Los recortes en la sanidad pública siguen y de forma significativa. Ya no se trata de eliminar las meriendas de los pacientes ingresados, el agua de los menús o de retirar las toallas de los baños, sino de suprimir de un plumazo servicios vitales. Hace unos tres años, a mi mujer (38 años) le detectaron fibromialgia y fatiga crónica, una enfermedad que por otra parte no está contemplada como tal en la Seguridad Social. Dicha dolencia va asociada, entre otras cosas, a episodios de depresión que debe tratar un especialista. Pues bien, tras la detección de su enfermedad, mi mujer fue derivada a la Unidad de Fibromialgia del Hospital de la Esperanza de Barcelona. Hace unos días acudió a una visita rutinaria con su psicóloga y le comunicaron que debido a los recortes, su doctora deja de trabajar en la unidad, que se queda sin psicóloga. Señorías, ¿esta es la sanidad que nos espera a nosotros y a nuestros descendientes? ¿Qué ocurre con todo el esfuerzo de nuestros antecesores para llegar a tener una serie de derechos que ahora borran de un plumazo? ¿Qué ocurre con todos los pacientes de la doctora que la necesitan para seguir adelante con su enfermedad crónica? Eso sí, señoras y señores diputados, sigan engordando sus bolsillos a cuenta del esfuerzo de los pocos trabajadores que somos mientras el pueblo se va apagando como una vela. Dejen de discutir entre ustedes, pónganse de acuerdo en temas básicos como la sanidad, encierren a todos los defraudadores previa devolución de todo el capital substraído y busquen una solución para el país.
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