versión mini de un local histórico

7 platillos para La barra del 7 Portes

El veterano restaurante ha abierto en un local contiguo un pequeño espacio donde sirve una veintena de sus recetas, pero en un formato más pequeño. Seleccionamos 7

Ensaladilla rusa de La barra del 7 Portes

Ensaladilla rusa de La barra del 7 Portes / periodico

Ferran Imedio

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7 Portes ha tardado 183 años en tener una barra. Lo que a otros establecimientos llega en el minuto uno, aquí se ha demorado casi dos siglos. No se ha instalado en el veteranísimo restaurante, sino en un local contiguo que da a la calle de la Reina Cristina (está en el número 11) y que hasta hace unas semanas era uno de sus almacenes. Unas obras en la enorme cocina de 450 metros cuadrados ayudaron a liberar este espacio, ahora destinado a servir una veintena de los 80 platos que se ofrecen en la casa gran. Con una diferencia: aquí tienen un formato más pequeño para que se puedan comer y compartir de manera informal, entre la propia barra y algunas mesas altas y bajas. Así pues, nunca es tarde si la dicha es buena. Y sus platillos lo son. 

Platos en peligro de extinción

Platos en peligro de extinciónLos manteles blancos que identifican al 7 Portes desaparecen pero como guiño al hermano mayor quedan unas mesas de color blanco, el suelo de damero y el granate de las paredes. De todos modos, la mayor conexión está en el paladar porque son las mismas recetas, solo que en cantidades y precios menores. En algunos casos, difíciles de encontrar en cualquier barra, como el arroz para una persona. Algunas de las propuestas están bajo el epígrafe Platos en peligro de extinción, como las albóndigas con sepia, que se hacen igual que hace décadas. "Desde que tengo uso de razón", apunta Paco Solé Parellada, de 75 años, dueño del negocio. "El sabor 7 Portes está aquí", resume el empresario, aficionado al dibujo cuyas ilustraciones decoran las paredes de la barra y del lavabo.

Hemos probado siete platillos de La barra del 7 Portes, incluidas las albóndigas. Son estos. La ensaladilla rusa es canónica y la ración, generosa. Sobre ella lucen dos trozos de atún. Los mejillones a la marinera llevan un sofrito clásico con cebolla y tomate. También se hacen al vapor. También clásicos son los calamares a la romana, que se acompañan con mayonesa y salsa romesco. El canelón trufado es más meloso –y goloso– que el tradicional, que solo se sirve en el restaurante grande.

Conchas de marisco

Conchas de mariscoLas conchas de marisco merecen un comentario más extenso. Aparecen en todos los libros de cocina catalana desde principios del siglo XX aunque apenas se ven hoy en día. Pero tanto en el 7 Portes como en La barra del 7 Portes tiene su razón de ser. A los 'foodies' de última generación les diremos que es una concha de vieira rellena con pescado y marisco, bechamel, pan y queso que se gratina al horno antes de llegar a la mesa.

El séptimo –o los séptimos– son los impecables arroces. Otro punto a favor de esta pequeña casa, con capacidad para 30 personas (la grande puede dar de comer a 300). Se hacen al momento y los camareros los cantan desde la barra. En vez de los 12 de la carta del otro local, ofrecen cuatro: de conejo (con un punto picante), de verduras, Parellada y 'fideuà'. 

La barra del 7 Portes es pequeña, pero también apunta a una larga vida.