Diferentes tiempos históricos

'Hierve' y 'Delicioso': fuego y chamusquina en las pantallas

En común, dos hombres blancos, chefs atribulados y genialoides, malaúva, tiranuelos, gritones en cocinas en las que se anda sobre cuchillos

En los archivos de la filmografía culinaria existe la excelencia: 'Tampopo', 'El festín de Babette', 'Entre copas', 'Ratatouille', 'Julie y Julia', 'Chef' o 'Comer, beber, amar'

hierve

hierve

Pau Arenós

Pau Arenós

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Han coincidido, en los mejores sofás de casa y en las mejores pantallas, dos películas con temática gastro: la británica 'Hierve' (Filmin) y la francesa 'Delicioso' (cines), la primera, anclada en la actualidad, y la segunda, en 1789, a punto de la ignición revolucionaria y con la guillotina como inmediato instrumento para descabezar.

En los archivos de la filmografía culinaria existe la excelencia, aunque en poca cantidad: 'Tampopo', 'El festín de Babette', 'Entre copas', 'Ratatouille', 'Julie y Julia', 'Chef', 'Comer, beber, amar'… Y algunas más, cursis y romanticonas, excusas para contar amoríos de sobremesa y escenas de harina y revolcones y besuqueos sobre las superficies de acero. Por eso, el casual emparejamiento es resaltable; una simultaneidad, como digo, infrecuente, como cuando en un ser humano coinciden inteligencia y bondad.

En común, dos hombres blancos, chefs atribulados y genialoides, malaúva, tiranuelos, gritones en cocinas en las que se anda sobre cuchillos. A partir de ahí, tramas diferentes y finales opuestos. He disfrutado con ambas, con el preciosismo de bodegón de 'Delicioso' y con la creíble catástrofe de 'Hierve'. Por lo que conozco, por lo que vivo y he vivido, estoy más cerca, claro, de la película británica que de la francesa, ambas atractivas, con lugares de honor en esa corta lista que citaba antes.

En 'Delicioso', dirigida por Éric Besnard, se insinúa la aparición del primer restaurante (que probablemente fue en París y no en un medio rural, como ocurre aquí), trufado con una historia de amor, un villano idiota, una bella puesta en escena y algunas bromas gastro: el nacimiento de las patatas fritas, del 'marketing' gastro y del menú del día.

Mesas con manteles y oferta variada es lo que diferencian la posada o la taberna del nuevo orden hostelero. Acertada recreación histórica y comentarios, como el que suelta Pierre Manceron, 'officier de bouche' del duque infame, al aprendiz que espolvorea canela sobre unas aves al espetón. “¿Qué crees, que estamos en la Edad Media?”, en alusión al menor uso de las especias.

El pastelito Delicioso es la estrella de las 'delicatessen' de la película.

El pastelito Delicioso es la estrella de las 'delicatessen' de la película. / NORD-OUEST FILMS

En 'Hierve', dirigida por Philip Barantini, se muestra, en un celebrado plano secuencia, la agonía de un servicio durante una noche de llenazo en un restaurante con un chef, interpretado de forma precisa y apabullante por Stephen Graham, al borde del precipicio.

Barantini, que fue cocinero y sabe qué contar, filma un restaurante porque es un espacio en el que, durante un tiempo corto y concentrado, se desarrolla una actividad enajenada que facilita que la miseria humana se alce como un gas nauseabundo: podría haber entrado en muchos despachos o talleres con parecido resultado y los mismos jefecillos lacerantes.

Por encima del gas mostaza, la solidez y entereza de la jefa de cocina, que es la que salva el caos que la incompetencia del chef disemina. El cliente racista, los 'influencers', la directora de restaurante sumisa con el comensal abusón y despótica con el empleado, los profesionales vagos y silbadores, el chef mediático y marrullero o la crítica, que dice una frase para apuntar en referencia a lo que aparece en el plato: “Como en el sexo, te guías por lo que hay, no por lo que no hay”.    

¿Son así las cocinas? Son así algunas cocinas. Un mediodía, pasé vergüenza y miedo sentado en la llamada Mesa del Chef en un dos estrellas o, en aquel momento, tal vez solo una. Ese chef, entonces famoso, le gritó al segundo ante el equipo al completo durante el tensionado pase: “¡Eres un subnormal”. Sin cortarse y consciente de que había allí un extraño.

Tras el grito, y su eco, todos siguieron a lo suyo, a lo mejor aliviados porque, en esa ocasión, el chorreo había salpicado a otro.

El maltrato al currante es indecente, al igual que el escaqueo de este. Los chillidos tienen que ser proscritos de los lugares de trabajo.

Puede que todo se tornara más sencillo si los responsables redujeran la carga de trabajo pensando platos posibles en lugar de platos risibles.  

Suscríbete para seguir leyendo