Conversación íntima

Jordi Cruz: "En mí he visto el monstruo que a veces no controlas y sale" | PODCAST Mesa para dos

El chef de Àbac confiesa detalles desconocidos de su carácter al periodista Pau Arenós en la segunda entrevista de la serie 'Mesa para dos'

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Cata Mayor

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"Me llamo Jordi Cruz y soy cocinero". Así comienza la entrevista de la serie 'Mesa para dos' en la que Pau Arenós charla con destacados cocineros sobre sus vidas más allá de las cocinas. Y el resultado suele ser sorprendente por el nivel de intimidad de sus confesiones. El chef de Àbac se saca la "armadura de inseguridad y timidez" de la dice haberse librado hace ya un tiempo y explica al periodista detalles muy privados, como la fría relación con su padre, la gestión de su carácter...

Como hace en 'Masterchef', no se anda con medias tintas. Pero en este caso, para hablar de sí mismo y definirse como "una persona muy chiquitita, un chico de Manresa pequeñito y trabajador" que quería ser un "cocinero completo desde el aperitivo al postre que no esperaba ser alabado por nadie ni conseguir tres estrellas Michelin".

"La tele ha dañado mi imagen como cocinero"

Pero es consciente de que la televisión le ha hecho un flaco favor como chef: "Ha dañado mi imagen como cocinero, una pena. La gente se cree que soy tonto, y que dejaré mi oficio para transformarme en un borrico, pero no, yo soy cocinero". Y de éxito: seis estrellas Michelin (tres por Àbac, dos por Angle, una por Atempo).

Ese autoanálisis incluye confesiones como un carácter que recuerda al de su padre y que intenta domar. "En mí he visto en algunas ocasiones el monstruo, el animal que a veces no controlas y sale, y no quiero transmitir a la gente eso cuando tengo la sensación de que soy buena persona, sencilla, currante, que no ofende a nadie".

"De niño pequeño a monstruo infernal"

El "animal" del que habla "es un niño pequeño que se enfada mucho y que pasa de niño pequeño a monstruo infernal, que se puede convertir en un motor". El cocinero ha sabido gestionarlo por sí mismo, "metiéndolo en una caja y transformándolo en un motor a reacción que fuera una fuente de energía para currar y crecer". Ahora, que se siente más liberado, confiesa lo deja salir un poquito porque cree que "a veces está bien tener mala leche". Pero esa "mala hostia" no la saca a relucir mucho en Àbac porque cree que "es mejor una mirada de decepción que un grito",

La charla también versa sobre la relación con su progenitor, con quien no supo conectar emocionalmente porque ambos eran "cariñosos pero no sabíamos transmitirlo". Se queda con el consuelo de haberle dicho "te quiero" dos horas antes de que su progenitor muriera, con un alzhéimer "avanzadísimo".

"Iba como pollo sin cabeza"

Cruz era el pequeño de seis hermanos y se sentía "desubicado" en una "manada en la que cada uno tenía su rol". "Yo iba como pollo sin cabeza, tenía ganas de hacer cosas y era movidito y me metía en problemas, hacía locuras, hacía caso a quien no debía…", recuerda. Y esas locuras a las que se refiere eran robar neumáticos, gastar 10.000 pesetas en chucherías para invitar a sus compañeros de clase, desaparecer alguna que otra noche de casa sin avisar... Su madre sufría, y se llevó cuatro bofetadas por otras tantas gamberradas que hizo.

La cocina, como admite el chef, le salvó. Y lo vio claro con solo 8 años, cuando vio que se le daba bien. "Necesitaba agarrarme a algo que se me diera bien. Cuando estaba de vacaciones y con arroz, laurel, un ajo pocho hacía algo con eso y lo disfrutaba, y mi madre me decía que se me daba bien la cocina. Metí toda la carne en eso. Al acabar EGB me fui a la escuela de hostelería y ya no quise dejarlo nunca. Estuve 15 años 100% focalizado en eso. Llámalo tenacidad o miedo a descarrilar, buscaba la aprobación de mi familia, que estuviera orgullosa de mí, que no pensara que iba para delincuente".

"No me gusta perder ni a las canicas"

En la cocina también tuvo el reconocimiento de muchos jurados, ya que ganó innumerables concursos, incluso cuando ya tenía una estrella Michelin. "No me gusta perder ni a las canicas. ¿Por qué un cocinero que ya tiene una estrella Michelin no puede ir a un concurso de cocina? ¿Porque es un deshonor perder? Yo me lo pasaba bien en los concursos y como estaba en Berga, en L’Estany Clar, como un ermitaño que llevaba 14 años allí, mi forma de conocer mundo y cocineros era ir a los concursos".

Peor lo pasó cuando defendió el trabajo de los 'stagiers' en los fogones de restaurantes gastronómicos. "Es de las cosas mas injustas que me han pasado en la vida y que más daño me han hecho. Después de 20 años currando de repente por intentar defender a otros cocineros. Defendí lo que esos chicos querían, que era aprender, y modelos que históricamente se han alimentado de ellos. Y por eso se me tachó de delincuente, de explotador. Me denunció un sindicato, me hicieron cuatro inspecciones de trabajo ese año". Las denuncias cayeron en saco roto porque en Àbac todo está en regla.

El podcast 'Mesa para dos' se publica cada lunes por la mañana en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA. También puedes escucharlo en los principales agregadores: Ivoox, Spotify, Podimo y Apple Podcast.