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Menú del día: Urretxu, un viaje al País Vasco

Un chicharro a la donostiarra excelente en este establecimiento de la Vila Olímpica

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El chicharro a la donostiarra del restaurante Urretxu.

El chicharro a la donostiarra del restaurante Urretxu. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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Allá vamos con el primer menú de este año que, a pesar de contar con una —aparentemente— simpática a la par que aburrida rima, felicito a quien lea estas líneas. Soy consciente de que a estas alturas del eterno mes de enero quizá no corresponda desear lo mejor para este 2025 pero, no pudiendo haberlo hecho antes por motivos estrictamente personales (virus propios de esta época del año), no me iba a estar sin contribuir a ese inicio optimista del año.

El primer menú del año vino, en realidad, bastante pronto, especialmente si consideramos que este año los fastos navideños se han aprovechado debidamente. Así, la segunda semana del año se aprovechó una visita al barrio de la Vila Olímpica para recalar en un lugar del que tenía bien sabido que se va (¡y cómo!) de carta, pero que diríase que minutos antes me enteré que también tenía menú. Pues de cabeza y sin pensarlo un minuto más: rumbo al Urretxu.

Urretxu

Marina, 64. Barcelona

Tf: 932.210.937

Precio: 13,50 €

En esta casa, en la que se profesa devoción por la Real Sociedad (no en vano, el nombre del lugar tiene razón en la localidad guipuzcoana de idéntica denominación), puedes encapsularte y viajar a Euskadi sin necesidad de devorar los 600 kilómetros que nos separan.

Es un lugar peculiar, compuesto de un salón principal y una serie de reservados espectaculares que rodean, adorándolo, el corazón del local: la inmensa y admirable cocina que tienen.

Dejaremos los comedores colindantes para algún día que se hable de homenajes a la carta, que deben contar necesariamente con su célebre tortilla de bacalao (la 'Enterprise' de las tortillas, la tortilla nodriza). 

Las alubias del restaurante Urretxu.

Las alubias del restaurante Urretxu. / Alberto García Moyano

Pero hoy toca hablar de ese primer comedor, para el que los habituales hacen a diario cola a fin de degustar su popular menú del día.

Sí, un menú del día vasco en Barcelona. Ni gallego, ni zamorano, ni conquense ni —por supuesto— 'català'. Este es vasco y, seguramente por eso, veo un aliciente adicional ir a echar el menú en él.

Fue un jueves y llegamos al borde de las 15.00 horas. Es decir, tarde. Procuremos no llegar tarde a un menú del día y menos aún si es jueves. Con la paella no se debe jugar, aunque nosotros lo hiciéramos aquel día, que por lentos de solemnidad nos quedamos sin.

Las natillas del restaurante Urretxu.

Las natillas del restaurante Urretxu. / Alberto García Moyano

Afortunadamente, en lugar de recortar las opciones de primero por agotamiento de existencias de paella, en el Urretxu subieron la apuesta: alubias. Con el fresco ni qué decir tiene que eran magníficas candidatas a ser elegidas de primero.

Además, si en los gallegos se pide caldo gallego sí o sí, ir a por las alubias en un menú vasco estaba plenamente justificado. Calentitas y enteras pero cremosas; y con un caldo bien gordito pero sin pasarse, que así el frío desaparecía del cuerpo cucharada a cucharada. Misión cumplida. 

Homenaje a la Real Sociedad en las paredes del restaurante Urretxu.

Homenaje a la Real Sociedad en las paredes del restaurante Urretxu. / Alberto García Moyano

De segundo, además del muslo de pollo y del codillo (que fue la elección de mi acompañante), había chicharro a la donostiarra.

Este pez (jurel en castellano o 'sorell' en catalán) no es nada frecuente en los menús del día y menos por estos lares. Así pues, a fondo con él, porque venía convenientemente abierto, bien asado y con una generosa presencia de ajos fritos y patatas panaderas. Justo lo que necesitaba uno ese día. Bastante redonda la jugada, para ser sinceros.

La entrada del restaurante Urretxu.

La entrada del restaurante Urretxu. / Alberto García Moyano

El remate lo ponen los postres caseros que ofrecen en el menú del día y que en muchas cartas quisiera yo verlos en las mismas condiciones que los que catamos: natillas y arroz con leche. Clásicos que no juegan en las grandes ligas, pero que sabes que apuntalan el edificio cada vez que hay un terremoto. Cimientos en los que confiar.

Y eso es el Urretxu en su versión menú del día, un fundamento indispensable para que el barrio de la Vila Olímpica se quite el sambenito de barrio nuevo porque cuenta con una casa asentadísima, con mecha para largo y en la que te sientes en casa con solamente una visita. Siempre a favor de ello.