Los restaurantes de Pau Arenós

¿Qué se come en Goxo, el restaurante de David Muñoz en Barcelona?

Sillas rojas, mesas negras, una gran barra y bandejas con los 'udon' Singapur con 'suquet' o el pollo 'coquelet' con 'baos', patatas paja y salsas

David Muñoz, en el restaurante Goxo, en Barcelona

David Muñoz, en el restaurante Goxo, en Barcelona / Ferran Nadeu

Pau Arenós

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El lunes me enamoré, al menos, tres veces. Fue en Goxo, Goxo ya como lugar, después de haber sido un no-lugar de 'delivery' y 'take away', servicios que continúan en marcha, o en moto.

Goxo restaurante, digo, en el Hotel NH Collection Constanza. El Goxo que David Muñoz, Dabiz, inventó con Cristina Pedroche y que en un año, y de momento solo en Barcelona, tiene sillas rojas y mesas negras, porque el rojo y el negro son colores XO.

Los 'udon' Singapur con 'suquet' de Goxo.

Los 'udon' Singapur con 'suquet' de Goxo. / Ferran Nadeu

«Alta cocina vestida de 'fast food'», me dijo a finales de septiembre, y algunos copiaron la frase publicada. «Alta cocina creativa casera», siguió el lunes. «Dentro se trabaja como en la alta cocina. Fuera, en el comedor, es un 'fast food'». 'Fast food' con sillas cómodas, tapizadas y rojas, y una pantalla que anuncia el pedido para recoger en una bandeja.

Goxo Barcelona

Hotel NH Collection Constanza (entrada por Jardins de Sant Joan de Déu)

No admiten reservas

Precio medio (sin vino): 25-30 €

Y colas: gente aguardando desde las ¡11.30! a la espera de pillar sitio a las 13.15. Porque no hay reservas. «Estamos dando unos 60 cubiertos diarios: nos paramos ahí», explicó Pablo Anguré, responsable de cocina, al alimón con Kilian Martínez, jefe de sala.

Y música a volumen de 'after': ese fue mi enfurruño de cronista de mediana edad y un ítem irrenunciable para Dabiz. Vale, lo superé para hacerme el enrollado.

El cocido Hong Kong-Madrid

El cocido Hong Kong-Madrid / Ferran Nadeu

Primer flechazo: los 'udon' a la carbonara Singapur, con un huevo, carabineros, mantequilla ahumada, beicon y un 'suquet' de crustáceos y chipotles. En una botellita de plástico, el 'suquet', que había que verter sobre los fideos, romper el huevo y mezclar. «No me gusta que se remueva demasiado», advirtió Dabiz. Venga, suavemente, pasemos el examen.

Al llevarme a la boca los 'udon' impregnados con el 'suquet' singapurense, me sucedió lo mismo que al probar la lasaña Mumbai como 'delivery' hace un tiempo: algo conocido que acababa de conocer.

A eso se refería David al hablar de «casero»: una lasaña, un 'suquet', un cocido viajero Hong Kong-Madrid. Él pensaba ya en una 'escudella', ¿Tokio-Barcelona? Propuse unos canelones, versátiles.

El pollo 'coquelet' con 'baos', salsas y patatas fritas.

El pollo 'coquelet' con 'baos', salsas y patatas fritas. / Ferran Nadeu

El segundo amor: los gazpachos, el de fresones con tomates maduros y el de guayaba con hierbabuena, los dos, de rojo sangre corporativo.

El tercer arrebato: el pollo frito «híper crujiente» –el entrecomillado no era mío, sino de ellos, pero lo secundé–, con varios rebozados y el interior tierno y salsas para guarrear. Y las patatas fritas con 'allioli vindaloo'.

Porque en Goxo, el comensal se emporcaba. Finolis, no molesten.

Con los palillos y los cubiertos, una toallita húmeda para que los dedos pudieran ser participativos. Era recomendable meter las yemas en la trilogía de Pollos Muñoz –de esa peleona forma se llama el apartado pollero–, que además de los mencionados «híper crujientes», picoteaban unas alitas mantequillosas y un 'coquelet' deshuesado y con instrucciones: abrir un 'bao', llenarlo con carne, dos mojos y patatas paja. ¿Marrano? Sí, pero más satisfactorio que un número premiado de bonoloto.

La gran barra de Goxo en Barcelona.

La gran barra de Goxo en Barcelona. / Ferran Nadeu

Similar necesidad dactilar en el servicio de costilla, con exceso de humo en el primer contacto, aunque atenuado al apretarla en un taco con pico de gallo de piña y ensalada.

Eran raciones abundantes, pensadas para dos personas o para partidarios del exceso. Comía solo. 

Para Dabiz, Goxo fue terapéutico: «Salvó el mundo XO y me salvó a mí. Me permitió cocinar otras cosas y divertirme. Y me di cuenta de que me apetecía volver a Diverxo». 

Cola para acceder al local de David Muñoz en Barcelona.

Cola para acceder al local de David Muñoz en Barcelona. / Ferran Nadeu

Cócteles –Madrizzzzz, con ginebra y violetas; ¿qué tendría que llevar un imaginario BCNnnnn?– y, de postre, 'donas' (el pre dónut) de crema de chocolate y avellana.

Sobre las 15.00 entraron unos clientes. ¿La mejor hora? Posiblemente. Al menos, la posibilidad de cargar un 'take away' si no les daban asiento.

Enamoramientos: así comencé.

David quería a Barcelona y la respuesta era recíproca.

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