Novedad en el Eixample

Casa Anita en París: el gurmet que tenía varios taxis y una financiera y abrió un restaurante de cocina de mercado

David Hernández dejó sus negocios para montar con su mujer, Andrea Tomo, este establecimiento que sirve platos elaborados con productos de campanillas

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Tortilla abierta de gambas de Casa de Anita en París.

Tortilla abierta de gambas de Casa de Anita en París. / Moneo

Ferran Imedio

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David Hernández tenía una empresa de taxis, una financiera y una afición por comer bien que finalmente pudo con todo, hasta el punto que dejó sus negocios para abrir un restaurante con el tipo de comida que más le gusta. Lo inauguró en abril y se llama Casa Anita en París, el nombre de su hija y el de la calle en la que está ubicado este local que sirve cocina de mercado con muy buen producto.

Casa Anita en París

París, 175. Barcelona

Tf: 93.802.66.09

Precio medio (sin bebida): 40-50 €

Con el apoyo de su mujer, Andrea Tomo, ideó el proyecto y, solo cuando se hizo con el local donde iba a instalarse, comunicó a su familia y amigos que iba a convertirse en restaurador. "¿Estás loco?", le preguntó su padre. "Nadie nace enseñado, así que ¿por qué no?", responde a quien le hace notar su inexperiencia en el sector.

Sea como sea, parece un alumno aventajado porque sabe qué materia prima compra, se ha impuesto elaborar todo en casa y se ha apoyado en el chef Francisco Aguirre, que había pasado por los fogones de Casa Carmen, Bellavista Jardín del Norte y Denassus. Trabaja en una cocina a la vista con un mostrador con el pescado y el marisco que usan a diario.

Cuatro joyas en la bodega

Todo eso se nota en unos platos sabrosos, nada pesados. Y como ejemplo sirven los extraordinarios buñuelos de bacalao (la masa del rebozado nada aceitoso está hecha con cerveza y el pescado es fresco, fresquísimo), y el 'brioche' de calamar de potera que le suministra un pescador de Badalona y que está aliñado con un suave 'allioli' de Formentera. También bordan el tartar de atún rojo con salsa 'teriyaki', la tortilla abierta con gambas de Huelva y el fricandó con 'moixernons'.

Bocados por los que merece la pena regresar a este agradable restaurante cuya carta de vinos asequible, estándar, aseada, cuenta cuatro joyas que dejan ojiplático al más pintado: un par de Vega Sicilia (1.500 euros pide por el de 1991 y 1.900 por el de 1996), un Château Lafite Rothschild de 1988 (2.120) y un Château Margaux Grand Vin 1982 (4.100). "Los había comprado mi padre hace años para su colección de vinos", recuerda Hernández. Si triunfa con Casa Anita en París, no sería de extrañar que descorchara una botella de estas para celebrar su éxito.

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