En pleno debate acerca del modelo de universidad, observo que se ha adoptado un matiz exclusivamente metodológico, según el cual lo fundamental es determinar cómo hacer de nuestros centros lugares de conocimiento competitivos y, paralelamente, que esto sea compatible con el recorte de gasto público anunciado por la Generalitat. Sin embargo, nos olvidamos de un hecho fundamental: en un Estado que se define como democrático, es inconcebible el carácter elitista de sus universidades. Y con esta afirmación no me refiero a que solo los titulados universitarios conforman la élite, sino al hecho de que para acceder a ella, de antemano, haya que disponer de unos recursos que no todo el mundo puede costearse. Es cierto que la Administración subvenciona la mayor parte de la matriculación, pero el sistema de becas dista mucho de ser equitativo, ya que estudiantes competentes y diligentes deben hacer auténticos malabares para obtener ingresos que les permitan seguir adelante. Pese a la subvención, el precio de la matrícula sigue siendo, para muchos, restrictivo. Urge replantear esta cuestión para hacer la universidad accesible a todos y, en este sentido, es fundamental tratar debidamente la cuestión de la asignación de becas.
Si quiere debatir sobre este tema, escríbanos aquí
Envía una carta del lector, opina sobre la actualidad y haznos llegar testimonios, denuncias y sugerencias para publicar en la edición impresa y en la web.
MOVILIDAD - Alessandro Malfatti (Barcelona)
SERVEIS - Enric Alfonso (Salou)
BARCELONA - José María Mateo (Santa Coloma)
ACTUALIDAD - Pablo Fuentes (Valladolid)
POLÍTICA - Antoni Tort (Barcelona)