Opinión | Punta de cuchillo

Pau Arenós

Pau Arenós

Coordinador del canal Cata Mayor

Más que un chuletón, un capón para Pedro Sánchez

El ministro Garzón no ha hecho otra cosa más que repetir lo que ciencia dice: una vaca es una fábrica de metano con patas y para conseguir una chuleta hay que gastar 15.000 litros de agua

Chuletón parrilla

Chuletón parrilla / Jordi Cotrina

Pedro Sánchez tiene razón: el chuletón, poco hecho. Alberto Garzón tiene razón, y rima: mejor comer poco chuletón.

La respuesta de Sánchez, en cuanto que sale en defensa del ministro Luis Planas y la ganadería extensiva (Garzón se refiere a "macrogranjas"), es irresponsable e hipócrita, lejos de esa sostenibilidad a la que se ha comprometido su Gobierno, insostenible desde el punto de vista de la salud del planeta y de la de los ciudadanos.

Garzón no ha hecho otra cosa más que repetir lo que ciencia dice: una vaca es una fábrica de metano con patas y para conseguir una chuleta hay que gastar 15.000 litros de agua; para una manzana, solo 60. Los números están ahí para el análisis serio y tranquilo, sin la pasión sanguínea de la carne roja.

Hay que consumir carne roja de una forma excepcional y con bestias procedentes de fincas con animales bien cuidados, con espacio para moverse, alimentados de una manera respetuosa con el medio ambiente

Planas es ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación. Vaya, Agricultura, qué olvidadizo. La coliflor no tiene glamur, las acelgas no tienen prestigio. La reivindicación chuletera, o chuleta, de Sánchez suena a desafío de reservado, brandy, puros y corbata desahogada.

Yo como chuleta, y cocino chuleta (la carne, siempre atemperada; si no hay parrilla, una sartén muy caliente con un poco de grasa de la pieza), aunque –este el consejo menos dañino– hay que hacerlo de una forma excepcional y con bestias procedentes de fincas con animales bien cuidados, con espacio para moverse, alimentados de una manera respetuosa con el medio ambiente.

Se tiran pedos y eructan, sí, pero es la consecuencia de bombardear desde varios estómagos. Las vacas son inocentes: somos nosotros los que las politizamos, y explotamos.

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