Sabor a Madrid

7 bocatas de calamares para hincarle el diente a San Isidro

Repasamos las mejores versiones del 'finger food' más castizo

El bocadillo de calamares de Los Galayos (Madrid).

El bocadillo de calamares de Los Galayos (Madrid).

Javier Sánchez

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¿Por qué el bocata de calamares y la ciudad de Madrid están hermanados? Hay teorías para todos los gustos, desde los que explican que nació como una alternativa libre de carne más en época de cuaresma hasta los que opinan que fueron las mujeres gallegas y asturianas que trabajaban en las casas de la capital, familiarizadas con los productos del mar, las que popularizaron su consumo.

Nosotros tenemos claro que en Madrid la fritura nunca ha causado rechazo. En las verbenas de la capital siempre se han freído con alegría entresijos y gallinejas -o las amas o las odias- y es posible que, ya metidos en aceite, alguno decidiera también "abrasar" un cefalópodo agradecido, con poca merma y una buena relación con el rebozado. Y en plena fiesta la manera más fácil de llenar el buche y seguir con la jarana es tomarse cualquier cosa en formato bocadillo.

El caso es que no hay duda: desde mediados del siglo XX la Plaza Mayor y demás zonas céntricas están plagadas de bares que lo tienen como plato enseña. Ha jugado a su favor el precio, claro. El bocata de calamares ha sido siempre una opción económica para llenar el estómago e históricamente estudiantes y trabajadores han estado entre los que más han recurrido a él.

Como le ha ocurrido a otros platos humildes en los últimos años, al bocata de calamares cada vez se le tiene en más estima y, junto a la versión clásica, han ido surgiendo otras, más pintonas e historiadas. Aquí van siete bocadillos de calamares con los que nos daríamos un homenaje ya no solo en San Isidro, sino en cualquier día del año.

Bareto

Cuando uno le hinca el diente a un bocadillo de calamares pocas preguntas suele hacerse sobre el bicho exacto que se está comiendo. En realidad, lo único que importa es que esté bueno. En Bareto (Alcalá, 55) le dan una pequeña vuelta a la receta empleando calamares jóvenes: es decir, chipirones. El resultado es un bocadillo en el que el mordisco, una vez que se atraviesa el rebozado, es más tierno y meloso. El pan, crujiente, también acompaña. El precio es de 5 euros.

El bocadillo de chipirones de Bareto (Madrid).

El bocadillo de chipirones de Bareto (Madrid). /

Bugao

El chef Hugo Ruiz trae aires nuevos provenientes del Estrecho en la versión del bocata de calamares que se puede disfrutar en Bugao (María de Molina, 4). No es el primero en apostar todo al negro en el pan, teñido con tinta de calamar, pero sí hay que reconocerle una inquietud especial con las mayonesas. Elabora dos, una de ajo negro y otra de pera, que se llevan de cine con los matices dulces de la carne del calamar. Un toque extra de azúcar 'glacé' nos lleva a preguntarnos ¿podría un bocata de calamares llegar a ser un postre? El precio es de 7,80 euros.

El bocadillo de calamares de Bugao (Madrid).

El bocadillo de calamares de Bugao (Madrid). /

Mar Mía

El nivel superior de los exquisitos bocadillos de Bar Manero continúa en Mar Mía (Plaza de Isabel II, 7) donde Carlos Bosch se ha llevado recetas icónicas para el deleite del respetable. Allí está el mollete de calamares, una versión de nuestro bocata favorito en la que se han cuidado hasta el extremo todos los ingredientes. El mollete viene de Antequera y la mayonesa de lima que lo acompaña está de vicio. Su precio es de 10,90 euros.

El bocadillo de calamares de Mar Mía (Madrid).

El bocadillo de calamares de Mar Mía (Madrid). /

Café Comercial

Pocos sitios más castizos que el Café Comercial (Glorieta de Bilbao, 7), con una barra jugona en la que puede tomarse desde ensaladilla rusa hasta sus patatas bravas con alioli de madroño, pasando incluso por sus riquísimos tigres. Su bocadillo de calamares es absolutamente clásico pero también totalmente irresistible. Se sirve acompañado de patatas fritas 'chips' y tiene un precio de 7 euros. Una demostración de lo que se puede lograr cuando se domina el arte de la fritura...

El bocadillo de calamares del Café Comercial (Madrid).

El bocadillo de calamares del Café Comercial (Madrid). /

Los Galayos

En la Plaza Mayor y alrededores son muchos los locales que ofrecen bocata de calamares -del Bar Postas a La Campana- pero nos seduce especialmente el de Los Galayos (Botoneras, 5), casa de comidas ilustrada y más que centenaria. Se nota que está hecho con cariño, cuidando el rebozado para que sea especialmente crujiente. El pan también se eleva por encima de la media de la zona: una buena chapata se encarga de arropar las anillas doradas. El precio es de 3,90 euros.

El bocadillo de calamares de Los Galayos (Madrid).

El bocadillo de calamares de Los Galayos (Madrid). /

Apura

En la 'sanguchería' del chef Mario Céspedes (General Oraá, 45) el bocata de calamares viaja hasta Perú para volver en una versión que es puro 'umami'. La salsa de rocoto y cítricos marca la diferencia para transformar el bocadillo de toda la vida en un 'sándwich' tan contemporáneo como irresistible. Mención aparte merece la curradísima 'tempura' en la que se reboza el calamar y que resulta crujiente sin ser pesada. 'Puritita' alquimia. El precio es 8,8 euros.

El bocadillo de calamares de Apura (Madrid).

El bocadillo de calamares de Apura (Madrid). /

La Neotaberna de Santerra

De Miguel Carretero, creador del mejor bocadillo de España -de ventresca de atún suavizada con grasa de entrecot: tremendo-, llega una de las mejores versiones del bocata de calamares que se pueden encontrar en Madrid. El 'Rejos Chili Peppers' de La Neotaberna de Santerra (Ponzano, 62) juega con los tentáculos del calamar dentro de un 'brioche' con salsa chipotle ligeramente picante, hierbas frescas y lima. El contraste de texturas entre la crujiente del rejo y la blandita del pan nos llega al corazón (por la vía del estómago, claro). El precio es de 7,50 euros.

El 'Rejos Chili Peppers' de La Neotaberna de Santerra. 

El 'Rejos Chili Peppers' de La Neotaberna de Santerra.  /

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