Sabores orientales

Así se come en Casa Leopoldo, el nuevo restaurante asiático del Raval

Una familia de origen chino reabrió este lunes el histórico establecimiento ofreciendo platos orientales a precios muy asequibles

Shouhui Xia, una de las responsables del nuevo Casa Leopoldo, en la entrada del establecimiento del Raval.

Shouhui Xia, una de las responsables del nuevo Casa Leopoldo, en la entrada del establecimiento del Raval. / Ferran Imedio

Ferran Imedio

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[Este restaurante ha cerrado]

Shouhui Xia te atiende en unos perfectos castellano y catalán porque, a pesar de que sus orígenes están en el norte de China, ella nació en Badalona. Es una de las encargadas del restaurante asiático Casa Leopoldo. Sí, asiático. Adiós al rabo de toro que se servía en este local bajo el mismo nombre y que se convirtió en institución culinaria de la ciudad.

La familia de Shouhui regenta ahora el emblemático negocio con una carta que apenas tiene que ver con el pasado, fuera en manos de Rosa Gil o del tándem Romain Fornell-Òscar Manresa desde 2017, que en 2019 dieron una vuelta de tuerca a base de tapas con la ayuda de Rafa Peña (Gresca / Bar Torpedo). Pero llegó la pandemia y, tras dedicarse a cocinar para los más necesitados de manera solidaria, tuvieron que cerrar el negocio. Los 8.000 innegociables euros que exigía la propiedad no les dejó otra opción.

Más iluminado que antes

Y ha sido hace nada, cinco días, cuando la familia de Shouhui ha reabierto Casa Leopoldo con un marcado acento oriental y alguna que otra propuesta mediterránea. Ya dirigen otros dos restaurantes desde 2019 y tienen previsto abrir un par más en breve, de los que no quiere dar información. En el local del Raval también atiende su socio y también familiar Weikun Chen.

El ambiente de este viernes al mediodía en Casa Leopoldo.

El ambiente de este viernes al mediodía en Casa Leopoldo. / Ferran Imedio

"Nos ofrecieron el local aunque buscábamos algo grande por el Eixample pero lo visitamos y nos gustó porque, salvo que era un poco oscuro, lo habían dejado bastante bien. ¡Y eso que llevaba dos años cerrado! Solo pusimos más lámparas", comenta Shouhui. Tampoco podía hacer gran cosa porque forma parte del patrimonio de la ciudad y todos los elementos están protegidos. Incluso cambiar el color de la pintura de las paredes debe pasar por la aprobación de la administración.

"No conocíamos la historia"

Había una cosa que no les gustó y que sigue sin gustarles: su ubicación en el corazón de un Raval cada vez menos amigable. Pero el peso de la historia, el nombre de Casa Leopoldo pudieron más que cualquier inquietud al respecto y decidieron quedarse con él. "No conocíamos la historia, nos la contó el propietario. Y me interesó y comencé a investigar. Lo que me fascinó es que Rosa Gil fuera viuda de un torero y que esto fue el 4 Gats para los toreros de la época".

La sopa de algas con churros del nuevo Casa Leopoldo.

La sopa de algas con churros del nuevo Casa Leopoldo. / Ferran Imedio

Abrieron este lunes y ya tienen 'feed back' de los clientes, vecinos del barrio y turistas: la reconfortante sopa de algas con trozos de churros es del agrado de todo el que la prueba. En el nuevo Casa Leopoldo presumen también de dos platos de cerdo, el cerdo Dongpo y la picante panceta salteada con chile que se acompaña de pimientos y cebolla. La ternera salteada con pimientos, muy tierna, es otra propuesta interesante. "Nos dicen que la comida está buena y que es más barato que antes. Pero no tenemos un cocinero con una estrella Michelin", resume.

La carta del nuevo Casa Leopoldo.

La carta del nuevo Casa Leopoldo. / Ferran Imedio

Todos esos platos forman parte de una carta de más de 80 platos ("la queremos ampliar", anuncian) de la que salen los platos de un menú de mediodía cambiante que incluye primero, segundo y postre (tasta de queso, tiramisú, pastel de naranja o de chocolate, flan) o café, sin bebidas, y que cuesta 12,5 euros. 'Dim sum', sopa de miso, rollitos de primavera, 'gyoza', pato Pequín, bambú y setas salteadas... Los históricos azulejos de Casa Leopoldo son testigos mudos de un cambio de rumbo gastronómico que no ha sido el primero ni parece que vaya a ser el último en la ciudad.

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