Los restaurantes de Pau Arenós

La Venta: el restaurante al pie del Tibidabo con más de 100 años y que sirve una merluza formidable

El establecimiento cumple diferentes aniversarios en 2025: 75 años con el mismo nombre y 50 desde que fue reflotado

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Lluís Vinyes, padre e hijo., en el restaurante La Venta.

Lluís Vinyes, padre e hijo., en el restaurante La Venta. / Jordi Otix

Pau Arenós

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La Venta festeja este 2025 de amenazas trumpistas y chaladuras muskianas los 75 años con ese nombre, aunque podría solemnizar los 121 desde la apertura a los pies del Tibidabo, los 50 desde la reflotación o los 13 desde que el propietario es Lluís Vinyes. Como la primera cifra es redonda, y meritoria, quedémonos con esa.

La segunda (1904) señala la apertura como Café Restaurant Viñas: hay poca información, probablemente era un lugar de parada y refresco de los carruajes que iban a Sant Cugat antes o después de cruzar por Collserola.

O de destino final porque he encontrado una postal en la que camareros con grandes mandiles y hombres con sombrero señorean la terraza, entonces descubierta.

La Venta

Plaça del Doctor Andreu, s/n. Barcelona

Tf: 932.126.455

Precio medio (sin vino): 60 €

La del del cincuentenario (1975) señala la adquisición por parte de los empresarios Paco Bosch y Fernando Amat, el que fuera dueño de Vinçon.

Con una rampante capacidad de prever el futuro, rehabilitaron el edificio con una determinación que ha prevalecido durante medio siglo.

La carta con el dibujo del diseñador George Hardie, coautor de populares portadas de álbumes de rock, sigue como tributo. 

La merluza rebozada y con mayonesa del restaurante La Venta.

La merluza rebozada y con mayonesa del restaurante La Venta. / Jordi Otix

Lluís (Lleida 1949), entonces dedicado al negocio de las aseguradoras, era cliente ocasional, instalado en el vecindario en 1992, cuando la plaza bullía de olimpismo y francachelas en el Merbeyé y el Mirablau.

En el 2012 supo del traspaso y adquirió La Venta en compañía del gastrónomo Josep Vilella –que ya no pertenece a la sociedad– con el miedo fundado a que se perdiera esta casa con historia en la que Barcelona comenzó a ser moderna y en la que siempre es verano gracias a las terrazas cubiertas.

La coca de hojaldre con escalivada de La Venta.

La coca de hojaldre con escalivada de La Venta. / Jordi Otix

«Me enamoré del sitio», dice Lluís, y con el estoicismo de los que ya están de salida, solicita: «Lo que quiero es pasarlo bien». Quien se hará cargo es Lluís Vinyes hijo, que trabajó aquí y que ahora sirve fuera y al que se le presenta el deber de la continuidad.

Lluís padre pasa cada mañana, dirige el 'briefing', dice al equipo: «Gesto amable y sonrisa», y ese es el comportamiento de Rafael, el camarero asignado a mi mesa.

LLuís Vinyes dirige la reunión de la mañana en La Venta.

LLuís Vinyes dirige la reunión de la mañana en La Venta. / Jordi Otix

Algunos días, Lluís acude al servicio porque la mayoría de clientes lo conocen, lo saludan, «¡hace 40 años que venimos!», le sueltan (él no estaba aún, claro). Sabe que es necesario atraer a las nuevas generaciones porque la clientela es fiel pero decana.

«Cocina clásica y catalana», dice el jefe, que confía en el cocinero Raúl Esteban para la resolución.

La vida de La Venta es exterior, con terrazas bajo cubiertas y calefacción, con comedores interiores y otro en lo alto, el mirador sobre la ciudad, la alfombra de edificios.

Una de las terrazas cubiertas del restaurante La Venta.

Una de las terrazas cubiertas del restaurante La Venta. / Jordi Otix

La bodega, bien surtida, se 'bunkeriza' y penetra en la montaña a través de un lateral. De ese frío interior, salen botellas para el disfrute: Les Terrasses 2022 y Mas La Plana 2019. Copas buenas, manteles blancos, febrero con luz.

El aperitivo común es una quiche, con cebolla caramelizada y beicon: nada de aceitunas esqueléticas u otros apáticos ofrecimientos: «Pensé: ‘La gente vendrá para comerla’. Marca la diferencia».

Coca de hojaldre elaborada en la casa (¡bien!) con una refinada escalivada y anchoas. Alcachofas de El Prat con una fritura limpia. Guiso de garbanzos con tripa de bacalao, y olé.

Caracoles, corpulentos, cáscaras completas, aceite, sal, pimienta, 'vi ranci' y a darle al palillo. Y un arroz con los mismos bichos, buen sabor, el grano demasiado 'grenyal'.

La entrada del restaurante La Venta, al pie del Tibidabo.

La entrada del restaurante La Venta, al pie del Tibidabo. / Jordi Otix

Esa, ¡esa!, merluza a la romana con mayonesa, que ya es tan difícil de encontrar como un cíclope. El calamar relleno de 'llonganissa', según el recuerdo de Lluís de los que preparaba su madre, Maria, última incorporación a una carta que cambia poco.

El fricandó (culata) con berenjenas, la carne algo corta de guiso. Y el 'biscuit glacé' de naranja (¡monumento!) a la manera de Francesc Fortí, que les sirvió el suyo durante años.

Recientemente, gracias a una fortuita información vía un sobrino que reside en Honk Kong, supo que los Viñas de 1904 son originarios de Pons, en Lleida, donde hay descendientes.

Más de un siglo después, Lluís quiere saber cuál es el camino que lleva de Viñas a Vinyes.

El equipo

Ainara Faubla, Alberto Villarejo, Álex de la Hoz, Anil Kumar, Antonella Fattori, Antonio Serrano, Carlos Rotaeche, Carlos Villanueva, Cipriano Yelmos, Ebirma Jallow, Esther Álamo, Eva Quiroga, Fermín Chima, Fernando Reina, Mounir Fifa, Harkamaal Preet, Harvinder Singh, Jamal Bourague, Joan Taltavull, Joaquín Perez, José Ángel Gómez, Juan José Campillo, Kuldeep Singh, Kuldip Singh, Laia Plans, Lovepreet Singh, Luna Cheng, Olga Hidalgo, Paula Esteban, Rafael Pallarés, Rafael Valdez, Raúl Esteban, Ricardo Giménez, Roman Myhal, Sahib Saini y Sergi Sanz.

 

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