Viernes, 16 de mayo del 2014 M. Teresa Paramio (Sant Cugat del Vallès)

Para nadie es desconocido que estas elecciones al Parlamento de la Unión Europea no despiertan ni grandes pasiones ni grandes esperanzas. La mayoría de los ciudadanos está desencantada no solo de los políticos españoles sino también de los europeos. Las políticas europeas de estos últimos años han sido devastadoras para gran parte de la población. Y Europa ha dejado de ser vista como la solución a nuestros problemas históricos de corrupción, incompetencia y caciquismo para aparecer como una institución insensible y desconocedora de las realidades locales.

Aún así, como mujer, no concibo otro lugar en nuestro planeta donde pudiera estar mejor que en la UE. Las políticas europeas son sin lugar a dudas las más avanzadas y las más protectoras de los derechos de las mujeres. Ningún otro lugar del mundo se le puede comparar en este aspecto. Hay países en la UE cuya tradición en políticas de igualdad les ha llevado a ser actualmente sociedades igualitarias, tolerantes y económicamente favorecidas. La idea tan generalizada de que las políticas de igualdad de géneros conlleva inevitablemente perjuicios sociales y económicos por el hecho de intervenir la cuota de género y no solo el criterio de la selección a los más «aptos» se confirma como una verdadera falacia en estos países.

Se puede discutir mucho sobre las políticas de cuota pero está comprobado que en los países en los que se han aplicado, ha mejorado considerablemente la calidad de su sociedad a todos los niveles. Basta con compararlos con el resto de países del mundo. Las conclusiones no son difíciles de sacar.

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