Por María Jesús Ibáñez

Mayo trae a los mercados los primeros cestos de fruta dulce. De cerezas, de albaricoques, de frambuesas y fresas de proximidad, de ciruelas tempranas y de algún que otro melocotón... Estalla la primavera y los árboles y las huertas están ya preparadas para un verano que se avecina generoso en productos de la tierra. Aprovechemos el momento, pues, para empezar a llenar la despensa con tarros de mermelada, conservas y almíbares, hechos con frutas y hortalizas maduras y de temporada.

En el mar, mayo es mes de pescado azul y, en el delta del Ebro, empieza la temporada del mejillón de roca. Eso sin olvidar que este es también tiempo de caracoles, un alimento que despierta fervientes filias o fobias (o te gustan mucho o no te gustan nada), bajo en calorías y que se puede preparar de modos muy diversos.

Teresa Tió ya notó, tras la floración, que la campaña de la cereza iba a venir muy justa esta primavera. "El cerezo es un árbol espabilado, que detecta enseguida si va a disponer de agua suficiente o no, y por tanto se autorregula y expulsa las flores sobrantes para no pasar estrés", cuenta esta payesa de Martorell (Baix Llobregat), que a finales de mes empezará a recoger los primeros frutos. Va a ser una cosecha menguada, pero de buena calidad, pronostica Tió.

Ricas en vitamina C, A y del grupo B, las cerezas contienen también abundante potasio, además de fósforo, magnesio y calcio. Son perfectas como fruta fresca (aunque hay que ir con cuidado con los niños muy pequeños) y se usan tanto para postres y zumos como para salsas, aliños y aguardientes. Son un excelente depurativo intestinal y, gracias a sus altas dosis de melatonina, ayudan a regular el ritmo cardíaco y los ciclos de sueño.

En el Baix Llobregat, donde Teresa Tió tiene sus tierras, se producen actualmente la mitad de las cerezas de Catalunya, un cultivo al que, en esta zona, se dedican en torno a 200 familias. El otro territorio productor en Catalunya es el Segrià. Allí, la cereza es algo más tardía, pero el fruto es de tal tamaño (y calidad) que algunas variedades están cotizando en los mercados de lujo. Es famoso, por ejemplo, el caso de la 'cherry glamour' que se cultiva en Almacelles y por la que algunos sibaritas han llegado a pagar hasta 100 euros el kilo.

En los mercados convencionales, sin embargo, las variedades que llegan ahora son la 'burlat', la más temprana, y, dentro de unos días, la 'starking', ambas muy valoradas por su sabor dulce y fresco. También estarán muy pronto disponibles las cerezas del Jerte, la zona productora por excelencia de España, aunque en los dos últimos años las zonas frutícolas de Calatayud y Mequinenza, ambas en Zaragoza, han tomado la delantera.

Mientras pasea por su campo de cerezos, Tió explica pros y contras de este cultivo. Y de la vida en el campo, en general, amenazada por plagas como la del jabalí y, de un tiempo a esta parte, de la conocida como mosca Suzuki, un insecto de origen asiático (Drosophila suzukii matsumura) que "lleva unos años dañando las cosechas de cerezas y otros frutos rojos". "Nuestra finca está plantada con distintas variedades, para que los árboles se polinicen entre sí", prosigue. "Por eso aquí, en un mismo lugar, hay cerezas santinas, 'ruby', 'burlat', 'lapin', 'prime giant' y 'early lory'", cuenta.

PRECIO EN MAYO:

entre 4,50 y 16 euros/kilo

Una mermelada casera es, además de saludable, una buena manera de reaprovechar productos sobrantes o demasiado maduros para consumirlos en fresco. A diferencia de las del súper, que acostumbran a rondar el 50% de azúcar, la compota de frutas hecha en casa puede hacerse con edulcorantes menos calóricos o con un contenido de azúcar menor. La elaboración, vaya por adelante, es entretenida, pero merece la pena.

En principio, cualquier fruta sirve para hacer mermelada, pero las que ahora son de temporada (cerezas, fresas, frambuesas, albaricoques y ciruelas) son ideales para este fin. Hagamos una selección de las que estén bien maduras, lo que nos permitirá, además, reducir la dosis de azúcar adicional, ya que la fruta aportará su propia fructosa a la cocción. Tras elegirlas (pongamos, por ejemplo, un kilo), lavémoslas bien y, en caso necesario, como los albaricoques, pelémoslas.

Ponemos una cacerola a fuego medio-alto hasta que empiece a hervir y después lo bajamos a fuego medio-bajo que alcance justo a mantener un hervor ligero durante media hora. Pasada esa media hora veremos que la fruta empieza a estar cocida y se empieza a deshacer, en este momento, bajamos el fuego al mínimo y lo dejamos que siga haciéndose, removiendo cada 15 o 20 minutos.

La dosis de azúcar, edulcorante o sirope va a depender del gusto de cada uno. Por norma general, se calcula que por cada kilo de fruta se agregarán unos 800 gramos de azúcar blanco, pero, como decíamos, lo mejor es ir probando la mezcla hasta que tenga el dulzor deseado. Con las frutas más ácidas (naranjas o fresas), se debe de añadir también una cucharadita de zumo de limón para regular esa acidez.

Antes de triturarla, conviene comprobar que la mezcla no haya quedado excesivamente líquida. Si es así, se puede agregar, antes de sacarla del fuego, una manzana pelada o una pequeña cantidad de agar agar, que ayude a gelificar el producto. Una vez apagado el fuego, dejemos reposar la mermelada durante unos 10 minutos. Si no queremos que queden tropezones grandes, pasemos la batidora hasta deshacer la fruta por completo.

Antes de meter la mermelada o confitura en tarros de cristal, hay que asegurarse de que estos han sido esterilizados. Para ello, se recomienda hervirlos durante al menos 15 minutos y luego escurrirlos bien. La mermelada o confitura se debe introducir en el bote esterilizado, secado y en caliente, dejando un espacio de un centímetro en el borde superior. Asegurémonos también de que se eliminan las burbujas que hayan podido formarse, limpiemos el borde con un paño humedecido en agua caliente y cerrémoslo al vacío.

Por último hemos de esterilizar también los tarros llenos y cerrados para preservar los alimentos. Se puede hacer en una olla a presión o en una convencional. En los dos casos, colocad un trapo en el fondo para aislar los tarros la olla y cubridlos de agua hasta el borde, pero sin llegar a las tapas.

En la olla a presión, cuando el agua comience a hervir y el vapor a salir por la válvula, hay que dejarlo 15 minutos. Si no tenemos una olla a presión, la alternativa es poner los frascos al baño María en una cazuela con tapa y hervirlos entre una y dos horas. No olvidemos etiquetarlos, antes de guardarlos, para saber la fecha en que se hizo la mermelada.

Una mermelada casera es, además de saludable, una buena manera de reaprovechar productos sobrantes o demasiado maduros para consumirlos en fresco. A diferencia de las del súper, que acostumbran a rondar el 50% de azúcar, la compota de frutas hecha en casa puede hacerse con edulcorantes menos calóricos o con un contenido de azúcar bastante menor. La elaboración, vaya por adelante, es entretenida, pero merece la pena. Estos son los pasos a seguir.

En principio, cualquier fruta sirve para hacer mermelada, pero las que ahora son de temporada (cerezas, fresas, frambuesas, albaricoques y ciruelas) son ideales para este fin. Hagamos una selección de las que estén bien maduras, lo que nos permitirá, además, reducir la dosis de azúcar adicional, ya que la fruta aportará su propia fructosa a la cocción. Tras elegirlas (pongamos, por ejemplo, un kilo), lavémoslas bien y, en caso necesario, como los albaricoques, pelémoslas.

Ponemos una cacerola a fuego medio-alto hasta que rompa a hervir y después lo bajamos a fuego medio-bajo que alcance justo a mantener un hervor ligero durante media hora. Pasada esa media hora veremos que la fruta empieza a estar cocida y se empieza a deshacer, en este momento, bajamos el fuego al mínimo y lo dejamos que siga haciéndose, removiendo cada 15 o 20 minutos.

La dosis de azúcar, edulcorante o sirope va a depender del gusto de cada uno. Por norma general, se calcula que por cada kilo de fruta se agregarán unos 800 gramos de azúcar blanco, pero, como decíamos, lo mejor es ir probando la mezcla hasta que tenga el dulzor deseado. Con las frutas más ácidas (naranjas o fresas), se debe de añadir también una cucharadita de zumo de limón para regular esa acidez.

Antes de triturarla, conviene comprobar que la mezcla no haya quedado excesivamente líquida. Si es así, se puede agregar, antes de sacarla del fuego, una manzana pelada o una pequeña cantidad de agar agar, que ayude a gelificar el producto. Una vez apagado el fuego, dejemos reposar la mermelada durante unos 10 minutos. Si no queremos que queden tropezones grandes, pasemos la batidora hasta deshacer la fruta por completo.

Antes de meter la mermelada o confitura en tarros de cristal, hay que asegurarse de que estos han sido esterilizados. Para ello, se recomienda hervirlos durante al menos 15 minutos y luego escurrirlos bien. La mermelada o confitura se debe introducir en el bote esterilizado, secado y en caliente, dejando un espacio de un centímetro en el borde superior. Asegurémonos también de que se eliminan las burbujas que hayan podido formarse, limpiemos el borde con un paño humedecido en agua caliente y cerrémoslo al vacío.

Por último hemos de esterilizar también los tarros llenos y cerrados para preservar los alimentos. Se puede hacer en una olla a presión o en una convencional. En los dos casos, colocad un trapo en el fondo para aislar los tarros la olla y cubridlos de agua hasta el borde, pero sin llegar a las tapas.

En la olla a presión, cuando el agua comience a hervir y el vapor a salir por la válvula, hay que dejarlo 15 minutos. Si no tenemos una olla a presión, la alternativa es poner los frascos al baño María en una cazuela con tapa y hervirlos entre una y dos horas. No olvidemos etiquetarlos, antes de guardarlos, para saber la fecha en que se hizo la mermelada.

Como el marisco, el refranero dice que los caracoles es mejor comerlos en aquellos meses cuyo nombre no contiene la letra erre (es decir, en mayo, junio, julio y agosto). Sea como fuere, lo cierto es que ahora empieza la temporada para un producto singular, muy celebrada en algunos lugares donde son tradición, como en el Aplec del Cargol de Lleida.

Aquí os dejamos cuatro propuestas de cómo prepararlos, sin olvidar, eso sí, que antes hay que lavarlos siempre muy bien (con al menos cuatro aguas, según los expertos).

La samfaina, una salsa tradicional catalana, no deja de ser una versión de un pisto, a base de tomate, cebolla, pimiento rojo y verde, berenjena y calabacín. Los caracoles se añaden a esta salsa cuando está ya bien pochada y cuando falten solo unos pocos minutos para llevarlos a la mesa.

La llauna (lata, en castellano) solía ser la tapa de un bidón o cualquier otro pedazo de metal que encontraran los payeses por el campo. Los caracoles, en este caso, no se lavan. Se ponen boca arriba sobre la llauna, se cubren casi por completo de sal y pimienta y se ponen a asar sobre la llama viva. Se sirven con allioli.

Una opción más andaluza. Con aceite de oliva, dos cebollas, un pimiento verde y varios dientes de ajo, se prepara la base de este plato, cuyo toque final es en una picada de almendras fritas, con pimienta, comino y pan frito. Mezcladas con un poco de agua, estas almendras picadas se vierten en el último minuto en la cazoleta.

Con una cabeza de ajo entera pelada, aceite de oliva, dos ramitas de tomillo y una hoja de laurel, pimienta negra, una cucharada sopera de harina y panceta y chorizo se preparan en un periquete los caracoles a la gormanta, una alternativa calórica a la que se suele añadir, como toque final, un chorro de coñac.

PRECIO EN MAYO:

entre 6,50 y 12 euros/litro

Calabacines y pepinos alcanzan en mayo uno de sus momentos más óptimos. Ideales para cremas (los primeros) y ensaladas (los segundos), estas dos curcubitáceas están este mes a precios muy moderados. Los mercados reciben también los mejores espárragos blancos de Gavà y de Navarra. Van terminando las habas y los guisantes (de superproximidad) y empiezan a verse las primeras judías verdes locales, aún un poco altas de precio, eso sí.

Sigue siendo un buen momento para consumir carne de cordero en cualquiera de sus piezas, ya que, como explicamos en la guía de abril, el inicio de la primavera es momento de cría en los establos. Y como esta es también época de barbacoas, vale la pena aprovechar el buen momento de precios de algunas partes de la ternera ideales para cocer a la brasa como el churrasco, la entraña, la tira o el vacío.

Mayo es tiempo de pescado azul, llegado en este caso del Cantábrico, y de buen marisco del delta del Ebro. La presencia abundante de boquerones, caballas y sardinas hace que moderen bastante sus precios este mes y se presten a todo tipo de preparaciones en la cocina, desde frituras y planchas a escabeches y vinagretas. Del sur de Tarragona llegan las ostras y el mejillón de roca, que ahora empieza temporada.

Calabacines, anchoas y frutas rojas de temporada. Las mesas del mes de mayo se llenan ya de color con productos de proximidad y a precios asequibles. Las propuestas que tenéis a continuación son solo algunas de las cientos de posibilidades que existen.

Lasaña de calabacín para cualquier edad

Una receta sencilla para que los pequeños de la casa coman verdura de un modo diferente. Esta versión de lasaña sustituye las hojas de pasta por el calabacín.

Trinxat con sardinas y anchoas

El tradicional trinxat de la Cerdanya, a base de patata y col, sustituye en este plato la panceta de cerdo por el pescado azul, que está de temporada este mes de mayo.

Frutos rojos para una ensalada fresca

Cerezas, fresas y fresones son la base de esta ensalada de alimentos de temporada. Para el aliño, basta con un chorrito de vinagre, que potencie el sabor de las frutas y hortalizas.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
María Jesús Ibáñez
Diseño e Ilustraciones:
Andrea Hermida-Carro
Imágenes:
Jordi Cotrina
Coordinación:
Rafa Julve y Ricard Gràcia

Agradecimientos:
Associació d'Empreses Majoristes de Mercabarna
Teresa Tió (Can Tió, Martorell)
Fecoll (Federació de Colles de l'Aplec del Cargol de Lleida)