Por María Jesús Ibáñez

Junio es el mes de la cosecha. De los campos de cereal, de las hortalizas que se plantaron a finales de invierno, de los frutales... y de la patata, un alimento polivalente y versátil que se produce todo el año, que ahora empieza temporada con la llegada de la conocida como patata nueva. En la guía alimentaria de este mes queremos a ayudarte a resolver algunas dudas sobre este producto adorado y, a la vez, controvertido.

Este es también tiempo de pescado azul y, en el Mediterráneo, de especies tan apreciadas como el gallo de San Pedro y el lorito. Y es tiempo, además, de hierbas aromáticas -desde el perejil y el cilantro a la albahaca-, indispensables en cualquier despensa.

Cremosas, agrias, para hervir o para freír, harinosas o de textura firme... La cosecha de la patata nueva, que este mes de junio llega a su momento culminante, abre de nuevo el viejo debate: ¿cuál es la variedad más conveniente para cada plato? ¿Cómo se debe cocinar cada tipo? Ramon Barri, que dirige una de las mayores distribuidoras de este producto en Mercabarna, lo tiene clarísimo. "Cualquier patata, si es de buena calidad y si se trabaja adecuadamente, es adecuada", afirma.

"La teoría dice que las patatas de carne amarilla son para freír o para estofados, porque a la gente les gusta una patata frita de ese color; y que las de carne blanca son más bien para hervir o para hacerlas al horno", explica el director comercial de la empresa Germans Barri. Entre las primeras, las variedades más apreciadas son las 'monalisas' y las agrias y todo el abanico de patatas 'ágata'. En el otro grupo, el de las de carne blanca, las más populares son la 'red pontiac' (de piel rojiza) y la 'kennebec' (de piel marronosa).

"Pero esa es una regla que no siempre funciona. A veces, por ejemplo, es mejor preparar unas patatas fritas con patatas viejas, porque tienen menor contenido de agua, aunque sean de carne blanca y no amarilla", observa el distribuidor. Para conservarlas en casa, agrega, "lo mejor es la nevera, pero si no es posible, porque ocupan mucho espacio, basta con guardarlas en un sitio fresco y sin luz directa". "Con la luz, se ponen verdes y no está recomendado comerlas", avisa.

Este año, "las condiciones climáticas han adelantado casi un mes la cosecha en relación a 2022", prosigue Barri. Las primeras producciones de patata nueva que están llegando a los mercados catalanes son las del sur de España. "A medida que aumente la temperatura, irá ascendiendo también el lugar de cultivo, desde Albacete y Murcia hacia el norte de la península, donde las temperaturas son más frescas", detalla. La falta de lluvias y el calor temprano, avisa el distribuidor, han hecho también que la cosecha sea inferior y que el precio de venta, que había bajado ligeramente las últimas semanas, aumente en torno a un 15% respecto al año pasado.

Con todo, la producción española de patata lleva unos años de capa caída (entre 2017 y 2022, la superficie cultivada disminuyó más del 10%), situándose por primera vez por debajo de las dos millones de toneladas anuales. Para mantener la alta demanda, los distribuidores importan "mucha patata francesa, que suele ser de primera calidad", agrega Barri. En los últimos tiempos están llegando también importantes partidas de producto cultivado en Egipto y en Israel.

Una patata mediana contiene 164 calorías , una tasa elevada de carbohidratos, fibra y el denominado almidón resistente (con un alto poder saciante), además de azúcar y minerales como potasio, magnesio, fósforo, calcio, hierro y zinc. De todos modos, sus efectos sobre la salud están muy determinados por el método de cocción, cómo y con qué se combinen las patatas.

PRECIO EN JUNIO:

entre 0,80 y 1,89 euros/kilo

El corte de la patata sí importa, sobre todo porque la cocción va a ser muy distinta en función del tamaño de cada pedazo. El plato al que vayas a destinar la patata marcará también cómo hay que cortarla. Para ello, basta con una tabla de cocina (sobre la que trabajar), un cuchillo bien afilado y, en algunos casos, un poco de destreza. Estas son algunas de las opciones más habituales.

Rodajas

Desde las tradicionales patatas panaderas, ideales para acompañar asados, hasta las más finas, que son la base de la tradicional tortilla española, esta modalidad incluye también las patatas chips. Con la patata ya pelada y bien apoyada sobre la tabla, hay que cortar el producto de modo transversal, intentando que, en el caso de la panadera, el corte quede de un grosor similar, de entre 3 y 5 milímetros. Para las chips, que han de ser ultrafinas, es recomendable laminar la patata con la ayuda de una mandolina.

Gajos

Sirven como guarnición o para incorporarlos en la cocción de, por ejemplo, un estofado. Para hacer los gajos, hay que cortar las patatas por la mitad y después, cortar de nuevo cada porción en otras dos mitades (y repetirlo, si la patata es grande). Este corte es el típico para preparar las patatas Deluxe, condimentadas, horneadas y, una vez servidas, untadas en salsa.

Bastón

Para este corte hay decenas de versiones, desde las conocidas como patatas paja (las más finas, de un milímetro y medio, aproximadamente), las patatas cerilla (de unos 3 milímetros de ancho por 5 centímetros de largo), las propiamente patatas de bastón (un poco más largas que las cerillas, pero igual de anchas), las patatas fritas tradicionales (de unos 5 centímetros de longitud y alrededor de un centímetro de grosor) y finalmente las patatas Pont Neuf o puente nuevo (que es una patata cortada en cuatro partes muy gruesas, de unos 6 centímetros de largo por uno de ancho).

Cubos y dados

Las patatas a cubos o patatas carré son las que se cortan en dados regulares, de aproximadamente un centímetro y medio por cada cara. Aquí hay también muchas versiones, desde las milimétricas brunoisse a las gros carré, de unos dos centímetros. Suelen utilizarse para acompañar guisos, ensaladilla rusa, cocidas o al vapor, o incluso para tortilla de patata... Este corte sirve también para las patatas bravas, más irregulares, de entre 2 y 5 centímetros. En este caso, lo ideal es hervirlas primero y pasarlas luego por la sartén con aceite caliente.

Bolas

Desde las patatas parisien a las patatas noisette, las primeras algo más grandes que las segundas, la forma de la patata se consigue gracias a un sacabolas o cucharilla. Existe también la versión ovalada, que se consigue con un cuchillo de puntilla, cortando de arriba abajo, como si se volviera a pelar, dando la forma curva mientras vas girando la patata. Se emplea para presentaciones de platos más cuidados.

Chascadas

Chascar las patatas consiste en introducir el filo del cuchillo en la patata y, a continuación, arrancar el trozo de patata. Con este corte, la patata va soltando almidón mientras se cuece, por lo que suele emplearse guisos que precisen de cierta consistencia. Sirve también para las patatas hervidas (con verdura, por ejemplo), en que no importa demasiado la forma de la patata.

El corte de la patata sí importa, sobre todo porque la cocción va a ser muy distinta en función del tamaño de cada pedazo. El plato al que vayas a destinar la patata marcará también cómo hay que cortarla. Para ello, basta con una tabla de cocina (sobre la que trabajar), un cuchillo bien afilado y, en algunos casos, un poco de destreza. Estas son algunas de las opciones más habituales.

Rodajas
Desde las tradicionales patatas panaderas, ideales para acompañar asados, hasta las más finas, que son la base de la tradicional tortilla española o tortilla de patatas. Esta modalidad incluye también las patatas chips, que son rodajas finísimas. Con la patata ya pelada y bien apoyada sobre la tabla, hay que cortar el producto de modo transversal, intentando que, en el caso de la panadera, el corte quede de un grosor similar, de entre 3 y 5 milímetros. Para las chips, que han de ser muy finas, es recomendable laminar la patata con la ayuda de una mandolina. Ya sabes que cuánto más recia sea la rodaja, más tiempo de cocción se le tendrá que dar.

Gajos. Sirven como guarnición o para incorporarlos en la cocción de, por ejemplo, un estofado. Para hacer los gajos, hay que cortar las patatas por la mitad y después, cortar de nuevo cada porción en otras dos mitades (y repetirlo, si la patata es grande). Este corte es el típico para preparar las patatas Deluxe, condimentadas, horneadas y, una vez servidas, untadas en salsa.

Bastón. Para este corte hay decenas de versiones, desde las conocidas como patatas paja (las más finas, de un milímetro y medio, aproximadamente), las patatas cerilla (de unos 3 milímetros de ancho por 5 centímetros de largo), las propiamente patatas de bastón (un poco más largas que las cerillas, pero igual de anchas), las patatas fritas tradicionales (de unos 5 centímetros de longitud y alrededor de un un centímetro de grosor) y finalmente las patatas Pont Neuf o puente nuevo (que es una patata cortada en cuatro partes muy gruesas, de unos 6 centímetros de largo por uno de ancho). Para cortarlas, simplemente se parte la patata en rodajas y después en tiras, de forma que quede una pieza alargada.

Cubos y dados. Las patatas a cubos o patatas carré son las que se cortan en dados regulares, de aproximadamente un centímetro y medio por cada lado. Aquí hay también muchas versiones, desde las milimétricas brunoisse a las gros carré, de unos dos centímetros. Suelen utilizarse para acompañar guisos, para ensaladilla rusa, cocida o al vapor, o incluso para tortilla de patata... Este corte sirve también para las patatas bravas, más irregulares, de entre 2 y 5 centímetros por cara. En este caso, lo ideal es hervirlas primero ya después pasarlas por una sartén con aceite bien caliente.

Bolas. Desde las patatas parisien a las patatas noisette, las primeras algo más grandes que las segundas, la forma de la patata se consigue gracias a y se utiliza un sacabolas o cucharilla. Existe también la versión ovalada, se consigue con un cuchillo de puntilla, cortando de arriba hacia abajo, como si se volviera a pelar, dando la forma curva mientras va girando la patata. Se emplea para presentaciones de platos más cuidados.

Chascadas. Chascar las patatas consiste en introducir el filo del cuchillo en la patata y, a continuación, arrancar el trozo de patata. Con este corte, la patata va soltando almidón mientras se cuece, por lo que suele emplearse guisos que precisen de cierta consistencia. Sirve también para las patatas hervidas (con verdura, por ejemplo), en que no importa demasiado la forma de la patata.

Los terrenos de Cal Senyoret, en Sant Boi de Llobregat, huelen estos días a albahaca intensa. Junio es el momento de la recogida de esta hierba aromática, que empieza ahora la temporada, a diferencia de otras como el perejil, el eneldo o el cilantro, que se producen todo el año. Con interesantes propiedades medicinales, todos ellos son ideales como condimento, para aliñar ensaladas, pescados y carnes o para elaborar salsas.

"El de las aromáticas es un mercado muy estable, tanto en precios como en demanda, con la excepción, tal vez, de la albahaca que en los últimos años ha experimentado un auge importante. La gente ha empezado a conocerla y cada vez la introduce más en sus platos", comenta Joan Pomar, que comercializa la producción de Senyoret SL bajo la marca Hi! Green.

Antioxidante, antibacteriana, digestiva y estimulante del sistema respiratorio, la albahaca, que empieza a recogerse ahora en junio, es un alimento con propiedades medicinales de primer orden. Perfecta como aderezo en ensaladas o pizzas, es la base de la salsa de pesto, que se prepara con esta hierba aromática, con piñones, unos dientes de ajo y aceite de oliva. De profunda fragancia, se le considera (ya fuera de la cocina) como una planta que ahuyenta a los mosquitos.

El rey de todas las salsas, el perejil, es un producto rico en provitamina A y vitaminas C y E. Contiene además minerales como potasio, fósforo, hierro, calcio, hierro y azufre y está indicado para combatir la flatulencia, aliviar los dolores de la menstruación y eliminar el mal aliento. Más allá de las recomendaciones de algún chef televisivo, lo cierto es que añadir un toque de perejil a los platos potencia los sabores de carnes y pescados, de ensaladas y de potajes. Su uso es tan básico, que es posiblemente uno de los pocos productos que los mercados regalan a sus clientes.

Su hoja recuerda a la del perejil pero su aroma es totalmente distinto e inconfundible. El cilantro es un gran estimulante, antiinflamatorio y antibactericida, además de fuente de vitaminas C y K, A, B1 y B2. También contiene minerales como hierro, calcio, fósforo y magnesio. Odiada por unos y amada por otros, es una aromática de sabor potente muy apreciado en las cocinas asiática y latinoamericana, ya que encaja perfectamente con curris, tacos y ceviches.

El eneldo, otra de las aromáticas que se recogen en junio, es un condimento ideal para las recetas de pescado, en especial las que contienen entre sus ingredientes el salmón. Permite preparar marinados y elaborar salsas ligeras. Como su sabor es potente, bastan una o dos ramitas muy picadas para aromatizar cualquier plato de pescado o marisco, aunque también le va muy bien a las carnes de caza como el jabalí o la liebre.

Las huertas están ya empezando a dar los primeros frutos de la campaña de verano, con cebollas tiernas, lechugas romanas y zanahorias nuevas como principales novedades. Sigue habiendo una buena producción de pepinos y de calabacines y también de flor de calabacín, tan apreciada en las cocinas más selectas. A ellos se añaden los ya mencionados perejil, albahaca y cilantro, para elaborar salsas y vinagretas.

Brevas, albaricoques, los primeros melones, las primeras ciruelas y también las primeras peras irrumpen en los mercados en junio, con todo su estallido de colores y sabores. Las frutas de este mes, anticipo de la abundancia del verano, siguen teniendo a la cereza, protagonista de la guía alimentaria del pasado mayo, como producto estrella. En el paquete de las peras, destaquemos las dulces peritas de San Juan y las de Magallón (o magallonas).

Junio sigue siendo tiempo de pescado azul, con importantes capturas de sardinas, de boquerones, de sonsos y de caballas y hermosos ejemplares de atún y de bonito, llegados en este caso del norte. En el Mediterráneo, y ya dentro de los pescados blancos, este es mes de dos especies autóctonas muy valoradas, el lorito (o raor) y el gallo de San Pedro, que se pescan en el todo el litoral.

Los platos de este mes empiezan a tener aromas de verano, tiempo de ensaladas y de brasa. También de aperitivos y de platos ligeros. Aquí van algunas propuestas de elaboración rápida y sencilla y con precios asequibles, aprovechando los productos que están estos días de temporada.

Guacamole con
hierbas aromáticas

Ya sea como ensalada o como guarnición, este sencillo guacamole, muy saludable y apto para vegetarianos, admite varias versiones. El picante, se puede añadir según el gusto.

Tiempo de patatas, tiempo de tortilla

Huevos, cebolla (o no), un buen aceite de oliva y patatas de calidad. Cada casa tiene su propia receta de tortilla española, pero aquí va una que ha ganado varios campeonatos.

Cómo cocinar bonito y que quede jugoso

Dos minutos sobre una plancha muy caliente son suficientes para que el bonito no se seque demasiado y pierda su jugosidad. Este mes, además, se encuentra en plena temporada.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
María Jesús Ibáñez
Diseño e Ilustraciones:
Andrea Hermida-Carro
Imágenes:
Georgina Roig
Coordinación:
Rafa Julve y Ricard Gràcia

Agradecimientos:
Associació d'Empreses Majoristes de Mercabarna
Ramon Barri, Germans Barri SL
Joan Pomar, Senyoret SL