Hay un principio general en nuestra forma de entender quién asume responsabilidades que alude al culpable o generador de un conflicto o disputa como reparador del agraviado o de los daños ocasionados. Este obvio principio no se aplica en Siria. Vemos a diario cómo los Estados negocian, discuten y eluden responsabilidades a la hora de acoger refugiados procedentes de un conflicto bélico. Parece que hay interés en separar la causa del efecto y si el efecto es un drama civil vergonzoso la causa es peor aún: las mismas naciones que se rasgan las vestiduras proclamando derechos y deberes suministran armas a los combatientes. Siguiendo el principio de responsabilidad: ¿no deberían los países suministradores de armamento y sus cómplices hacerse responsables de los efectos de sus negocios belicistas?
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