LOS RESTAURANTES DE PAU ARENÓS

Gat Blau: conejo eco y con eco

Pere Carrió y Jo Mestres en el restaurante Gat Blau. Foto: Joan Puig

Pere Carrió y Jo Mestres en el restaurante Gat Blau. Foto: Joan Puig

PAU ARENÓS

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[Este restaurante tiene una nueva dirección: Comte Borrell, 122. El teléfono es el mismo]

Pere Carrió es un fanático de la cocina: a los 18 años se regaló un Roner; a los 25, una Pacojet; con 28 ha conseguido un Josper de segunda mano. Eso es amor sincero por el oficio de chef, y por los aparatejos.

Otros se conforman con coleccionar cartas de restaurantes o en mangar cubiertos. La Pacojet y el Roner lo han acompañado en su circunvalación profesional, que inició en Gat Blau cuando aún era estudiante de hostelería hace una década para regresar al mismo maullido.

Cuando aparece en una cocina, carga con una maleta con los trastos.

En el viaje por el Empordà, Rubí y de vuelta a la calle Consell de Cent adquirió reflexión y sospecha por el kilometraje, así desde hace el 2010 Gat Blau es ecológico y adscrito al Km 0. ¡Mau!

Escucho a muchos chefs del club que se declaran comprometidos pero sin 'talibanear' o 'roucovarelar'. Pere también aduce a esa flexibilidad: “No compro algo porque sea eco, no es una cuestión de sello. En el caso de los animales lo tengo claro, la certificación me da confianza. Y en cuanto a los transgénicos, ni hablar”.

Se ocupa de transmitir ese pensamiento a los clientes con hojas volanderas que promocionan el consumo de un plato vegetariano ('reduïm la petjada') y la procedencia de la despensa: cerdo de la Vall d’en Bas, ternera de L’Espunyola, potro de la Vall Fosca, verduras del Vallès y de El Prat, pescado de la Barceloneta.

Este Gat Blau, que fundó la amabilísima Jo Mestres, asociada con Pere, tiene dos vidas: la alborotada de mediodía, con un MMB, uno de los Mejores Menús de Barcelona, a 11,20 euros, y la sosegada de las noches (de momento, jueves y viernes) con menús de 21 y 28 euros.

En ambos casos, el gato es azul por los pocos billetes que cuesta darle un mordisco. Bueno, y puede que por Roberto Carlos.

Hay disociación entre la decoración sin decorador, “triste y azul”, y lo que sale de esa cocina, alegre y verdoso.

En coherencia, una oferta de vinos ecológicos que merece ampliación. 'Copeteo' con el Mas Petit de Parés Baltà, tinto menor.

Agua gratuita, en botellas ¡azules!, servicio que se agradece y que habla de generosidad y activismo.

El comienzo es certero con la coca con habitas y 'cansalada', bocado de intenso sabor (la base es demasiado dura).

Lo siguiente es radical –lo elige Jo por mí–, los puerros confitados con coles de Bruselas y aceite de cebollino. No soy vegetariano, todo sea por reducir la huella, la próxima vez vendré descalzo. Es bueno, masticador, carnoso, aunque lejos de mi ideal.

La sardina con 'tapenade' y puré de hinojo a la brasa se acerca a mi onda, notable.

Y excelente, la terrina de lomo de conejo del Matarranya, ligeramente escabechado, con puré de guisantes. Conejo en casa del gato. Tierno (“hecho con el Roner”), sin rastro de la pérfida grasilla. Es casi imposible encontrar al primo de Bugs Bunny en las casas afamadas.

¿Por qué los chefs ignoran al roedor? ¿Por familiar y trivial?

Los dos postres son para jalear: el sándwich de queso de oveja texturizado y el mini 'coulant' de avellana con helado de vainilla.

La corrección es sencilla: ¡no es necesario rematar con cebollino cada plato! Dicho esto, el gato, Pere y Jo tendrán una próspera vida eco. Con eco. Buen restaurante, restaurante, restaurante.

Atención: a lo barato que se come a mediodía, incluso por 7,80 €.

Recomendable para: los que sospechan de los transgénicos y otras pestes.

Que huyan: los que crean que el Km 0 es un camelo.