La violencia machista contra las mujeres no finalizará hasta que todos y todas tomemos conciencia de que es un grave problema social que pone en cuestión los supuestos avances que como sociedad hemos logrado. La situación estructural de desigualdad real en la que todavía nos movemos se constituye en un factor de vulnerabilidad para muchas mujeres y niñas. Los productos audiovisuales que se ofrecen a las y los jóvenes siguen siendo profundamente sexistas y cargados de estereotipos, donde el machismo se vende como atractivo y por tanto se constituye en otro factor de vulnerabilidad.
Las mujeres que quieren acceder al ámbito de la justicia se encuentran demasiadas veces cuestionadas y no creídas, esto hace que, por ejemplo, se estén dando menos órdenes de alejamiento y, por el contrario, custodias compartidas incluso en situaciones de violencia. Las mujeres, por el hecho de partir de una situación de desigualdad estructural, están más expuestas al riesgo de exclusión social y a la dificultad de acceso al mercado de trabajo, lo que supone un factor de vulnerabilidad añadido.
Los recortes afectan a los recursos disponibles para las mujeres y afectan especialmente a las organizaciones de mujeres que apoyan a estas en situaciones de violencia. Los gobiernos deben comprometerse y seguir trabajando para erradicar esta violencia, y para ello deben cambiar las estructuras patriarcales que aún están vigentes implicándose fuertemente en el ámbito de la prevención, la detección y la formación específica y especializada de los diferentes profesionales y agentes sociales de los ámbitos implicados.
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