Los restaurantes de Pau Arenós

Restaurante Franca: una ensalada de escudella para impulsar la nueva cocina catalana

Fran Baixas, Gianmarco Greci y Joshua McCarty trabajan platos que permiten a la cocina catalana escapar de la rutina y lo previsible

¿Estamos a tiempo de salvar la cocina catalana?

Los mejores restaurantes de Barcelona para probar la nueva cocina catalana

Joshua McCarty, Gianmarco Greci y Fran Baixas en el restaurante Franca.

Joshua McCarty, Gianmarco Greci y Fran Baixas en el restaurante Franca. / Macarena Pérez

Pau Arenós

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El nombre de Franca está repleto de intenciones, desde la lengua mixta nacida para que los comerciantes pudieran entenderse hasta los significados relativos a la sinceridad y a la libertad, a los puertos con exenciones. Zona franca, entonces. Eso lo cuenta uno de los tres socios, Gianmarco Greci, al frente de los vinos pero que es también cocinero, como lo son Fran Baixas y Joshua McCarty.

Es un trío sorprendente: ninguno de los tres tuvo como primera vocación la cocina. Gianmarco (1991), venezolano de origen italiano, estudió filosofía e ingeniería informática, y estuvo implicado en política en su país. Fran (1989), del Baix Llobregat, diseño gráfico. Joshua (1990), norteamericano, religiones comparadas.

Franca

Roger de Llúria, 46. Barcelona

Tf: 937.214.109

Precio medio (sin vino): 50 €

Gianmarco y Joshua se conocieron en Nueva York. Fran y Gianmarco en el restaurante Mugaritz.

La primera vez que probé la comida de Fran y Gianmarco, que son pareja, fue en Follia de Pot, que era el restaurante de Jó Baixas, el padre, también jefe del Follia.

La intención, entonces, era que ellos se hicieran cargo de los dos espacios. No cuajó. En la aventura participaba Alatz Bilbao, hoy al frente de Bakea, donde saca chispas a la cocina metalúrgica.

La ensalada de 'escudella' del restaurante Franca.

La ensalada de escudella del restaurante Franca. / Macarena Pérez

Me interesó aquel día la mirada a la tradición, recuperadora de pérdidas como el 'màcali-mòcoli', del siglo XVIII, pedazos de pollo con tomate, guindilla, orégano y 'allioli' que metían en un… bote.

Fran habla de «cocina tradicional inventada» y, a mi entender, es un concepto excesivamente amplio porque la tradición es un mapa que abarca el mundo.

Gianmarco dice: «No somos un restaurante catalán, somos un restaurante en Catalunya, en Barcelona». Cocina situada, sigue. «Si tienes un restaurante en Barcelona tiene que ser representativo de Barcelona», concluye. No sé si lo comprendo del todo.

Los fideos largos con picada de Franca.

Los fideos largos con picada de Franca. / Macarena Pérez

La cocina catalana necesita una evolución consecuente, y la barcelonesa, que representan con un bikini de sepia, triturada y cruda, y muy bien.

Que Franca fuera un motor para el cambio sería una noticia de primera. La 'volta' catalana que lo acoge es una señal. Y la horca de madera que sirve como perchero. 

Puede que el plato franco más claro sea la ensalada de escudella –recuerdo aquella terrina de las carnes 'escudellaires' cubierta con el caldo, convertido en gelatina, del efímero 4 amb 5 Mujades de Toni Romero–, la chicha y las verduras frías y salseadas con una vinagreta de mostaza.

Los tallos de acelga rebozados y en escabeche del restaurante Franca.

Los tallos de acelga rebozados y en escabeche del restaurante Franca. / Macarena Pérez

Trabajan la salsa balandra de los pescadores del sur de Catalunya con unas láminas de langosta escaldada y pelada y la 'torronada' del Maresme es aquí es un paquetito de garbanzos con mayonesa de anchoa y polvo de laurel, dominante; y es la misma legumbre de la 'socca' y el 'panisse'. «Muchas lianas: Catalunya, Francia, Italia…», explican.

En este sitio hay más voluntad a la catalana que en decenas de restaurantes incapaces de escapar del canelón y el fricandó. Ya lo escribí en el pasado: el problema principal es el anclaje en cuatro iconos señalados.

Una mesa del restaurante Franca en el espacio que lleva del comedor a la cocina.

Una mesa del restaurante Franca en el espacio que lleva del comedor a la cocina. / Macarena Pérez

Abordan la pasta también con una mirada peculiar, sin olvidar que los cuatro abuelos de Gianmarco son italianos: espaguetis –fideos largos los llaman– con picada y, de nuevo, recordar que el pesto también lo es y que hay vasos comunicantes. Esa misma picada con macarrones de proveedores locales tendría un gran sentido.

La misma filosofía determina los vinos: «El Mediterráneo como hilo conductor». Bebo con gusto la garnacha peluda de La Furtiva 2022 y la syrah de Clos des Cessieux 2022.

La entrada del restaurante Franca.

La entrada del restaurante Franca. / Macarena Pérez

Joshua, que lleva tres años en la ciudad y se lanza con el catalán, al igual que Gianmarco, cocinó en Manresa, el triestrellado californiano de Los Gatos, ya cerrado, y de allí sale el buñuelo con pasas, piñones y acelgas; y, en coherente aprovechamiento, destinan los tallos a otro plato, rebozados y con un escabeche.

De postre, el turrón helado con avellanas y miel de romero, uno de aquellos 'semifredos' también 'kaput' de la hostelería reciente.

Sí, hay esperanza de que la cocina catalana, en manos de chefs treintañeros (¡y en Franca dos son de otros países!), entre en una nueva y fructífera dinámica. Que sea sexi, como reclama el cocinero Jordi Vilà desde hace tiempo.

El equipo

Fran Baixas, Gianmarco Greci, Joshua McCarty, Aleix Rodríguez, Sofia Mendoza y Abdoulie Bojang.

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