Comer por menos de 15 €

Menú del día: Bar Alfredo, casi 52 años alimentando al barrio

Este establecimiento de Sants-Badal tiene una oferta adecuada para los bolsillos de los vecinos

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El pollo al horno del menú del día de Bar Alfredo.

El pollo al horno del menú del día de Bar Alfredo. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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Esta es la penúltima crónica del año. Un -involuntario- encuentro navideño en el que, tras varios intentos fallidos (por causas imputables a quien escribe), me iba a encontrar con los artífices del perfil/movimiento @debarenbarri que, con juventud y ganas defienden como nadie bares, bodegas, restaurantes y lo que se les ponga por delante. Una alegría ir rematando el año en compañía de Enric y Xavi; y la aparición estelar de último minuto de San Kuko para poner la guinda.  

Bar Alfredo

Carreras i Candi, 100. Barcelona 

Tf: 93.431.06.18 

Precio: 13 €

La cita previa fue en el Celler Duran, que está bien cerca del destino final. Una bodega total: con una oferta bodeguera enorme, un local increíble y unas anchoas de las que hacen sombra para acompañar al vermut de la casa. Con este inicio mal se tendría que dar la cosa para estropear el encuentro. 

Regentado por los hijos del fundador

Apuramos los vermuts, andamos los escasos 40 metros que separan un lugar del otro y entramos en el Bar Alfredo, un lugar esquinero (una noble torre de defensa, tal y como suelo denominar a este tipo de garitos) que cumplirá 52 años el proximo 1 de enero de 2025 en Sants-Badal. Y es que fue entonces cuando Alfredo, a quien aún se le puede ver trabajando tras la barra, vino desde Galicia y abrió este veterano lugar, actualmente regentado por sus hijos con el empuje que se merece. Un relevo generacional en toda regla que solo de saberlo le alegra la vida a uno. 

La paella del menú del día de Bar Alfredo.

La paella del menú del día de Bar Alfredo. / Alberto García Moyano

Siendo los que éramos, y considerando que las opciones que se ofrecían en el menú de ese día (cuatro de primero y otras tantas de segundo) nos apetecían a todos, nos tiramos a pedir un poco de todo e ir pinchando tenedor en plato ajeno sin pedir permiso. Siendo jueves, no podíamos no pedir paella.

Los pimientos rellenos de bacalao del menú del día de Bar Alfredo.

Los pimientos rellenos de bacalao del menú del día de Bar Alfredo. / Alberto García Moyano

Y como los pimientos rellenos de bacalao nos guiñaban el ojo fuertemente, también para dentro. Hay que agradecer que, con ese presupuesto, la paella venga cada jueves tan bien acompañada de animalitos varios; además los pimientos fueron bendecidos por el maestro bacaladero de la mesa, así que íbamos a un ritmo encomiable. 

Las tremendas albóndigas del menú del día de Bar Alfredo.

Las tremendas albóndigas del menú del día de Bar Alfredo. / Alberto García Moyano

Con los segundos, la cuestión era decantarse por platos con patatas fritas (algo que no cambiará en 2025, por cierto), porque en esta casa las bordan. En palabras del propio Enric, inductor principal a la visita: “Yo aquí vengo a por las patatas (y, a partir de ahí, lo que las acompañe ya me está bien)”. Pues no se diga más: (tremendas) albóndigas en salsa (casera) y un plato que se ve en bastantes menús del día y del que no hablo porque, esencialmente, de tan común, hablar de él resultaría repetitivo.

Lo tragicómico viene cuando compruebas que en 51 crónicas de menús he pedido el pollo al horno un total de cero veces. Ya era hora de poner remedio y hablar de lo rico que puede resultar este plato, además si es en manos de la familia del Bar Alfredo

El arroz con leche casero del menú del día de Bar Alfredo.

El arroz con leche casero del menú del día de Bar Alfredo. / Alberto García Moyano

Y como decía aquel, “que entren los postres”. Mientras media mesa optó por el pastel de queso, Xavi y servidor fuimos de cabeza al arroz con leche casero porque siendo jueves al arroz no se le puede decir que no nunca. Tan poco fotogénico como rico estaba (qué daño ha hecho el porno). 

En definitiva, la visita al Bar Alfredo resultó en un rato en familia. Una velada macanuda en una casa familiar que tiene futuro asegurado porque los hijos han tomado el relevo de su padre con la energía que caracteriza a este tipo de lugares y con una oferta adecuada para los bolsillos de los vecinos. Una alegría para nuestros estómagos y para el barrio de Sants-Badal, que no pierde un lugar en el que sentarte y no quererte levantar.