La despensa de diciembre se llena de cítricos, de toda la gama de coles y coliflores, de carnes de caza y de aves para guisos. También de marisco, con la mirada puesta ya en la Navidad. EL PERIÓDICO continúa este mes con esta guía alimentaria para tratar de ayudar a los lectores a comer mejor, a partir de productos frescos, de proximidad y de temporada.

Por María Jesús Ibáñez y Olga Pereda

Diciembre llega cargado de naranjas, de mandarinas y clementinas, de limones y de pomelos, que ya empezaron a ser recogidos del árbol a mediados de noviembre y que, ahora y hasta entrado enero, alcanzan su mejor punto. "Vamos a tener una cosecha bastante aceptable", augura Josep Domingo Espuny, productor de clementinas en Tortosa y responsable del sector de los cítricos en el sindicato agrario Unió de Pagesos. "Y eso -agrega Espuny-, que el año ha sido complicado por la falta de lluvias y los costes de la energía".

Los cítricos son frutas muy versátiles, que se pueden comer tal cual (frescas o en zumo) y que ofrecen también mil posibilidades culinarias, ya sea como producto base o como complemento, en salsas, por ejemplo. Muy ricas en vitamina C, tienen también un gran contenido en flavonoides y, por tanto, están muy recomendadas para proteger el sistema nervioso central y combatir el envejecimiento celular. Tienen aceites esenciales que presentan grandes posibilidades más allá de la gastronomía, como la perfumería.

PRECIO EN DICIEMBRE:

entre 1,99 y 2,30 euros/kilo
(un 15% más caras que en 2021)

¿Sabías que, a menudo, cuando compras mandarinas en el mercado, lo que en realidad te estás llevando a casa son clementinas? Estas últimas son un híbrido obtenido de la naranja y la propia mandarina, de tamaño pequeño o mediano y con apenas semillas en sus gajos. Tienen un fuerte color naranja y son muy jugosas y aromáticas (desprenden un fuerte y característico olor cuando son peladas).

"La mandarina, al menos la que tradicionalmente se cultivaba en las comarcas del Ebre, es más fina, es más delicada a la hora de producirla, pero también es muy apreciada por los consumidores", cuenta Espuny. La clementina, en cambio, resulta más resistente y, al ser de mayor tamaño, también tiene un mejor rendimiento para el productor y el consumidor.

Hay decenas de variedades de mandarinas y clementinas, pero en la actualidad una de las más vendidas es la conocida como Clementina de Nules o Clemenules, "que estará en plena producción hasta mediados de enero", concluye el productor.

Está muy rica, es sostenible, de temporada y barata. Además, es saludable. La mandarina lo tiene todo y es una fruta ideal para introducir a los más pequeños en el consumo de fruta fresca, porque el mejor almuerzo de media mañana y la mejor merienda para los niños es la fruta. Entera. Nada de zumos ni batidos. Por muy caseros que sean.

"La fruta se mastica, no se bebe", recuerdan siempre los dietistas-nutricionistas. "Cuando trituramos la fruta, se liberan los azúcares. Por contra, si la masticas, te beneficias de su fibra. Te sacias más y los azúcares se absorben más lentamente", explica Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y autor de 'Que no te líen con la comida' (Destino).

La mejor opción para meter en la mochila escolar de tu hijo o hija son dos buenas mandarinas. Por no necesitar, no necesitas ni papel de aluminio para envolver ni un envase de plástico para guardarlas. Con todo, Lurueña recomienda no ser muy insistentes con los beneficios de esta fruta. "Les puedes decir que tiene mucha vitamina C, pero, en realidad, no hay que darle tantas vueltas. Es tan fácil como trasladarles la idea de que es una merienda sostenible, sana y rica. Lo tiene todo. Así de simple, no te compliques la vida", resume.

Está muy rica, es sostenible, de temporada y barata. Además, es saludable. La mandarina lo tiene todo y es una fruta ideal para introducir a los más pequeños en el consumo de fruta fresca, porque el mejor almuerzo de media mañana y la mejor merienda para los niños es la fruta. Entera. Nada de zumos ni batidos. Por muy caseros que sean.

"La fruta se mastica, no se bebe", recuerdan siempre los dietistas-nutricionistas. "Cuando trituramos la fruta, se liberan los azúcares. Por contra, si la masticas, te beneficias de su fibra. Te sacias más y los azúcares se absorben más lentamente", explica Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y autor de 'Que no te líen con la comida' (Destino).

La mejor opción para meter en la mochila escolar de tu hijo o hija son dos buenas mandarinas. Por no necesitar, no necesitas ni papel de aluminio para envolver ni un envase de plástico para guardarlas. Con todo, Lurueña recomienda no ser muy insistentes con los beneficios de esta fruta. "Les puedes decir que tiene mucha vitamina C, pero, en realidad, no hay que darle tantas vueltas. Es tan fácil como trasladarles la idea de que es una merienda sostenible, sana y rica. Lo tiene todo. Así de simple, no te compliques la vida", resume.

Una de las verduras más humildes, la acelga, es una de las estrellas del invierno. Rica en ácido fólico y en yodo, aporta altas cantidades de vitaminas K, E, A, C y B (en concreto B1, B3, B5, B6 y B9)... Difícil de superar, ¿verdad? Se venden a granel por manojos, en bolsas (ya lavadas) y en bote de cristal.

PRECIO EN DICIEMBRE:

entre 1,70 y 2,25 euros/kilo de
producto fresco

¿Para qué sirven las chirivías, se preguntará más de uno? Pues además de para hacer caldo, este tubérculo de diciembre puede tener los mismos usos que su prima hermana la zanahoria y se puede añadir en guisos, potajes y purés. Tiene un sabor ligero y un poco anisado.

PRECIO EN DICIEMBRE:

entre 3,60 y 3,99 euros/kilo

Las hortalizas crucíferas son tantas y tan distintas que llevaría horas hablar de ellas. Desde la coliflor, que ahora está en su mejor momento, a la col, las coles de Bruselas, la lombarda, el brócoli, el brécol, los romanescos... Todas ellas tienen fibra, vitaminas C y B, potasio y fósforo. Son ideales para reponerse tras una sesión de ejercicio físico.

PRECIO EN DICIEMBRE:

entre 1,89 y 2,44 euros/kilo

Las espinacas son un superalimento. Muy versátiles a la hora de comerlas, son un chute de proteínas, hierro, vitaminas y minerales. Como otras verduras de hoja verde oscura, las espinacas están muy recomendadas para piel, cabello y huesos. Como las acelgas, también se pueden adquirir ya lavadas en bolsa, congeladas y en conserva en bote de cristal.

PRECIO EN DICIEMBRE:

entre 2,90 y 4,60 euros/kilo

Como la chirivía, el nabo tiene un rendimiento gastronómico poco conocido en nuestra cocina, pero es perfecto para sopas y cremas de verduras. Muy apreciado en las culturas del Lejano Oriente, el gran poder del nabo es el diurético, lo que lo hace ideal para depurar el organismo, eliminar toxinas y evitar la retención de líquidos.

PRECIO EN DICIEMBRE:

entre 1,97 y 2,99 euros/kilo

A pocas semanas para la Navidad, vale la pena explorar los mercados y comprar ya las primeras reservas para las fiestas. Las partes más nobles de cordero y cabrito y también los pollos (es buen momento para consumir variedades locales, como el del Penedès y el Pota Blava del Baix Llobregat) y las aves de caza aportan piezas grandes, a precios relativamente asequibles, que, puestas en la mesa, dan para varias raciones.

Para el resto del mes, los precios estables hacen muy atractiva la carne de cerdo, que tiene mil posibilidades culinarias, como esta que sugiere el chef Paco Méndez. O esta otra, elaborada con piezas de casquería (e igual de sabrosa), que propone David Cartoixà, jefe de cocina del restaurante Ermita de Brugués (Gavà).

Si noviembre fue el mes más propicio para la lubina salvaje, diciembre lo es para la dorada, también salvaje. De hecho, la pesca de ambas especies está yendo este año a un buen ritmo de capturas, lo que hace que sus precios sean bastante razonables.

Sigue siendo también época de cefalópodos (calamares y sepias, sobre todo). Y de mariscos como la centolla, que se encuentra en plena temporada. Nuestro consejo: vayan comprando ya el marisco que quieran poner en la mesa de Navidad. En tiempos de inflación como estos, anticiparse es una buena medida de ahorro.

Aprovechando que diciembre es mes de verduras para caldo (de nabos y de chirivías, pero también de buena zanahoria y de buena patata), te proponemos elaborar en casa pastillas de caldo concentrado, fáciles de hacer y de larga duración si se congelan. Con ellas, siempre tendrás a mano una solución casera para enriquecer sopas, guisos y estofados.

1.

HACER UN CALDO AL GUSTO
El contenido del caldo lo dejamos a tu elección. Puede ser solo de verduras o se le puede incorporar alguna pieza de carne o pescado. Eso sí, conviene añadir un extra de sal que servirá como conservante del concentrado y que luego, cuando la pastilla de caldo se utilice diluida en agua, te evitará tener que volver a salar el nuevo plato.

2.

TRITURAR LAS VERDURAS Y PIEZAS SÓLIDAS
Durante la elaboración (unas dos horas) hay que ir removiendo bien la cazuela, con el fuego al mínimo. Cuando el líquido se haya reducido, hay que triturar con la batidora todos los productos echados al caldo (sacando antes los huesos y espinas, claro) hasta tener una pasta homogénea pero que todavía tendrá bastante humedad.

3.

SECAR LA MASA RESULTANTE
Hay dos modos de hacerlo. La primera, más delicada, es devolver la pasta a la olla y cocinarla media hora más a fuego mínimo sin dejar de remover para que no se pegue. La segunda, de menos riesgo, consiste en secarla en el horno, extendiendo la pasta sobre papel de horno entre una hora y una hora y cuarto.

4.

VOLVER A SECAR, DESMENUZAR Y CONGELAR
Cuando la pasta esté fría, pasa un papel absorbente presionando ligeramente para absorber la máxima cantidad de humedad posible. Cuando quede bien seco, desmiga la pasta y guárdala en un frasco de vidrio. Las pastillas de caldo caseras se conservan durante unos dos meses en la nevera o hasta seis meses en el congelador.

Aprovechando que diciembre es mes de verduras para caldo (de nabos y de chirivías, pero también de buena zanahoria y de buena patata), te proponemos elaborar en casa pastillas de caldo concentrado, fáciles de hacer y de larga duración si se congelan. Con ellas, siempre tendrás a mano una solución casera para enriquecer sopas, guisos y estofados.

1.

HACER UN CALDO AL GUSTO
El contenido del caldo lo dejamos a tu elección. Puede ser solo de verduras o se le puede incorporar alguna pieza de carne o pescado. Eso sí, conviene añadir un extra de sal que servirá como conservante del concentrado y que luego, cuando la pastilla de caldo se utilice diluida en agua, te evitará tener que volver a salar el nuevo plato.

2.

TRITURAR LAS VERDURAS Y PIEZAS SÓLIDAS
Durante la elaboración (unas dos horas) hay que ir removiendo bien la cazuela, con el fuego al mínimo. Cuando el líquido se haya reducido, hay que triturar con la batidora todos los productos echados al caldo (sacando antes los huesos y espinas, claro) hasta tener una pasta homogénea pero que todavía tendrá bastante humedad.

3.

SECAR LA MASA RESULTANTE
Hay dos modos de hacerlo. La primera, más delicada, es devolver la pasta a la olla y cocinarla media hora más a fuego mínimo sin dejar de remover para que no se pegue. La segunda, de menos riesgo, consiste en secarla en el horno, extendiendo la pasta sobre papel de horno entre una hora y una hora y cuarto.

4.

VOLVER A SECAR, DESMENUZAR Y CONGELAR
Cuando la pasta esté fría, pasa un papel absorbente presionando ligeramente para absorber la máxima cantidad de humedad posible. Cuando quede bien seco, desmiga la pasta y guárdala en un frasco de vidrio. Las pastillas de caldo caseras se conservan durante unos dos meses en la nevera o hasta seis meses en el congelador.

Desde las más sencillas a las más elaboradas, estas son algunas recetas elaboradas con alimentos de temporada para un mes de diciembre más sabroso.

Un caldo reparador

Cebolla, puerro, un trozo de calabaza y dos zanahorias obran milagros cuando se combinan con una carcasa de pollo, perejil y una hoja laurel. Este caldo es ideal para combatir los resfriados.

Pucheros para el frío

Tienen nombres peculiares (olla ferroviaria, gurullos con conejo y potaje del desarme) y aunque son laboriosos, el resultado es para mojar pan. Ideales para templar el cuerpo.

Chuletas de cordero

Con productos de proximidad (las verduras son del Parc Agrari del Baix Llobregat) el restaurante barcelonés Arcano propone una receta para comer cordero más allá del asado tradicional.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
María Jesús Ibáñez y Olga Pereda
Diseño e Ilustraciones:
Andrea Hermida-Carro
Imágenes:
Álvaro Monge, David Castro y Fernando Bustamante
Coordinación:
Rafa Julve y Ricard Gràcia

Agradecimientos:
Unió de Pagesos
Associació d'Empreses Majoristes de Mercabarna