Respuesta de experto

Los aditivos E de los alimentos que compramos, ¿son malos para la salud?

Los 'E' que van seguidos de un número cambiante son omnipresentes en los productos de los supermercados

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aditivos / Ferran Imedio

Ferran Imedio

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Los alimentos que compramos en el supermercado lucen una etiqueta con los ingredientes y aditivos que contienen. Y los que llevan la letra E y a continuación un número variable son omnipresentes. Se trata de conservantes, colorantes, emulgentes, edulcorantes, espesantes, antioxidantes, potenciadores de sabor... Bastantes de ellos son productos artificiales. Pero, ¿son malos para nuestra salud?

Acudimos a nuestro experto de cabecera, Abel Mariné, catedrático emérito en Nutrición y Bromatología del Campus de la Alimentación de la UB, para que nos saque de dudas. Y, nada más comenzar, recuerda lo que dijo el alquimista, médico y astrólogo suizo Paracelso ya en el siglo XVI: 'dosis sola facit venenum', es decir, "solo la dosis hace al veneno". Y lo que compramos en el súper tiene las dosis mínimas de aditivos. Las que marca la normativa europea.

"Si tuviéramos tiempo y ganas de cocinar en casa, no haría falta consumir productos con aditivos, pero con una sopa de sobre solucionas una cena y no es malo para la salud", explica Mariné. Eso sí, remacha, "cuanto menos mejor, ese debería ser el criterio".

A pesar de que es mejor evitarlos, también es imposible renunciar a ellos en algunos casos. Por ejemplo, los embutidos contienen nitritos para alejar el riesgo de botulismo. Y el vino necesita sulfitos para que sea más estable y tenga más garantías de salubridad. "Y no olvidemos que los productos ecológicos también llevan aditivos, aunque menos", señala el catedrático.

Mariné también derriba el tópico de que todo lo natural es sano: "Es una lectura simplista. Natural significa que está en la naturaleza". Y cita lo que dijo en su día el profesor Francisco Grande Covián: "No hay nada más natural, biológico y ecológico que el microbio que causa el cólera y nada más químico, sintético y artificial que el cloro, pero gracias a que cloramos las aguas no nos morimos de cólera".

Además, pone tres ejemplos: "La vitamina A es esencial para el organismo pero puede ser tóxica; de hecho, las embarazadas pueden tener un bebé con defectos si se exceden en su consumo. Algunas setas son tan tóxicas que te pueden matar. Y si bebieras agua sin parar te podrías intoxicar".

Al fin y al cabo, tiene que imperar el sentido común. Una dieta equilibrada, tal y como defiende el experto en 'Dietas. Una inmersión rápida' (Tibidabo), un libro en el que sostiene que hay que "comer con emoción pero con racionalidad", a base de productos de temporada y moderando el consumo de ultraprocesados, que son los que contienen más aditivos.