Tendencia a la baja
¿Qué ha pasado con el conejo? Los españoles están dejando de comerlo
El sector se desploma año tras año y parece que no hay vuelta atrás
Recetas para la resistencia: conejo con sepia y tomate (y poliamor)
Restaurante 7 Portes: sí al arroz picante de conejo

El conejo a l'ast y los guisantes de Ultramarinos Marín / Pau Arenós


Rosa Molinero Trias
Rosa Molinero TriasColaboradora del canal Cata Mayor
Periodista, escritora y publicista (Barcelona, 1992). Colabora en distintos medios con reportajes, reseñas y columnas de opinión sobre gastronomía. Ha sido editora y redactora de revistas y libros, entre los que se cuentan Disfrutar Vol 1 (Premio Nacional de Gastronomía en Comunicación).
España fue bautizada por los etruscos como ‘tierra de conejos’ por la gran cantidad de cúnidos que se encontraban en la Península Ibérica, donde todavía se reproduce uno de los conejos más antiguos del mundo: el conejo pardo español. Pero pese a esta fama, el consumo de este animal ha caído en picado en la última década. ¿Por qué?
Corría el año 2007 cuando el Gobierno español, liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, formuló una consigna apetitosa: hay que comer más conejo. Las cifras señalaban que el consumo había bajado en las últimas navidades entre un 25% y un 30%, y de la mano del ministro de Agricultura, Josep Puxeu, se instaba a hincarle el diente a toda una ristra de recetas que él mismo enunció: chuletitas de conejo con crema de boletus, conejo a la crema de cava con arroz salvaje, conejo asado con compota de frutos secos.
La medida fue tomada también en los siguientes tres años, y la carne de conejo se proponía, a su vez, para sustituir a otras carnes típicas de la época navideña cuyo precio había aumentado ostensiblemente.
Una media de 8,53 €/kg
Pero aquello no fue suficiente. Las cifras del Informe de Consumo Alimentario de 2023, del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, muestran que a pesar de que los hogares españoles consumieron un 6,4% más de carne que el año anterior, en especial, de carne fresca de pollo (15,2 %), cerdo (7,4 %) y vacuno (1,6 %), fresca y/o congelada (la compra de carne transformada retrocede un 0,8%), este incremento no se refleja en la carne de conejo, que se ha reducido nuevamente: en total, el consumo per cápita en 2023 fue de 0,59 kg en 2023, un 8,9% menos que en 2022.

El conejo de bosque con fresas fermentadas de Capet. / Ana Puit
“Es importante mencionar -señalan desde MAPA- que estos dos tipos de carne [también se refieren a la de ovino/caprino] mantienen un precio medio por kilo superior al promedio de la carne fresca, y que además durante el año 2023 aumentaron su precio medio más que el segmento al que pertenecen”. El precio de venta al consumidor hoy se sitúa sobre los 8,53 €/kg (en 2012, el precio del conejo era de 5,62€/kg), un 16,1% más alto, lo que ha hecho aumentar la facturación de carne de conejo un 7% a pesar de la caída en consumo.
Las cifras muestran que los españoles gastaron 5,05 € en carne de conejo por persona en 2023, un 5,8% más que el año anterior. No obstante, según razona el ministerio, no es suficiente para los productores dado los altos costes de producción que “siguen dificultando que los productores puedan mejorar su balanza de resultados”.
Desde 1830
La actividad productiva de conejos, iniciada de forma profesional en 1830, se desploma. Tal y como explican desde la Asociación de Seleccionadores y Multiplicadores de España, la relevancia del conejo en nuestro país se reflejaba hasta en las monedas del reinado de Adriano, en la que España era representada por una matrona con un conejo a sus pies. La historia de su domesticación, que tuvo lugar en los conventos, fue un éxito fácil que preparó el terreno para su producción industrial, cuya tecnificación se instala en la franja mediterránea y hace que la carne de conejo empiece a ser una carne apreciada.

El interior de la empanadilla de conejo a la cazadora de Bar Torrente. / Òscar Gómez
El descenso del consumo y la actividad son reconocidos desde el gobierno, que afirma que “su importancia económica ha ido perdiendo valor, tanto a nivel absoluto como en proporción con el crecimiento de la producción de la rama ganadera”. Argumenta que la reducción del número de explotaciones se debe a “una profesionalización de la actividad, que ha tenido como resultado una concentración del eslabón productor”, que ha venido acompañada de “cambios en las tendencias de sacrificios y producción, en descenso desde 2015”.
Más de 5,5 millones de animales censados
Queda poco de aquella Hispalis repleta de conejos. En enero de 2020 había 1.760 explotaciones productivas. La mayoría de explotaciones se distribuyen por Catalunya, pero son las de menor tamaño o carácter familiar, mientras que las más grandes se sitúan en Castilla y León, Galicia o la Comunidad Valenciana. Se censaron 5.548.897 animales, un 6,28% menos que en 2010, y se concentran en Castilla y León, Catalunya, Galicia, Aragón y la Comunidad Valenciana, residiendo en Catalunya, principalmente, la capacidad de matanza, donde tienen lugar el 25% de los sacrificios, que pasaron de ser 51.435 cabezas de conejo sacrificadas en 2008 a las 40.723 en 2020.

El conejo de La Taverna del Caçador. / Alberto García Moyano
A pesar de todo, España sigue siendo un de las líderes en producción de carne de conejo, por detrás de Italia y Francia, junto con los que concentra más del 85% de la producción de la Unión Europea. También estos países afrontan una disminución del consumo: en 2020 se sacrificaron un 22,6% menos de animales y se produjeron un 19,4% de toneladas menos que en 2010. Coincide, además, que la producción está ligada a la tradición de comer conejo, lo cual es una cuestión cultural inexistente en otros países europeos.
Los jóvenes no comen conejo
Desde la Dirección General de Productores y Mercados Agrarios afirman que “el consumo de carne de conejo viene sufriendo desde hace años una retracción preocupante, penalizada además por su falta de penetración en los estratos más jóvenes de la población, lo que dificulta su competitividad a medio y largo plazo” y confirman una “crisis estructural del sector”. El último informe trimestral sigue arrojando datos funestos: entre octubre de 2024 y enero 2025, las explotaciones se han reducido un 2% y el número de cabezas, un 1,4%. Como dato positivo, suben las exportaciones un 3,4% en 2024 respecto a 2023.

Conejo al ajillo del restaurante Tres Encinas. / Alberto García Moyano
Que la juventud no consuma conejo puede deberse al mencionado aumento de precio, a la falta de conocimientos para saber cómo cocinarlo, al propio descenso de horas que se dedican a cocinar en casa, a la disponibilidad cada vez inferior de la carne de conejo, al contagio cultural de otros países que lo ven como una mascota e, incluso, a que es un producto con poca carne, mucho hueso, que requiere tiempo y habilidad para roer bien sus huesos
Jubliados, parejas sin hijos o con hijos mayores
Así, el perfil de consumidor de carne fresca de conejo es el siguiente, según datos de MAPA: “Un hogar formado por jubilados, parejas adultas sin hijos y parejas con hijos mayores, donde el responsable de la compra tiene más de 50 años y se corresponde normalmente con una tipología de hogar de clase socioeconómica baja o alta y media alta”. El consumo está algo por encima de la media: entre 0,7 kg y 1,2 kg por persona y año. Las principales consumidoras de carne fresca de conejo son: La Rioja, Comunidad Foral de Navarra, Catalunya, Comunidad Valenciana y Aragón.
¿Dónde se compra la carne de conejo? El supermercado sigue siendo el número uno, seguida de la tienda tradicional, normalmente, donde el conejo comparte escaparate con el pollo y otras aves. Asimismo, es posible hacerse con el conejo listo para comer en rosticerías. Muchos de los bares de menú siguen ofreciéndolo por lo menos una vez a la semana y, en Catalunya, templos del 'esmorzar de forquilla', que vive una nueva juventud, lo sirven como siempre: a la brasa o al ajillo, con caracoles o al horno, acompañado de patatas fritas.
Recientemente, tal vez por ese nuevo gusto por los clásicos y por la extensión de la receta francesa de liebre a la royal, el conejo también ha entrado en plazas donde la cocina y el servicio se afinan, como en el restaurante Glug, donde se come conejo sin la tarea de sortear todos sus huesitos en unas albóndigas hechas con su carne. Para versiones tradicionales, el conejo a la brasa de Ultramarinos Marín da ganas de pedirlo por entero, así como el de El Pebrot i El Petit Cargol, el conejo al ajillo del Gelida es un clásico de los mediodías barceloneses y el conejo con 'samfaina' de Can Rubiales invita a mojar pan sin parar. Nos falta encontrarnos, todavía, con un buen conejo con chocolate, receta burguesa catalana que parece haber desaparecido del mapa.
- El psiquiatra Enrique Rojas, experto en salud mental, sentencia a los infieles: 'El mejor amor se pierde si no se trabaja...
- Una madre viaja de Colombia a Santa Coloma para recuperar a su hijo y acaban en la calle en Barcelona, sin ayuda de servicios sociales
- Pilar Eyre, periodista y escritora: 'El emérito piensa que si no pone las demandas le recordarán como el rey corrupto
- El juez del caso Begoña vuelve de repesca a la Moncloa y consigue de Bolaños un nombre que ya 'consta' en la causa
- El Supremo eleva hasta los 3 millones más intereses la indemnización por el daño neurológico causado por negligencia médica en un parto
- La Comisión Europea autoriza finalmente el lecanemab, el fármaco que ralentiza el deterioro del alzhéimer
- El tráfico de fármacos para crear la 'droga de los pobres' se expande en la zona más vulnerable de Barcelona
- Los creadores de los lobos gigantes anuncian el nacimiento del primer clon de 'lobo rojo fantasma