Los restaurantes de Pau Arenós

Bullanga: oda al menú del día, la 'galta' y el 'trinxat'

Roger Sánchez ha abierto una casa de comidas en la que solo sirve desayunos potentes y menús de mediodía: es tiempo de bullicio y jolgorio

Bullanga: Roger Sánchez

Bullanga: Roger Sánchez / Joan Cortadellas

Pau Arenós

Pau Arenós

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El primer servicio del restaurante Bullanga se ha saldado con una inesperada cifra: ¡44 comensales! Restaurante de menú a 14 euros, han tirado de recursos propios para darse a conocer: activismo en la red. No hay más. Aunque sí: el aprendizaje del cocinero y propietario, Roger Sánchez, en Terra d’Escudella, restaurante cooperativista de Sants.

La grata experiencia de los clientes allí los ha atraído hasta aquí. Es el embajador de la D.O. Sants en Fort Pienc.

Sentado muy cerca de la cocina abierta, con Roger con seis brazos para manejar las cazuelas, con cuatro fuegos, un horno y una plancha, lo veo sonreír y yo estaría echando espuma verde por la boca y fuego demoniaco por los ojos.

Entra gente, entra gente, que espera en la barra, y él, en apariencia, calmado, va emplatado para que Noelia Toison y Sonia Pons puedan servir. Tres personas para funciones multitudinarias: eso es todo.

Bullanga

Diputació, 437. Barcelona

Tf: 931.461.889

Menú del día: 14 €

Bullanga se refiere tanto a 'bullir', como a bullicio, como a las 'bullangues', revueltas populares en el siglo XIX. Porque el espíritu del siglo XIX, el de las barcelonesas 'fondes de sisos', se ha trasladado al XXI.

«Mi 'target' son las clases populares», explica. Popular en un sentido amplio: puedes tener pasta y «elegir la comida sencilla». En Terra d’Escudella disfrutó de la «sinergia entre clientes, camareros y cocineros» y esa es la bullanga que quiere repetir.  

Se ha traído de Sants una exposición/investigación sobre las 'fondes de sisos', exhibida en láminas enmarcadas, y con un catálogo para consultar, que inspira el alma de este sitio. Mirada sociopolítica, pues. Es esperanzador que haya restauradores que a la hora de emprender un negocio miren atrás para impulsarse hacia a adelante y que piensen en las necesidades de los currantes y en el bienaventurado menú del día y que la prioridad no sea el 'maki' con queso cremoso sino los garbanzos. Porque aquí solo hay comidas y desayunos ¡de 'forquilla, cullera i ganivet'!

El 'trinxat' con butifarra negra y 'cansalada'.

El 'trinxat' con butifarra negra y 'cansalada'. / Joan Cortadellas

El desayuno contundente parece revivir (como ejemplo recentísimo, Can Marlau) y tal vez ya sea la última forma de desobediencia, al menos, médica.

Veo a Roger, digo, sereno y el frenesí se lo come: «Es un espacio nuevo para mí y aún no sé dónde están las cosas. Soy como un elefante con el suelo lleno de cristales». El suelo es de baldosas blancas y negras y fue una característica del bar Novecento, que lo precedió. Los nuevos azulejos verdes dan un aire 'hostalero'. Enfrente, Manairó, ya cerrado, que tuvo una estrella. Tiempo de meteoritos más que de estrellas. 

La carrillera al moscatel del restaurante Bullanga.

La carrillera al moscatel. / Joan Cortadellas

En las cazuelas, coherencia, con algún chispazo con personalidad: la tripa, por ejemplo, lleva curri. ¿Quién dijo inmovilismo?

'Petricó' de vino a granel, que mezclo con gaseosa, composición burbujeante que no ensayaba desde el siglo XX: fuera de menú, habrá algunas botellas para caprichosos y tiquismiquis.

La cocina abierta y la barra de Bullanga.

La cocina abierta y la barra de Bullanga. / Joan Cortadellas

Con ganas de probar más cosas, añado al primero y segundo un tercero: la coca mallorquina con hortalizas (acelgas, tomates), que amasa Roger, una complicidad sentimental con su pareja, Victòria, de Binissalem. Bien horneada, antes de que llegue a la mesa la pasa por la plancha en busca de la base crujiente.

Aplaudo el 'trinxat' con 'cansalada' y butifarra negra, untuoso pero no graso, y celebro, durante la tarde, que no haga boxeo con mi estómago. Y alabo también el punto de la 'galta' guisada con moscatel, aunque preferiría la salsa más densa. El flan de huevo del postre es 'flanísimo': que no desaparezca.

La entrada del restaurante Bullanga.

La entrada del restaurante Bullanga. / Joan Cortadellas

En una vitrina en la entrada, los libros de Vicent Marqués (la descomunal 'Història de la cuina catalana y occitana') a modo de saludo y declaración. Que nadie se los pierda: el último, sobre el bacalao, la carne y los 'menuts'.

Bullen las ollas, hay bullicio. Necesitamos alegría y bullanga.

El equipo

Roger Sánchez, Noelia Toison y Sonia Pons.

Suscríbete para seguir leyendo