Novedad en el Born

Restaurante Carmina: callos, fricandó y fiesta (donde estuvo el Senyor Parellada)

Platos de cocina tradicional y, las noches de los fines de semana, copas y música al ritmo de la música de un ‘disc jockey’

Una de las mesas del restaurante Carmina

Una de las mesas del restaurante Carmina / Ferran Imedio

Ferran Imedio

Ferran Imedio

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Acaso cansados de vanguardias y modernidades que en muchos casos no se entendían o no tenían mucho sentido, los gurmets han vuelto al refugio de la cocina tradicional. Frente a la adrenalina de la novedad y el descubrimiento de técnicas e ingredientes, han preferido la tranquilidad que aporta la seguridad de los platos conocidos, los que su memoria gastronómica identifica y aprecia con conocimiento de causa. 

Viene a cuento esta introducción grandilocuente para hablar del recién abierto Carmina (Argenteria, 37), que combina la carta tradicional con una oferta que va más allá con sus sábados por la tarde y noches de fin de semana al ritmo de la música de un 'disc jockey' y los cócteles de la barra que hay bajo la claraboya.

Decoración entre lo 'vintage' y lo colonial

El restaurante ocupa el local de Senyor Parellada, pero con otra decoración, a medio camino entre lo 'vintage' y lo colonial, sobre todo en la planta baja, con esos ventiladores en el techo y esos arcos y esas plantas colgantes… 

Bajo la dirección gastronómica de Josep Maria Masó, por la mesa pueden desfilar platos tan de toda la vida como unos callos y un fricandó de libro, de los que piden mojar pan. O como unos guisantes del Maresme estofados con alcachofa y butifarra negra, unas vieiras con 'ceps', cebolla caramelizada y aceite de trufa, un 'suquet' de pescado de roca con patatas, una 'escudella i carn d’olla'…

En Carmina, por las mañanas hay desayunos de 'forquilla' con platos como tripa a la catalana, y por las noches de los 'findes', lo dicho, fiesta y copas bajo los neones de los capiteles de las columnas. Porque la tradición no tiene por qué ser aburrida.

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