Cuidado con el menaje
Vajillas radioactivas: cómo comprar platos y copas antiguos sin peligro
En el pasado, los niveles de plomo, uranio y cadmio empleados en la fabricación de cerámica, cristal, pinturas y esmaltado no estaban regulados tal y como lo están ahora
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Vajilla de Fiestaware. / Flickr


Rosa Molinero Trias
Rosa Molinero TriasColaboradora del canal Cata Mayor
Periodista, escritora y publicista (Barcelona, 1992). Colabora en distintos medios con reportajes, reseñas y columnas de opinión sobre gastronomía. Ha sido editora y redactora de revistas y libros, entre los que se cuentan Disfrutar Vol 1 (Premio Nacional de Gastronomía en Comunicación).
Dar una vuelta por un mercadillo o un anticuario y comprar platos, vasos o copas 'vintage' se ha convertido en costumbre para muchos. Sin embargo, ¿es seguro comer y beber en la vajilla del pasado? No hay una única respuesta, pero deberíamos tener cuidado. En el pasado, los niveles de plomo, uranio y cadmio empleados en la fabricación de cerámica, cristal, pinturas y esmaltado no estaban regulados tal y como lo están ahora.
De hecho, es famoso el caso de las vajillas Fiestaware, que brillan en la oscuridad. Lanzadas al mercado estadounidense por primera vez en 1936, se elaboraban con uranio para darle color al acabado. Por ejemplo, en el 'set' de color rojo, que era el más buscado y el más caro, se añadía un 14% del peso total del vidriado de óxido de uranio, y el Museum of Radiaton and Radioactivity estima que contenían un total de 4,5 mg por pieza.
Sin embargo, cuando se descubrió el potencial destructor del uranio, durante la Segunda Guerra Mundial el gobierno estadounidense confiscó el estoc de uranio de la compañía para fabricar su bomba atómica, y Fiestaware no pudo reanudar su actividad hasta 1959, esta vez, usando uranio empobrecido. A pesar de su radioactividad, que puede medirse con un contador de Geiger, la vajilla Fiestaware se considera tan segura como la de un 'smartphone'.

Vajilla de Fiestaware. / Wikimedia Commons
“Muchos otros fabricantes usaban el mismo método para conseguir tanto el color rojo como amarillos, verdes y marrones”, explican desde el museo. El uranio, así como el radio, era un ingrediente empleado en multitud de procesos, tal y como atestigua 'Las chicas del radio' (Capitán Swing, 2019), que relata cómo docenas de mujeres enfermaron por aplicar la sustancia a los relojes para que pudieran dar la hora en la oscuridad.
Y si esas cantidades de uranio en los platos no son alarmantes, sí debemos tener cuidado con el plomo. El Center for Environmental Health considera 'vintage' toda vajilla que tenga más de 20 años por su potencial de contener altos niveles de plomo que puede desprenderse en contacto con los alimentos. “Tradicionalmente, el plomo era el ingrediente principal en la pintura y el vidriado de la mayoría de vajilla cerámica porque le confiere tenacidad y proporciona un acabado suave y homogéneo. Asimismo, junto con el cadmio, que también es tóxico, hace los colores más brillantes”.
¿Qué puede pasar si nuestros cuerpos absorben demasiado plomo? Ocurriría una intoxicación por metales pesados. Es algo especialmente peligroso para los niños y las mujeres fértiles y embarazadas, ya que se absorbe en los huesos y se libera durante la lactancia. Puede provocar daños en el feto e influir negativamente en el desarrollo físico y psicológico del niño, así como generar problemas cardiovasculares en cualquier adulto.
Considerando la revisión de los límites legales
A día de hoy, el máximo legal de plomo permitido en las vajillas cerámicas y de cristal es entre 0,8 mg/dm2 y 1,5 mg/l de plomo y de 0,07 mg/dm2 y 0,1 mg/l según la tipología del objeto y su superficie, tal y como indica el Real Decreto 891/2006, de 21 de julio, que se ajusta al marco de la regulación europea EC 1935/2004.
Desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) dicen que se está considerando la revisión por parte de la Comisión Europea sobre los límites legales de plomo, cadmio y otros metales, y se le ha encargado al Laboratorio Europeo de Referencia la confección de un método que determine hasta qué punto migran estos metales hacia los alimentos, y en qué medida lo hacen en cada uno y bajo qué condiciones de temperatura y exposición.
Ensayos de migración
La AESAN recuerda que, en prevención, los ensayos de migración se practican en las condiciones de uso más desfavorables, y pueden no coincidir con las que damos en casa a este tipo de vajilla. “Esto que se cumple para muchos tipos de cerámica o vidrio, no es cierto para todos ellos, por ejemplo, artículos muy tradicionales o hechos a mano de manera artesanal, que se utilizan solamente de vez en cuando, por ejemplo, una copa de cristal especial, un servicio de porcelana antiguo o un molde para hornear”, señalan.
En caso de sospechas, tendremos dos opciones: testar el objeto con un medidor o con un profesional o buscar el símbolo internacional que todos los objetos destinados a estar en contacto con los alimentos de forma segura llevan desde 2004 según el mencionado marco regulatorio de la UE: la copa y el tenedor.
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