En la zona conocida como la Mar Menuda de Tossa de Mar se pueden realizar algunas de las mejores inmersiones de la Costa Brava. De hecho, durante todo el año cientos de submarinistas bucean allí, generando actividad económica para el pueblo. De la presencia de los submarinistas se benefician los bares y restaurantes, los hoteles y apartamentos y, por supuesto, los centros de buceo. El problema viene cuando el ayuntamiento decide multar a todo aquel que se cambie y monte su equipo de buceo en la vía pública, incluso teniendo el coche debidamente estacionado en la zona azul, cuyo precio, por cierto, ronda los tres euros la hora. ¿No tenemos los submarinistas los mismos derechos que el resto de bañistas?
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