Solo 14 cubiertos

Blavis, un pequeño gran restaurante con el que sus dueños triunfan y concilian su vida familiar

Marc Casademunt y Sònia Devesa sirven tapas y platillos para compartir en este diminuto local de Sant Gervasi al que llegan turistas de todas partes

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Paco Pérez, Marc Casademunt y Sònia Devesa en el restaurante Blavis con platos que sirvenen Blavis.

Paco Pérez, Marc Casademunt y Sònia Devesa en el restaurante Blavis con platos que sirvenen Blavis. / Elisenda Pons

Laia Zieger

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Blavis (Saragossa, 85) es la historia de Marc Casademunt y Sònia Devesa, una pareja que decidió montarse un restaurante a medida para poder dedicarse a su prioridad: estar para su familia. “Estudié cocina en la Hofmann, y luego trabajé Mugaritz y Tapas 24. Pasados unos años, decidimos intentar ganar en calidad de vida y esquivar algunos de los inconvenientes de la hostelería probando por nuestra cuenta”, explica Marc.

Con su mujer en sala y él en la cocina abrieron Blavis. Un restaurante muy pequeño, de tan solo 14 cubiertos. Corría el año 2008 y cogieron un bar en traspaso en la zona de El Farró. “Fue una locura. Lo cogimos sin pensar, sin planificar”. Entonces abrían los mediodías con un menú de precio competitivo. Así estuvieron los dos solos durante un tiempo. 

La llegada del primer hijo de la pareja, Èric, lo cambió todo. La prioridad fue otra, y cambiaron la fórmula a las noches. “Ahora descansamos domingo y lunes; el martes estamos todo el día para prepararlo todo; y de martes a sábado estamos por la tarde-noche. Eso me permite cuidar de mis hijos de día y recogerlos en el cole. Mi mujer toma el relevo después”, explica Marc, quien también destaca que gracias a esta fórmula tiene tiempo para sus aficiones.

'Sashimi' de corvina del restaurante Blavis.

'Sashimi' de corvina del restaurante Blavis. / Elisenda Pons

Este cambio, que tuvo lugar hace ya 14 años, también supuso la llegada de Paco Pérez a Blavis como responsable de sala, reemplazando a Sonia para que la pareja pudiese conciliar. Paco conoce a todo el vecindario de este restaurante cuya clientela es muy de barrio. Y muy fiel. “Él es uno más de Blavis. Después de tantos años, es la mitad de su éxito. Hay gente que viene aquí desde el principio, es muy familiar y ya nos conocemos”.

Más inesperado fue su éxito entre visitantes y extranjeros. “Un día nos dimos cuenta de que éramos primeros en TripAdvisor, y a partir de ese momento empezaron a llegar turistas de todas partes. Algunos incluso vuelven cada vez que están en la ciudad y nos traen regalos de sus países”, explica.

Clientes de todo el mundo

“Jamás nos habríamos imaginado tener gente de tantas nacionalidades diferentes en un local tan pequeño. Por eso ahora hacemos dos turnos, uno sobre las siete de la tarde, más adaptado a extranjeros, y el de las 21.30, para locales. Aunque cada vez más barceloneses también se apuntan a cenar pronto”, bromea. Eso sí, tiene claro que va a conservar siempre las raíces ‘de barrio’ de Blavis. “Es lo que da sentido al proyecto”, asegura.

Carpacho de berenjena del restaurante Blavis.

Carpacho de berenjena del restaurante Blavis. / Elisenda Pons

Paco es quien atiende a los clientes y se encarga de una carta con una veintena de vinos, la mayoría locales, pensados para acompañar a los platos y no restarles el más mínimo protagonismo. También firma los postres, excelentes, con una mención especial a la torrija de la casa. Maravillosa. 

'Lemon pie' con maracuyá del restaurante Blavis.

'Lemon pie' con maracuyá del restaurante Blavis. / Elisenda Pons

Cuando se pide a Marc describir su concepto gastronómico lo explica con mucha humildad, como quien no es consciente de todo su valor. “Tenemos tapas y platillos preparados al momento. Hay una carta fija, y 3 o 4 cositas en la pizarra. Todo se comparte. Son cosas buenas y divertidas”.

El carpacho de berenejena, el bikini de rosbif o el curri rojo de cerdo ibérico son de los favoritos de la casa. Sorprende alguna incursión de la cocina nórdica en la carta (laminado de cerdo al estilo danés, por ejemplo), un homenaje a la madre de Marc, danesa. “Ella era muy buen cocinera, algo me habrá influido”.

Opción de 'take away'

Tras la pandemia, Blavis añadió la opción de 'take away', algo que ha calado en el barrio, ya que ante el buen “boca a oreja” -la única vía de difusión de este local- es a menudo difícil conseguir mesa. El tercer premio al Mejor Restaurante de Barcelona que acaba de otorgarles la Barcelona Gastronomic Society (BGS) avala todo el potencial de Blavis, y seguramente hará aun más difícil conseguir sitio. 

Ante el éxito (¡casi dos décadas para un restaurante de barrio es una hazaña!), uno no puede resistirse a preguntar si nunca han pensado ampliar el restaurante. “Claro que lo hemos pensado. Pero este formato contenido nos permite tenerlo controlado -explica-, y sobre todo valoramos mucho la relación que tenemos con el cliente. Al ser un restaurante pequeño, tenemos mucho trabajo, pero nos permite dar un servicio de mucha calidad. Es nuestro orgullo”. 

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