Luto en los fogones

Muere Montse Guillén, la pionera que triunfó en EEUU con la cocina catalana

La cocinera llenaba a diario Internacional, un restaurante de Nueva York donde servía 'pa amb tomàquet' y vino en porrón que flipaba a clientes como Madonna, De Niro, Warhol, Haring y Basquiat

La gastronomía catalana lleva el pan con tomate a las escuelas de cocina de EEUU

Los mejores restaurantes para 'descubrir' la cocina catalana

Montse Guillén, retratada en Miami en 2004.

Montse Guillén, retratada en Miami en 2004. / Xavier Juvierre

Ferran Imedio

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Catalunya ha sido escogida Región Mundial de la Gastronomia este 2025, pero para llegar a este nombramiento planetario ha habido muchos pasos para conseguirlo desde hace mucho, mucho tiempo. Uno de los granitos de arena que contribuyeron a que la cocina catalana sea conocida más allá de los Pirineos lo puso Montse Guillén, que ya en 1984 abrió Internacional en Nueva York, un restaurante donde servía 'pa amb tomàquet' y vino en porrón, cosa que flipaba a clientes como el actor Robert de Niro, la cantante Madonna, los artistas Andy Warhol, Keith Haring y Jean-Michel Basquiat, el alcalde de la ciudad, Ed Koch... La cocinera, pareja del artista multidisciplinar Antoni Miralda, galardonado por su arte comestible con el Premio Velázquez y 'casamentero' de las estatuas de Colón y de la Libertad, ha fallecido este sábado a los 79 años.

La restauradora, a la que Àngel Casas definió en una entrevista en 1985 como "la catalana más internacional del momento", recordaba hace unos años a este diario cómo sorprendió en la ciudad de los rascacielos "el primer bar de tapas", que a falta de jamones colgaba bacalaos secos, exhibía porrones y servía en cazuelitas de barro "'mongetes' con butifarra" y "gambas con cabeza al ajillo". Enrealidad, era una obra de arte más de Miralda.

800 clientes y 6.000 tapas al día

"Nadie se esperaba tal éxito. Incluso se publicó una crítica en el 'New York Times'". Cada día congregaban a 800 personas, servían 6.000 tapas y se convirtió en 'the place to be' para artistas y actores. "Robert de Niro vivía al lado, ahí cerca estaba la discoteca de Warhol, Michel Douglas venía con su mujer, que era mallorquina...", rememoraba en el programa 'Bàsics' de BTV hace unos meses. "Allí no conocían las tapas, y les colaba la cocina catalana en platillos".

Aquel establecimiento de tres pisos ubicado en el barrio de Tribeca solo estuvo dos años abierto, pero dejó huella en la ciudad de los rascacielos. Tampoco duraron mucho los que inauguró en Miami, Bigfish y Barcelona, siempre con un toque creativo. Incluso lo intentó en Japón con Barna Crossing.

Antes de la aventura americana, a finales de los 70, esta hija de restauradores que en Can Borrell servía comida a excursionistas que pasaban por Meranges (Cerdanya) estuvo en La Venta, casa más que centenaria que sigue dando de comer en el Tibidabo. Lo había comprado su amigo Fernando Amat, dueño de Vinçon, que le propuso trabajar ahí. Suya fue la idea de dejar la cocina a la vista de la clientela.

Tras el "chiringuito en la montaña", en palabras del propio Amat, la cocinera abrió en la capital catalana su propio negocio, MG Montse Guillén, en la calle de Marià Cubí. No había restaurantes con nombre de mujer en aquella época. "No veía la diferencia entre cocinar en tu casa y en un restaurante. Si tienes a 15 invitados en casa para Navidad ya es un mini restaurante", decía.

Un jovencísimo Fermí Puig en su equipo

Allí se avanzó a los gustos de la época: en una época en que no había oferta japonesa en la ciudad, ella proponía ensalada de pescado crudo ("pero la gente no la quería"), sopa de aguacate... Tenía en su equipo a un jovencísimo Fermí Puig, que acaba de hacer la mili donde había conocido a Ferran Adrià, y el grafismo era de Javier Mariscal.

Ella proponía a los artistas comer gratis a cambio de una de sus obras, con las que decoraba el establecimiento. Así conoció a Miralda, con el que se fue a EEUU en 1982.

La fundación FoodCultura

En el año 2000, Guillén y Miralda pusieron en marcha FoodCultura, una fundación sin ánimo de lucro que investiga y mezcla la cocina con el arte, la ciencia, el ritual, la tecnología, el consumo, la cultura pop y la antropología.

"Se ha ido una pionera de la cocina a Barcelona, Catalunya y España, una reina de las 'performances' gastronómicas, de la sala, de los sabores y de las sonrisas", ha lamentado la gastrónoma Núria Garcés, que ha comunicado su fallecimiento.