TOMA PAN Y MOJA

El arte de comer 'coñofres'

La Pollería se ha convertido en una fábrica de genitales azucarados: vende en La Rambla gofres con forma de penes y vulvas

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Òscar Broc

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Desde hace unos meses, se han avistado por la Rambla incontables personas chupeteando un dulce que a muchos 'boomers' nos ha cogido con los pantalones bajados: el pollofre. Como su propio nombre indica, es un gofre con forma de, ejem, ¿hace falta que siga? Estos penes comestibles de notables dimensiones cotizan muy alto en Instagram. Se han popularizado entre un público joven y desacomplejado que los blande con soltura y les mordisquea el glande azucarado entre risas para la foto.  

Lejos quedan ya los días de Pirulo y Calippo, helados de silueta fálica que insinuaban y excitaban la imaginación del lamedor. Estos tiempos acelerados exigen mensajes directos, sin rodeos; no están las cosas para preliminares. Ahora, te ponen un cipote realista delante de los morros y, si tu límite está en el anuncio de espárragos Carretilla, no lo pasarás bien paseándolo por la calle.

<strong>La Pollería</strong> (La Rambla, 116) es la responsable de la invasión de falos de gofre en las calles de Ciutat Vella. Pues bien, según me comunica esta fábrica de genitales azucarados, ahora le ha llegado el turno a otra 'masterpiece': el coñofre. Como su propio nombre indica es un gofre con forma de, ejem, ¿hace falta que siga? El falocentrismo no se ha impuesto esta vez; aunque tarde, el coñofre ya ha llegado para hacer justicia de género y, de paso, no dejar huérfana a la cofradía del cunnilingus

Carrera genital

Y mientras celebro la llegada del chocho de gofre, veo con suma claridad el siguiente paso en esta carrera genital: poner a la venta gofres con la forma de penes y vulvas de celebrities, como en el 'star system' del porno. «A mí ponme un Mario Casas y creo que a mi pareja hoy le apetece un Britney Spears». 

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