Insuficiencia cardiaca durante la pandemia: Así le afectó la COVID-19

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La insuficiencia cardiaca consiste en la incapacidad del corazón para bombear sangre suficiente a nuestro cuerpo, lo que impide que el resto de órganos cubra de forma correcta sus necesidades de sangre. Se trata de una enfermedad crónica y degenerativa.

Actualmente, en Europa hay unos 14 millones de personas con insuficiencia cardiaca, según los datos de la Fundación Española del Corazón (FEC).

En nuestro país, los expertos en cardiología calculan que esta patología afecta a más de 770.000 personas.

En concreto, en España se estima que padecen insuficiencia cardiaca «entre el 4,7% y el 6,8% en personas mayores de 45 años, alcanzando el 16% en personas mayores de 75 años».

Además, los cardiólogos creen que estos datos van a seguir subiendo debido a, entre otros factores, al progresivo envejecimiento de la población.

Y no es un problema menor, porque esta patología conlleva un importante impacto en la calidad de vida de los pacientes, que ven reducida su capacidad de realizar las más básicas y cotidianas actividades, como trabajar.

Síntomas de la insuficiencia cardiaca

Como señalan los especialistas en cardiología, puede ocurrir que la insuficiencia cardiaca no provoque ningún tipo de molestia al paciente durante mucho tiempo.

Es lo que denominan «fase asintomática«. Pero, una vez que aparecen, los síntomas más habituales son:

  • Excesivo cansancio al realizar esfuerzos, cosa que antes no ocurría. Esto es un signo de que la sangre no está llegando adecuadamente a los músculos.
  • Respiración fatigosa.
  • Sensación de plenitud del abdomen, anorexia (falta de apetito).
  • Puede aparecer también tos seca.
  • Mareos, confusión o breves pérdidas de conciencia pueden estar originados por la falta de flujo sanguíneo en el cerebro.
  • Hinchazón en piernas, tobillos o abdomen.
  • Falta de aire (disnea) al realizar esfuerzos.

El diagnóstico de la enfermedad es esencial, puesto que se puede quedar simplemente en una cuestión benigna, siempre y cuando esté correctamente tratada. En caso contrario, puede tener «un pronóstico peor que muchos cánceres».

Insuficiencia cardiaca y Covid-19

Un estudio publicado recientemente en Revista Española de Cardiología (REC), refuerza las evidencias que ya se tenían de la asociación que existe entre la COVID-19 y la enfermedad cardiovascular.

«Nuestro objetivo fue analizar la incidencia acumulada de eventos cardiovasculares mayores (MACE) durante el primer año tras una hospitalización por COVID-19», explica el doctor Martín Negreira Caamaño, uno de los autores del trabajo.

Para ello, se realizó un análisis retrospectivo de todos los pacientes que recibieron el alta hospitalaria tras padecer COVID-19 en un centro de referencia entre el 10 de marzo y el 4 de mayo de 2020, y se realizó un seguimiento de ellos hasta el 18 de abril de 2021.

En total, se incluyó en el análisis a un total de 673 pacientes con una elevada prevalencia de factores de riesgo cardiovascular: el 30,3% eran diabéticos; el 20,8%, obesos; y el 17,9%, fumadores.

Los eventos cardiovasculares mayores (MACE) incluyen el síndrome coronario agudo, el accidente cerebrovascular, la enfermedad tromboembólica venosa (ETEV), la hospitalización por insuficiencia cardiaca o la mortalidad por causa cardiovascular.

«El principal hallazgo fue la elevada incidencia de eventos cardiovasculares tras el ingreso. Uno de cada 16 pacientes hospitalizados por COVID-19 sufrió algún MACE en el primer año tras el ingreso y un tercio de estos, durante los primeros 30 días», detalla el doctor Negreira Caamaño.

El evento cardiovascular más frecuente en el seguimiento fue la hospitalización por insuficiencia cardiaca, mientras que la enfermedad tromboembólica venosa fue el más precoz, especialmente en forma de tromboembolia pulmonar.

En concreto, el 75% de los casos de la enfermedad tromboembólica venosa se produjeron en los primeros 30 días y el 62,5% fueron tromboembolias pulmonares, todas ellas precozmente tras la hospitalización.

El SARS-CoV-2 puede influir en la salud cardiovascular

Estos datos contribuyen a enfatizar la asociación de la COVID-19 con la enfermedad cardiovascular y otorgan plausibilidad a la hipótesis de que el SARS-CoV-2 actúe como un factor modificador de la enfermedad cardiovascular, de forma análoga a como interactúan otros agentes más estudiados como el virus Influenza.

No obstante, «se requieren más estudios que profundicen en el impacto cardiovascular del virus a largo plazo y que permitan caracterizar los mecanismos fisiopatológicos subyacentes», concluye el doctor Negreira Caamaño.