Comer por menos de 15 €

Menú del día: La Maduixa, imprescindible casa de comidas de Les Corts

Esta es una de las veteranas casas guardianas de la esencia del menú del día en el barrio

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El codillo al horno del restaurante La Maduixa.

El codillo al horno del restaurante La Maduixa. / Alberto García Moyano

Alberto García Moyano

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Hubiese resultado un error imperdonable el haber tenido que andar yendo y viniendo del hospital de La Maternitat sin haber parado a tomar energías a este magnífico lugar. En la anterior entrega comentaba que, en la zona colindante, se cuenra con grandes apoyos como Bar Estadio, La Grangeta o el lugar del que toca hablar hoy: La Maduixa. Es de justicia añadir a un cuarto mosquetero como el Bar Guajiro y ya tendríamos un mapa de menús más que digno en Les Corts

La Maduixa

Dolors Masferrer, 18. Barcelona

Tf: 93.339.58.86

Precio: 11,5 €

Desde 1986 Juan y Pilar, regentan esta casa de comidas del barrio de Les Corts que es todo comedor pero que tras su barra cuidan tan bien de uno como se espera de este tipo de casas familiares. Porque, suerte la de uno, he tenido la oportunidad de acudir, en busca de cobijo, varias veces a La Maduixa

La entrada del restaurante La Maduixa.

La entrada del restaurante La Maduixa. / Alberto García Moyano

Puede ser que venga un arroz a la cubana, puede ser también que toque judía verde y patata (con extra de huevo cocido, que es una cosa) o si, preso de las ganas de darse un homenaje, quieres dártelo, pues también puede ser que coincida que tengan callos con garbanzos (con ciertos trozos de chorizo que siempre dan categoría al tema); y debemos celebrar sin duda que en esta santa casa puedas optar a comerte unos deliciosos canelones, que cuesta encontrar en nuestros menús del día cada vez más.

Los callos con garbanzos del restaurante La Maduixa.

Los callos con garbanzos del restaurante La Maduixa. / Alberto García Moyano

El caso es que, siendo yo un auténtico paquete en materia de escoger primer plato, mal tiene que darse la cosa como para que descarriles cual tren de alta velocidad en la estación de Atocha. 

La materia de los segundos platos mantiene el nivel que marcan sus primeros. Desde secreto a la plancha con su correspondiente guarnición de papas fritas (y pimiento verde, ¡al tanto ahí!) a merluza a la plancha o lomo rebozado, pasando por uno de mis predilectos: el codillo al horno.

Los canelones del restaurante La Maduixa.

Los canelones del restaurante La Maduixa. / Alberto García Moyano

No os dejéis guiar por la poca fotogenia de los platos de los menús del día (aquí y en cualquier lugar del planeta tierra y especialmente si es servidor quien los retrata) porque lo verdaderamente relevante es que una vez pinchas en la materia, prosigue el disfrute desatado tras el primer plato. Y eso es paradigmático con el codillo, porque es el que te hace confirmar que has llegado al sitio adecuado; tanto si lo que buscas es refugio como si deseas celebrar que has ido a parar a una de las veteranas casas guardianas de la esencia del menú del día en el barrio

Algo que siempre le llama la atención a uno en materia de postres, es la presencia de piña de forma perenne o casi casi. Y es que no siempre tiene uno ganas de enzarzarse con alguna tarta o bien su delicioso flan casero con nata y opta por autoconvencerse de que la piña le salvará de todos sus males.  

El ambiente del restaurante La Maduixa.

El ambiente del restaurante La Maduixa. / Alberto García Moyano

Pero, lo mejor de todo, o casi sería eso, es que Juan (Juanito para los parroquianos y allegados) disfruta tanto dando de comer que luego es posible que tengas el placer de comentar con él algo en la sobremesa. O que Pilar te atienda con el cariño que uno necesita tras acudir a esta casa en busca de lo que repetidamente se defiende: un lugar en el que poner un paréntesis al condenado frenesí al que nos aboca el día a día.  

En definitiva, acudir a La Maduixa no es -solamente- militancia 'menusera'. Tampoco es un lugar de peregrinación al uso. Más bien es ese tipo de lugares en los que te aseguras que vas a tener toneladas de confort y que esperas que, tanto si llueve o hace sol, cumple con las necesidades de un mediodía en el que recargues pilas y salgas con la seguridad de que allí es casa. Que no es fácil tal y como vienen dadas en esta querida pero condenada ciudad.