RUTA DEL PAN

10 lugares para degustar el mejor pan artesano en Catalunya

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Carme Escales

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Excursionistas y panaderos siempre han tenido un despertar común. Unos madrugan para aprovechar el fresco del alba y asegurar el camino con luz de día y los otros, para tener recién hecho el pan de los desayunos. Un buen pan para un buen picnic. Ambos ponen en ruta unas cuantas propuestas de escapada por toda Catalunya.

1. Alt Camp: Hasta cuarenta variedades diferentes

La primera nos lleva a la viña, en la comarca del Alt Camp. Allí en 1917 se construye el edificio obra del arquitecto discípulo de Gaudí Cèsar Martinell destinado a recibir las uvas de los payeses de Nulles y sus alrededores. Constituidos en cooperativa, sus cosechas de 1920 fueron las primeras en llenar la bodega modernista. Es un espacio que nos sumerge de lleno en el mundo del vino, la tierra y la arquitectura que se sirve de la belleza para servir a la gente del campo. Las experiencias enoturísticas que brinda Nulles a través de su cooperativa se completan con la visita a su panadería.

Pan amasado a mano, con masa madre natural, sin aditivos y muy larga fermentación. El panadero de Nulles, Jordi Gasque, elabora a conciencia hasta 40 tipos diferentes de pan, de espelta, de olivas, de ‘calçot’, de chocolate… En su espacio en Instagram (@forndenulles) se pueden ver, ¡A cuál más a petitoso! Y a todo el que le pregunte sobre qué hacer en Nulles, este artista del pan no duda en dirigirlo a la Catedral del Vi, el Celler Cooperatiu modernista. Pero –dice- “lo más bueno de Nulles es su tranquilidad. Hay que venir a una casa de turismo rural de su entorno y descansar. Estamos a diez minutos de Tarragona y a cinco de Valls, pero aquí respiramos, sobre todo, calma”.

2. Almoster: Exquisito pan artesanal de payés

De Nulles, salimos hacia Reus, pero haciendo parada en Almoster. Es una pequeña localidad con referencia histórica documentada del año 1146. Estratégicamente situado como punto de partida de visitas y excursiones, a las montañas de Prades y al Parc Natural Serra del Montsant, y a muy pocos kilómetros de la Costa Dorada. Un mar y montaña próximos para unos cuantos picnics con el pan del Forn Pastisseria Vilarrubí d’Almoster. Allí, Joan y Joana cuecen al horno pan artesanal de payés, de medio kilo. Joan Vilarrubí es la tercera generación de panaderos, sigue la estela de su padre, Antoni, y de su abuelo, Flaviano.

Almoster es un pueblo que se explica a sí mismo. En determinados días se puede participar de una ruta guiada por sus casas más antiguas.

3. Reus: Harinas ecológicas y de proximidad

En 20 minutos en coche, desde Almoster llegamos a Reus, donde regresamos al modernismo. La capital del Baix Camp tiene trazada en sus calles una <strong>Ruta del Modernisme</strong>, un recorrido por el centro de la ciudad para admirar una trentena de fachadas modernistas seleccionadas, en un trayecto señalizado con fecha de construcción y el nombre del arquitecto. Entre ellas está Casa Navàs, una vivienda modernista a la que podemos entrar, como al Museu del Vermut y al Gaudí Centre, otras dos recomendaciones de visita antes de hacernos con unos cuantos panes del Forn Sistaré. Diversos premios han reconocido la manera de trabajar el pan y vivir el oficio en este establecimiento de Reus con historia documentada desde 1910 y que ahora regentan dos hermanos, Xavier y Tomàs Pàmies Sistaré, hijos de varias generaciones de panaderos. La selección de sus harinas, de proximidad y ecológicas, la masa madre y el proceso de fermentación hacen más saludables sus panes. Además de su pan de payés redondo con IGP (Identificació Geogràfica Protegida) Pa de Pagès Català, preparan barras de 3, 5 y 8 kilos y han llegado a hacerlas de hasta 12 kilos para acontecimientos especiales.

4. Artesà de Segre: Panes redondos y sabrosas cocas dulces y saladas

Poniendo rumbo hacia el Pirineo, haremos dos paradas en Terres de Lleida, una en Artesa de Segre y la otra en Torregrossa. En Artesa, para comprar pan y cocas en la panadería Cal Joan Bo, y lo de Bo va por Joan, el abuelo de las actuales panaderas, de quien todos decían que era muy buena persona. Pero muy bueno es el pan, igualmente, que sigue cociendo en el mismo horno de leña en el que los preparaba él y ahora sus dos nietas, Teresa y Núria Vilanova. El abuelo de su madre fundó la panadería el año 1892. Desde entonces, con la misma masa se crean panes redondos, en barra y en ‘xusco’. Solo forma y peso cambian. Las cocas, con la misma masa como base, las hacen dulces y saladas, de ‘recapte’, como siempre, y con cebolla. Y, en invierno, la masa de pan envuelve la típica ‘panada’ de espinacas de Lleida.

Desde Artesa, estaremos a siete minutos del pueblo de Seró, donde se puede visitar el yacimiento arqueológico donde se han hallado restos del neolítico. Además del recorrido guiado, en el Seró Espai Transmissor organizan actividades culturales abiertas a todo el público.

5. Torregrossa: Pan rústico con forman de riñón

Ya en Torregrossa, un pan especial nos espera. Su forma de riñón lo bautizó, es el pa ronyó, típico en la zona pero que ya solo elaboran 3 o 4 panaderías. Una de ellas es Pa Ronyó de Torregrossa. Lo abrieron en el 2011 sus actuales propietarios y para que no se perdiera la especialidad, le dedicaron la panadería y su labor diaria. “Antiguamente se hacían de 200 o 250 gramos, pero nosotros los hacemos de 300 gramos, es un pan rústico con forma de riñón”, explica quien lo regenta, Marga Cano. Hacen el pan con masa de harina procedente de agricultura respetuosa con el medio ambiente, sin pesticidas ni abonos químicos, molidas en la piedra y leridanas. Masa madre natural, los hacen con trigo antiguo, espelta, kamut y titodeum y fermentación de 20 horas. Cocción con leña de encina y aceite de oliva virgen extra.

Una vez en Torregrossa, estaremos solo a 20 minutos del espacio natural de Estany d’Ivars Vila-sana, el paraíso de las aves y un oasis de calma para pasear y posibilidad de realizar visitas guiadas. En temporada de recolección de olivas y producción de aceite –de noviembre a enero-, las cooperativas de la zona sirven catas y dan a conocer todo el proceso.

6. Alta Ribagorça: Un pan de altura

Ya en las montañas pirenaicas, en la Alta Ribagorça, y de camino al Vall de Boí, viene de paso hacer parada en El Forn de Llesp. Lo fundó en 1950 Ramon Castells, el padre de su actual propietaria que desde  junio del 2012, cuenta con la certificación de IGP de la Generalitat de Catalunya por su pan elaborado artesanalmente desde hace más de 50 años. Barra de medio kilo y pan de medio y de kilo se cuecen en un horno de leña que no ha dejado nunca de trabajar. La barra del bar donde se despacha el pan, un pequeño comedor donde degustar carta o menú y el jardín que da la bienvenida al lugar no tienen desperdicio. Las paredes del local, en su interior, están llenas de fotos, postales y recortes de periódico. Es que la panadera, Núria Castells, es también periodista y adora escribir poesía. Es la dama de las tres P’s.

El idílico enclave en el que vive es un máximo inspirador, a las puertas del Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, el mismo camino que lleva hasta las ermitas románicas Patrimonio de la Humanidad.

7. Tírvia: Pan horneado con leña

Y de valle en valle, saltamos a la comarca del Pallars Sobirà, en dirección al pueblo de Tírvia, en la Vall Ferrera, donde se encuentra la cima más alta de Catalunya, la Pica d’Estats (3.173 m). Desde la carretera que lleva a Tírvia desde Llavorsí, ya se puede ver la silueta del pueblo, antes de tomar el desvío hacia él. Vale la pena poner el intermitente para llegar a Tírvia y entrar en su panadería. También desde los años 50 del siglo pasado un excelente pan se amasa y se hornea con leña de los bosques próximos, en la única panadería del pueblo, una de las pocas de todo el valle. Son la segunda generación dedicada al pan y las cocas en este pueblo pallarés que es un respiro de calma, y un agradable mirador del valle y sus montañas. Con el pan y la coca se puede ir de picnic al bosque de Virós o elegir entre los muchos senderos de este rincón del Parc Natural del Alt Pirineu.

8. El Lluçanès y la Ruta del Pa

Siguiendo el camino del trigo, de sus espigas en el campo al molino y su desenlace en el obrador y horno de pan, en el Lluçanès han construido su propia Ruta del Pa del Lluçanès. Es una propuesta de visita agroalimentaria, desde el campo hasta la mesa, descubriendo la actividad payesa.

Harinas locales y masa madre redondean en un pan las historias de un cultivo y la vida en una masía, el Mas Terricabras –este verano el único espacio de la ruta visitable-, un molino y una panadería, Cal Pujals de Sant Boi de Lluçanès. La idea nació a partir de la recuperación de un tipo de trigo del Lluçanès, el ‘forment’ del que en la ruta se explican las características de su semilla, germinación, maduración y siega, así como sus usos para consumo. Solo el paseo con la vista en los campos de trigo donde crece ya merece la pena.

9. Les Llosses: Pasta amasada a mano

Lo mismo se siente al llegar al núcleo ripollés de Les Llosses. Allí, Anna y Xevi conservan el mismo horno de leña que, al menos desde hace 67 años hornea panes y cocas en el Forn Matamala. Lo hacen con leña del bosque, masa madre y harinas de Bellver de Cerdanya, Igualada y Lleida, en una pasta amasada a mano que reposa en armarios de madera entre trapitos de hilo y algodón. Así hacen sus panes de payés de medio kilo, para compartir en cualquiera de las excursiones factibles en su entono natural, un fabuloso paisaje salpicado de pequeñas ermitas.

10. La Garrotxa: Tradición artesanal centenaria

Y en Les Preses (Garrotxa), una cooperativa de cinco panaderos apostaron por abandonar la precariedad laboral de la mano del pan elaborado como antaño. Crearon así la panadería La Fogaina una de las protagonistas del libro de la periodista Ànnia Monreal, <em>De pans per Catalunya</em> (Sd Edicions), que es todo un viaje a la tradición artesanal panadera. Después de hacernos con un surtido de panes y otras elaboraciones al horno, muy cerca de la Fogaina se abre un mundo de senderos para perderse y disfrutar del Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa.

Torroella de Montgrí pone fin a esta ruta del pan. Y lo hace en el local de Can Francès Flequers. Des de 1885, agua, sal, harina, levadura madre y mucho, mucho reposo crean panes que son delicias. Anna y Joan perpetúan así una tradición artesanal centenaria. Es además una de las panaderías que forman parte de la agrupación de Flequers artesans de les comarques gironines. Muchos de ellos elaboran el pan de la Tramuntana, hecho con trigo de variedades antiguas producidos por la Cooperativa Agrícola de Castelló d’Empúries en el Parc Natural dels Aiguamolls de l’Empordà, el lugar que, una vez en Torroella, merece la pena visitar.

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