Establecimiento histórico
Adiós a otro restaurante veterano: La Llave cierra las puertas
La fallida negociación por la renovación del alquiler y una pandemia económicamente devastadora han puesto fin a 41 años del popular restaurante de la Dreta del Eixample
Ferran Imedio
Periodista. Redactor del canal Cata Mayor
Periodista barcelonés apasionado por su trabajo que lleva casi tres décadas escribiendo en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, donde ha pasado por las secciones de El Día por Delante, Sociedad, Gran Barcelona, Deportes, Exit e Icult. Ha sido coordinador de las páginas de Motor, responsable de Gente y de las páginas de gastronomía Gourmet's.
Otro clásico de la restauración barcelonesa que dice adiós para siempre. Otra vez la nostalgia gourmet tras conocerse, este lunes, que La Llave (Consell de Cent, 388) cierra las puertas definitivamente después de 41 años. Queda el consuelo de saber que deja un buen sabor de boca entre su fiel clientela gracias a una cocina de mercado que resistió cualquier moda. Pero la renovación del alquiler del local, que vencía en junio, y la complicada relación con la propiedad a raíz de la pandemia (una parte pedía una rebaja y la otra exigía el pago de la renta sin descuento), han acabado con el negocio que dirigía Álvaro Igualador.
Adiós a su cocina de mercado, que solo servía los días laborables al mediodía (con el añadido de los desayunos). Adiós a sus aclamados callos a la madrileña, y a sus legumbres, y a su merluza, y a su rodaballo, y a su ternera, y a su hamburguesa, y a sus patatas a la riojana, y a sus finas láminas de piña con miel y piel de lima, y a su flan casero, que ni siquiera pasaba por la nevera porque lo hacían casi, casi al momento. Adiós a los platos que cocinaban con cariño con lo que habían comprado por la mañana en el cercano mercado de la Concepció.
La Llave ha dado de comer a políticos como Aznar y Pujol, a dibujantes como Forges y Ferreres, a los entonces futbolistas Valverde y Alexanco, a los actores Brigitte Nielsen, Imanol Arias y Joel Joan, al cantante Loquillo, a los escritores Elena Ochoa, los hermanos Moix y Paul Preston, al humorista Andreu Buenafuente y a muchos periodistas como Jordi Évole, Josep Cuní, Antonio Franco (a pocos metros estaba la antigua sede de EL PERIÓDICO). "Estoy muy orgulloso de nuestros clientes, que han sido encantadores, y de la calidad que les hemos dado de principio a fin desde que abrimos en 1980", comenta con emoción Igualador, consciente del mérito que supone haber tenido siempre lleno solo con platos del día y una carta, sin menú, y en un panorama gastronómico cada día más competitivo. "Cuando llegamos solo había dos bares en Consell de Cent entre Girona y paseo de Sant Joan. Ahora hay 22", apunta.
La Llave que abrió Igualador ya se llamaba así en 1980. "Era muy popular pero tenía otro concepto. Por ahí -recuerda- pasaba media Barcelona, que iba al Scala y a la discoteca Planeta 2001, que era muy chic". Él y su equipo, que ahora tienen "entre 66 y cincuenta y tantos años", le dieron la línea que ha mantenido todos estos años, hasta que, por sorpresa (relativa), han tenido que cerrar para siempre.
La sorpresa es relativa porque la propiedad quería echarlos. En los últimos meses, Igualador, en vez de pagar los casi 3.000 euros (IVA aparte) directamente al dueño, consignó en un juzgado el 40% de la renta mensual. La razón: la pandemia los había dejado bajo mínimos y pidió una rebaja que no logró. Se basaba en el estudio de un perito judicial que certificaba que en 2020 solo había logrado el 20% de la facturación respecto a las de 2018 y 2019. Pero eso no cambió la posición del dueño del local (y del edificio).
Mientras el litigio estaba en los tribunales, el propietario pidió un desahucio. Un día antes de que se ejecutara, en julio, un recurso del restaurador lo paró 'in extremis'. La película se ha repetido ahora pero con final infeliz a pesar de que la jueza que había ordenado el desahucio y después su paralización es la misma. "No entendemos nada", se lamenta Igualador, que también ha llevado a los tribunales la exigencia de la propiedad de cobrar ahora, de golpe, los seis meses de renta que se aplazaron por la pandemia y que se iban a pagar en 24 cuotas.
Ahora sopesa si recurre el auto de la jueza, que le obliga a cerrar definitivamente mientras llega, dentro de dos o tres años, una resolución definitiva. También espera conocer qué pasará con la renta del 40% que consignaba en el juzgado desde mayo del año pasado: ¿quedará así o tendrá que abonar el 60% restante? Mientras todo esto se resuelve, solo hay una cosa cierta. Y triste, muy triste: La Llave ha cerrado.
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