Una mujer con un precario estado de salud se verá obligada a vivir recluida en su casa durante un mínimo de dos meses, con puertas, ventanas y persianas cerradas a cal y canto. No podrá salir a comprar pan ni alimentos frescos, y tampoco podrá acudir a las citas médicas, si su Ayuntamiento no lo impide. En su calle han empezado unas obras municipales que van a comportar ruidos y vibraciones. El polvo, los materiales de construcción y el gasoil de la maquinaria son activadores de su sintomatología. Entre otros trastornos, tiene sensibilidad química múltiple. El alcalde se había comprometido ante el Síndic de Greuges a avisarla con 10 días de antelación, pero lo hizo con solo dos días y medio. Ella ha pedido al Ayuntamiento que interrumpan periódicamente tres o cuatro días las obras para salir a comprar o al médico, pero no han modificado el calendario. Alcalde y regidores conocen su enfermedad.
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