Sábado, 20 de abril del 2013 Emilio Álvarez (Barcelona)

Es que es monja... Es una de las frases que oigo como motivo para no apoyar el proyecto de #ForcadesOliveres. El hábito no hace al monje, y tampoco el traje al político honrado. Los clichés se han roto para algunos y, para otros, como mi entorno (teóricamente progre) una monja es sospechosa¿ aún no sé de qué. Solemos quedarnos en la crítica fácil, en el pataleo, en el «qué malos son los políticos», pero parece que ponemos la confianza en que esos que nos roban o que dejan que nos roben lideren el proyecto nacionalista, incluso esos que han dejado que amigos del partido digan que los andaluces no trabajan mucho o que hay muchos inmigrantes. Hay otros que anteponen la consulta apoyando los recortes: todo vale. ¿Desde cuándo el cambio lo hacen dirigentes políticos viciados ya por un sistema partidista? Un profesor de universidad y una mujer con hábito y que confronta a su iglesia deciden inspirarnos un proceso constituyente, una independencia de verdad, sin condicionantes. Bueno, solo dos: el diálogo y la búsqueda de la unidad y no de la uniformidad, encontrando en lo distinto lo común para hacer así una Catalunya independiente real. Luego nos quejaremos, cuando seamos independientes, de que nos roban los mismos. Todavía se considera que una señora que lleva una toca es sospechosa de no sé bien qué. Quizá aún nos queda mucho camino aunque el impulso del cambio sean dos cristianos que buscan el bien común.

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