y collejas que cultivan en su casa, en Gavà.
Cortaría más pequeñas las hortalizas, así como las judías verdes de otro plato, en busca de un mayor refinamiento. Aprovecho para repasar esa verdura: escabechada, con un ajoblanco, almendras fritas y aceite de menta.
Mis servicios favoritos son las migas, el calamar y la pera de postre, y como prepostre he pedido, sin ton ni son, una torta de anís en la que unto la 'pringá', y engraso con placer e intensidad, ahíto.

La entrada del restaurante Sur o no Sur. / Macarena Pérez
Matanza: migas con abundante derivado del cerdo, espárragos verdes y yema de huevo curada con soja y, a un lado, una jarrita con crema esparraguera, que hay que verter con cuidado para no humedecer el pan frito.
Blanco y negro: calamar con una salsa oscura con el mismo molusco troceado, tinta, sepia y su bazo, panceta, papada y chorizo y garbanzos, avíos para los menudos (callos) que inspiran la preparación.
Olla gitana: un almíbar ligero mezclado con el líquido de hervir hortalizas dulces, la pera, crema fresca casera y cacahuete crudo cocinado en el conjunto en busca de una textura de legumbre, maravilla. Sí, la olla gitana tiene pera.
Cristina era periodista y la crisis del 2008 la apartó de la profesión y la llevó a estudiar a la escuela Bellart. Sebastián era informático. Se conocieron en L’Auca; ella, en la cocina; él, en la sala. Y en esos papeles siguen.
La cocinera quiere ser respetuosa con el sur, aunque también piensa en el noroeste. El día de mi visita está la madre y hablamos de la zarzuela, que es su especialidad. ¿Por qué no una zarzuela Barceloneta-Cádiz con un toque anisado, que también podría pasar por bullabesa?
La ventaja de las adhesiones es que son voluntarias, a diferencia de las pertenencias.
El equipo
Cristina Pitarque y Sebastián Afonso.
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