AEROLÍNEAS GASTRONÓMICAS

La vuelta al mundo en 11 restaurantes de Barcelona

Sin salir de Barcelona te puedes pegar unos saltos transoceánicos que dejarían a Willy Fog en estado catatónico. Vuelos 'low cost', que no 'low fat'

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Òscar Broc

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Fuera de Instagram, hay personas que no tienen amigos con barco, no han ido a Menorca o no han podido coger un avión dirección Bangladesh para un reajuste de chakras. 'Vacaciones infernales', que cantaba Alaska. El 2020 será el año que menos hemos viajado, pero no será el que menos hemos comido. Muchas veces comer es viajar y en Barcelona te puedes pegar unos saltos transoceánicos sin despegar las manos del mantel que dejarían a Willy Fog en estado catatónico. Vuelos 'low cost', que no 'low fat', cortesía de restaurantes que son aerolíneas gastronómicas. Así de fácil es comerse el mundo con una T-Casual. Vamos a despegar: desabrochaos los cinturones.   

1. Coge el dinero y curri

Conexión India-BCN

Este tren no va a Darjeeling, pero si pasa por <strong>Masala 73</strong>, todo bien. Cocina india de muchos quilates, atrevida, apetecible, a precios muy razonables. Sus guisos de curri son estratosféricos, entre los mejores de la urbe, y siempre podrás protegerte de la onda  expansiva de sus especias con un naan celestial que cuecen a diario.  Korma de verduras, pollo tikka masala, pakoras... Y la fiesta prosigue en su fórmula mediodía en formato thali, una bandeja individual repleta de delicias indias a 13 euros. 

<strong>Mirch </strong>es otra historia, un indian garito tendente al barullo que encaja en el Raval como un corpiño de Bollywood. Ivan Surinder (responsable del también imprescindible Tandoor) ha estructurado una carta de alta velocidad con curris sabrosos, naan caseros ¡con beicon y queso! y la joya de la casa: el vada pav Butter Chicken, un bocadillo indio de contramuslo de pollo, con una salsa mística en la que Ganesha hundiría su trompa eternamente. 

Masala 73. Muntaner, 152. masala73.com 

Mirch. Dels Àngles, 12. restaurantetandoor.com/mirch


2. Indonesia sin anestesia

Sudeste asiático

La carta de <strong>Makan Makan</strong> es como el viaje mochilero que hiciste por el sudeste asiático, pero más barato y sin despertares en comisarías tailandesas. Los habitantes del Raval aman este restaurante esquinero repleto de guiños a Tailandia, China y, sobre todo, Indonesia. 

El wonton con carne de cerdo y aceite de Sichuan es porno de autor, el mejor calentamiento antes de llegar a la patria del chef indonesio Andrey Finanta. Allí espera el rendang, un estofado de ternera que te eriza la nuca. Me encantaría hacer natación sincronizada en el bol de nasi gorem, arroz salteado indonesio. Y para terminar, el ketan hitam, una delicatessen de arroz glutinoso, con una textura más sensual que los mofletes de tu pareja.   

Makan Makan. Lluna, 4. facebook.com/makanmakanbcn


3. Beirut en el corazón

Tradición libanesa

<strong>Iakni </strong>es un pequeño restaurante de cocina libanesa que apuesta por el menos es más. La carta es sucinta pero va directa al grano. Fabrican todo lo que pueden desde cero y se ciñen a platos tradicionales con fondo casero. ¿Falafel y shawarma? Por supuesto, pero qué gozo el  hummus, el baba ganoush y el kibbe de ternera, entre los mejores que he comido en Barcelona. Y si te queda poca batería, enchúfate un café libanés; entrarás en la oficina como Hulk en 'Thor: Ragnarok'.  

Iakni. Vilamarí, 3. www.iakni.com


4. No te olvides la toalla

México marinero

¿Te apetece ir a una playa de México? Pregunta retórica. Maro Azul quiere que sientas la arena entre los dedos, que desconectes con su carta de cocina mexicana del mar. Si quieres burritos y nachos, vete a un partido de los Jets, esto es México costero en estado puro. Me encantan los torreznos de pulpo con tajín, la tostadas de atún, el aguachile verde, el explosivo ceviche de corvina y los tacos marineros (deliciosos los de pescado en adobo y ensenada). Hay producto y respeto, una cocina valiente, sabores del mar que explotan en tu lengua y un menú mediodía brutal por 15 euros, menos de lo que cuestan dos cubatas en un vuelo Barcelona-México DF. 

Maro Azul. Roger de Flor, 218. maroazul.com


5. Calor escandinavo

Delicias suecas

Aparca el drakkar en la Zona Blava. A Odín le pido que hayas desayunado poco, vikingo, porque acabas de entrar en Pappa Sven. El restaurante de Nina Olsson es una celebración de la gastronomía sueca y un chute de hygge muy placentero. Si quieres comerte Suecia, ponte en manos de esta chef especializada en cocina nórdica. ¿Pescado?  Arenques, salmón… ¿Carne? Albóndigas de verdad (no las de Ikea) o reno ahumado. Y no le temas a las patatas rellenas de panceta (receta de la abuela de Nina) ni a los postres tradicionales. Acabarás con las pupilas más dilatadas que los protagonistas de Midsommar.     

Pappa Sven. Villarroel, 22. www.pappasven.es


6. Piñatas del Caribe

Cocina tropical

Si fueras Jay Z, cogerías tu avión privado y te irías a las Bahamas, pero como solo puedes coger el 7, dile al conductor que al Raval. Allí está Trópico, un restaurante que, como su propio nombre indica, se ha especializado en gastronomía de los trópicos. La resaca es un idioma universal que en este espacio no se habla: su brunch es tremendo. Las arepas de-lo-que-sea son tan vigorizantes como el ají de gallina, el bol amazónico de açai o los huevos rancheros con chipotle. El tour no tiene fin. Patacones, tequeños, zumos mareantes y bandejas de frutas tropicales cruzan tu campo de visión. Solo falta el camarero de 'Vacaciones en el mar' susurrándote al oído: «Del Caribe la traigo yo». Con mascarilla, claro.  

Trópico. Marquès de Barberà, 24. www.tropicobcn.com


7. Perú siglo XXI

Ceviches y más

Hay restaurantes a los que vas sabiendo que el partido está ganado. <strong>Yakumanka </strong>es uno de ellos. En este peruano con la firma de Gastón Acurio se imponen las mejores piezas de pesca salvaje, de modo que el ceviche (mi favorito de Barcelona) es ley y los tiraditos, sencillamente  sublimes. Los anticuchos y el arroz chaufa no se quedan atrás. Y tampoco su arsenal de pisco sour, tan tremendos que al segundo estarás haciéndole un calvo al 2020. 

<strong>Leche de Tigre</strong> es el parque de juegos de Nicky Ramos, un inquieto chef peruano con unos deditos que ya quisiera el Mago Pop. Su ceviche clásico, ají de gallina y anticucho de corazón de ternera necesitan circular por tu aparato digestivo y lo sabes.

Yakumanka. València, 207. yakumanka.com

Leche de Tigre. Martínez de la Rosa, 10. www.lechedetigre.es


8. Udon de estás corazón

Fideos japoneses

Kenji Ishizuka te vende un billete a Kioto por menos de 20 €. Al probar sus fideos udon artesanales entenderás por qué el cliente succiona el insuperable curri udon como si tuviera una aspiradora Dyson en lugar de tráquea. Obligatorio también el udon con butamiso y el karaageel mejor pollo frito a la japonesa de Barcelona. En la pared hay dibujos originales de Yoichi Takahashi, el creador de 'Oliver y Benji'; el autor les dejó un bonito recuerdo al visitar Barcelona. Si esto no es el sello de garantía nipona definitivo que baje el Dr. Slump y lo vea.

Yoi Yoi Gion. Diagonal, 383. facebook.com/yoiyoigionudon


9. Porque esto es África

Guisos y ‘mesobs’

Es inexplicable que la maravillosa gastronomía etíope no haya sido pasto de hípsters. En Taitu, un recorte de África cosido en Poble-sec, podrás conocerla a precios populares. Las mesas artesanales, mesob, te llevan a Etiopía de cabeza. Sus guisos especiados, a fuego eterno, rezuman verduras, la ternera se deshace, las legumbres estallan. Y comes al estilo etíope, en bandeja comunitaria y con las zarpas: la comida se reparte sobre una crep, la injera, que te sirve para atrapar el maná.

Taitu.  Nou de la Rambla, 149. www.taitu.es  

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