Todo el mundo parece estar de acuerdo: ser joven y músico hoy en día parece una mala combinación. Desde pequeñita, siempre que le contaba a la gente que tocaba el piano, todo el mundo a mi alrededor se asombraba: "¡Qué bonito!", "¡qué difícil!", "¡yo siempre he querido tocar un instrumento!". Actualmente, las respuestas que recibo son muy diferentes: "Ese mundo es muy difícil", "tienes que ser muy bueno para vivir de la música"...
¿Y para ser médico no tienes también que ser muy bueno? ¿Y para ser arquitecto, profesor, dentista, diseñador...? Para cualquier cosa a la que te vayas a dedicar has de ser muy bueno y dedicarle horas, pero ya dan por hecho que los artistas entramos en el saco de los que necesitamos suerte para prosperar. Y ahí, cuando estás en manos de la fortuna, da igual que seas muy bueno.
Y no hablemos ya de las perspectivas de futuro que nos esperan... Si para una persona joven las probabilidades de trabajar de lo suyo son bajas, si además lo tuyo es ser artista, ser músico, ya puedes ir pensando en otra profesión. Parece que en esta sociedad de grandes números y corporaciones, estrés, claxon y humos, queda poco lugar para jóvenes que quieren hacer de sus sueños su profesión.
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