Una jornada caótica
El apagón en los restaurantes: "Calentamos los platos con fogoncitos portátiles de gas"
Los establecimientos barceloneses han sufrido grandes pérdidas económicas por la caída del suministro eléctrico
El día después del apagón en bares y restaurantes de Barcelona: reposiciones de producto agotado, poco desperdicio y compensaciones
Última hora del apagón en España, hoy en directo

El panorama de este lunes en el restaurante Disfrutar en pleno apagón. / Disfrutar


Ferran Imedio
Ferran ImedioPeriodista. Redactor del canal Cata Mayor
Periodista barcelonés apasionado por su trabajo que lleva casi tres décadas escribiendo en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, donde ha pasado por las secciones de El Día por Delante, Sociedad, Gran Barcelona, Deportes, Exit e Icult. Ha sido coordinador de las páginas de Motor, responsable de Gente y de las páginas de gastronomía Gourmet's.
Mañana rara, atípica, desagradable la que se ha vivido en los en los restaurantes barceloneses tras el fundido a negro del lunes. Mañana de valorar las pérdidas económicas por tantas horas sin luz, tanto por lo que se ha estropeado en las neveras y congeladores, por la imposibilidad de cocinar o cobrar con tarjeta como por reservas que se han cancelado por parte de clientes que no pudieron acudir al establecimiento.
Toni Romero y el equipo de cocina de Suculent, en el Raval, acababan de comer cuando llegó el apagón. "No sabíamos qué había pasado, no teníamos noticias de nada y por lo que pudimos escuchar en la radio parecía que la cosa iba para largo, así que compramos hielo para ponerlo sobre el pescado porque no sabíamos cuánto iba a durar, y abríamos la nevera lo mínimo", recuerda el chef.
Una caña y unos boquerones en la terraza de Suculent
Sí que tenían gas pero, al no haber suministro eléctrico, los extractores de humo no funcionan y el sistema de seguridad bloquea los fogones. Así que no podían cocinar. "Les dijimos a los clientes que como mucho solo podriamos servirles una caña, un vino, unos boquerones, en la terraza. Y perdimos las reservas del mediodía".
Apagaron las brasas que tenían en funcionamiento porque el local se les estaba llenando de humo y esperaron a la posibilidad de que volviera la luz a lo largo de la tarde. "Hubo suerte porque en nuestro caso fueron pocas horas sin suministro, de manera que a los alimentos no les pasó nada. A eso de las 18.30 volvimos a tener electricidad y abrimos para la cena. Pero de las 50 reservas que tenían se cayeron 20. Y hoy ya nos han cancelado una comida porque están tirados en Madrid y venían en tren". Romero calcula que habrá dejado de facturar unos 3.000-4.000 euros por el apagón. "Y nosotros tuvimos suerte de poder abrir por la noche, a otros les fue peor".
Disfrutar, cocinando con fogones portátiles de gas
También dieron servicio, en este caso al mediodía, Disfrutar. Más que un servicio, fue un milagro el que obraron en este tres estrellas. "Cuando hubo el apagón, ya llevábamos cuatro horas trabajando, así que lo teníamos todo preparado. Fuimos a comprar fogoncitos portátiles de gas y con ellos calentamos los platos. Así pudimos solucionar el dilema de atender o no a los clientes que ya estaban esperando en la puerta", explica Mateu Casañas, uno de los tres chefs del establecimiento que regenta junto a Oriol Castro y Eduard Xatruch. El local es luminoso porque tiene un patio interior al descubierto, y solo algunas mesas necesitaron unas velas.

El panorama de este lunes en el restaurante Disfrutar, con tres estrellas Michelin, en pleno apagón. / Disfrutar
Por la noche, en cambio, no pudieron repetir la hazaña. Y eso que se presentaron casi todos los comensales (45) que habían reservado a pesar de las dificultades para moverse por Barcelona. Solo falló una mesa. "No nos quedó otra, les hicimos pasar, les servimos un copa de cava, les dimos las explicaciones pertinentes y lo entendieron", comenta. Reasignaron a los que pudieron y a los que no, los pusieron en una lista preferente en caso de que, algún día, vuelvan por la ciudad, porque muchos de ellos eran turistas. El apagón, calcula, les ha supuesto una pérdida de facturación de unos 18.000 euros.
El "desastre" en Grupo Iglesias
Entre los restaurantes a los que les fue "peor", como decía Romero, están los del Grupo Iglesias. Uno de sus responsables, Borja Iglesias, comenta a este diario que han vivido un "desastre". "Esta mañana hemos examinado todo el género del congelador y la mayoría de las cosas se han perdido", se lamenta el restaurador, al mando con sus hermanos Pedro y Juan Carlos, de Rías Kru, que ayer estaba cerrado, como todos los lunes, y los Casa de Tapas Cañota de la calle de Lleida y de Time Out Market, que no pudo dar servicio de mediodía ni de noche, a pesar de que a las 21.30 horas volvieron a tener luz.
"Y hoy ya veremos qué pasa porque los teléfonos fijos no van bien y muchos clientes nos llaman directamente al móvil". Al menos no repetirán las escenas del día del apagón, cuando no podían cocinar y no pudieron atender a los clientes. "Solo dimos algo frío a los cuatro conocidos a la luz de unas lámparas de pilas". ¿Cómo les pagaron? "No pudieron. Ya lo harán otro día porque las tarjetas no funcionaban y hoy en día casi nadie tiene efectivo".
Puertas que no cerraban en Nomo
La falta de información agravó el daño. Lo explica bien Borja Molina, de Grupo Nomo, con 11 restaurantes japoneses en Barcelona, Madrid y la Costa Brava y dos 'corners' en El Corte Inglés, que dejaron de facturar entre 40.000 y 50.000 euros: "Si hubiésemos sabido que por la noche iba a volver la luz, habríamos dado de comer al mediodía platos fríos como 'nigiris', tartares, 'uramakis', 'temakis'... Pero no lo hicimos para no ir abriendo las neveras y perder temperatura. Tenemos mucho pescado guardado y por suerte ha aguantado bien y no hemos tenido que tirar casi nada".
Cuando vieron el percal, decidieron cerrar pero les costó lo suyo porque sin electricidad las puertas no cedían. "Tuvimos que desbloquearlas una por una, a mano y a la fuerza", recuerda el empresario, que este mediodía no podrá abrir uno de los dos restaurantes de Madrid porque el acceso se quedó "atrancado". Y cuando volvió la luz, fueron conectando las alarmas en remoto y comprobando, local por local, que todo estaba en orden. "Nos preocupaba el vandalismo pero la verdad es que todo fue bien. Fue un día 'entretenido'...".
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