Crónica visual de una tragedia

Latas de judías a 50 euros: así transmite una familia de Gaza su comida día a día por Instagram

El periodista Mikel Ayestarán publica en su cuenta desde febrero de 2024 los platos con los que sobrevive su intérprete Kayed Hammad, su mujer Amal y sus hijos

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Dos de los platos que Mikel Ayestarán cuelga en su cuenta de Instagram.

Dos de los platos que Mikel Ayestarán cuelga en su cuenta de Instagram. / IG Mikel Ayestarán / Fotos: @dalia.k.hammad

Javier Sánchez

Javier Sánchez

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Un plato de arroz con atún de lata sobre un simple mantel de papel azul. Es una publicación que no responde al patrón de Instagram, escaparate de cuquismo gastronómico, y sin embargo cuenta con 2.615 me gusta, 90 comentarios y 114 reenviados.

La foto forma parte de la serie Menú de Gaza, que el periodista Mikel Ayestarán, con 20 años de experiencia cubriendo Oriente Medio, lleva publicando casi a diario desde febrero de 2024. La sucesión de platos de comida es un reflejo del día a día en Gaza desde que en octubre de 2023 Israel respondió a un ataque de Hamas contra su territorio con una escalada bélica que incluye bombardeos, ataques y un bloqueo que ha dejado al territorio sin alimentos. “Es la crónica de la utilización del hambre como arma de guerra”, explica Mikel Ayestarán por teléfono desde Estambul: nadie puede entrar en Gaza desde aquel fatídico 7 de octubre de 2023.

Las fotos se las envía cada día Kayed Hammad, su intérprete desde hace 20 años en la zona. "Es la comida que prepara su mujer, Amal, para él, tres de sus hijos y otros cinco parientes, que llevan desde el inicio de esta nueva etapa del conflicto cambiando de emplazamiento en el norte de Gaza huyendo de las ofensivas israelíes. “Sus comidas diarias son también la crónica de un trabajo en equipo; Kayed es el que suele acudir al mercado a intentar encontrar algo, uno de los hijos va a por agua, otro a por leña, la hija, Dalia, es la que toma las fotos…”, relata Ayestarán.

Escasez y especulación

El ‘feed’ de Instagram del periodista es un relato a cámara lenta de una escasez cada vez mayor . “Lo primero que desapareció del mercado fue la carne, el pescado y las verduras frescas”, cuenta Ayestarán.

Una tragedia agravada -si eso es posible- por la trágica inflación en la que siempre desemboca un bloqueo. “Con 100 euros ahora pueden comprar un litro de aceite de girasol, un kilo de azúcar y dos kilos de harina. Es la economía de guerra, la economía del hambre”, relata Ayestarán en su publicación del 19 de mayo. Una crema de lentejas es un lujo absoluto cuando el kilo de la legumbre está a 50 euros: consecuencias del “cerco medieval”, en palabras de este periodista, que hace que los precios no dejen de subir y subir.

Hallazgos puntuales son unos calabacines o unas berenjenas en un huerto. Un aguacate conseguido en el mercado, casi un milagro. La mayoría de las veces, el plato que aparece retratado es el único que la familia Hammad puede permitirse al día

Recetas en tiempos de guerra

Muchas de las imágenes podrían ser una muestra de un recetario familiar si no fuera por el penoso efecto que provoca el racionamiento continuado sobre ellas. El ‘matfoul’, el cuscús palestino, apenas si lleva un puñado de garbanzos de lata; otra vez son las conservas de habas que Amal trata de disimular con una cucharada de ‘tahini’ para hacer un ‘ful’ (plato a base de habas cocidas); o simplemente pasta o arroz, muchas veces sin nada más. 

Dice Ayestarán que la sombra de la esperanza tan solo planeó sobre Gaza entre el 18 de enero y el 17 de marzo, los apenas dos meses que duró el alto el fuego, unos días que allí se vivieron “como una fiesta”. Fue en esas fechas cuando Amal preparó una ración de ‘halab’ (el churro palestino) para compartir con vecinos y amigos y “celebrar que han sobrevivido a 15 meses de terror y hambre”, escribe el periodista en Instagram.

La serie le ha valido a Ayestarán el premio Ortega y Gasset a la mejor cobertura multimedia y funciona para él como "una ventana abierta en dos direcciones, que permite que Kayed, Amal y su familia cuenten cómo están y que reciban también el apoyo de la gente que les sigue”. ‘Menú en Gaza’ es también un capítulo del libro ‘Historias de Gaza’ (Península), que Ayestarán acaba de publicar.

Pero esta serie de imágenes es solo (una) parte del relato. Una de las menos cruentas, aunque cueste creerlo, porque la familia de Kayed está dentro de la clase media gazatí. “Hay gente comiendo alimento para animales y en las zonas cercanas al mar, al que los habitantes de Gaza tienen bloqueado el acceso, hasta las tortugas están sirviendo de sustento”, describe Ayestarán. A finales de mayo, la ONU advertía de que 14.000 niños pueden morir en Gaza si no llegaban suministros.

“Hay madres que me escriben diciendo que utilizan las imágenes para aleccionar a sus hijos cuando no quieren comer”, nos cuenta Ayestarán tratando de quitar hierro a una situación de escasez para la que nadie se atreve a pronosticar un final. “Mientras tanto, Kayed, Amal y el resto de familia comen siempre juntos para que, si una bomba acaba con ellos, al menos no los encuentre separados”. La comida, ejerciendo de alimento emocional para poder soportar lo insoportable.