Frío con memoria

Mamá Heladera: si tienes un recuerdo, tienes un helado

El nuevo establecimiento del Poblenou elabora terrinas a partir de vivencias de sus clientes asociadas a aromas y sabores

Un helado de recuerdos de Mamá Heladera

Un helado de recuerdos de Mamá Heladera

Ferran Imedio

Ferran Imedio

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¿A qué saben los recuerdos? Pues a helados, por ejemplo. Esa es la teoría -y la práctica- de Irene Iborra, la jefa de Mamá Heladera (rambla del Poblenou, 44), un nuevo establecimiento en el que prepara sabores basados en vivencias de sus clientes para hacer creaciones a su medida y en el que ha contado con las de la gente del barrio para montar una carta fija con algo más de una docena de propuestas.

Iborra llevaba años dándole vueltas a la idea, basada en la neurogastronomía que le enseñó una de sus profesoras en la Escola Hofmann, Montse Saperas. "Nos explicaba que si la vainilla nos gustaba era porque formaba parte de los ingredientes de las papillas". Los aromas también son un poderoso detonante que despierta nuestra memoria.

De plastilina, de bechamel, de lavanda...

Así que decidió abrir Mamá Heladera, justo al lado de El Tío Che, establecimiento del que procede ya que pertenece a la quinta generación. Como en la histórica horchatería su rompedora propuesta no tenía cabida, optó por abrir su propio negocio. Allí concibió una carta fija a partir de los recuerdos que fue recogiendo de clientes habituales, amigos, familiares...

Irene Iborra, sirviendo un cucurucho de helado de recuerdos en Mamá Heladera.

Irene Iborra, sirviendo un cucurucho de helado de recuerdos en Mamá Heladera. /

De aquella encuesta salieron, por ejemplo, el de plastilina (huele igual pero está hecho con coco y almendra amarga), el de bechamel (nuez moscada, sal, mantequilla y pimienta negra, "parece que estés rebañando la olla donde se han hecho las croquetas"), el de mantecado del yayo Alfonso (Iborra imita la receta perdida con la que triunfaba su antepasado hace décadas en El Tío Che), el de la lavanda que usaban las abuelas para perfumar armarios (cereza ácida y lavanda), el de coco (en homenaje al restaurante Chang Feng, el primer chino del Poblenou al que fue medio barrio y donde se remataba los ágapes con un helado de coco de una conocida compañía)...

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Pero Mamá Heladera también te hace un helado a medida de tu recuerdo. Para ello, debes rellenar un formulario que tienen en el local o en su web: ahí debes explicar algún momento especial de tu vida asociado a aromas, gustos, texturas, sonidos... Con esas pistas, Iborra crea una tarrina con el título que tú quieres, cuelga su foto en las redes sociales y la pone a la venta para el público general hasta que se agota.

Así, por ejemplo, elaboró uno de crema de tomillo con miel de pino inspirado en los paseos por el campo que hacía una chica con sus abuelos recogiendo esta hierba aromática. Una explicación que trasladan a cada cliente que quiere probar los helados. "Somos contadores de historias -subraya Iborra- porque con este tipo de helados es muy importante conocer el relato que hay detrás. Si no se hace así, no funciona".

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