Alimentos con omega 3 y 6 reducen el riesgo de pérdida auditiva, sobre todo en mujeres

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Hay muchos tipos de grasas. Saturadas, monoinsaturadas, poliinsaturadas y grasas trans. Y no, no todas son malas para nuestra salud. En concreto, el consumo de ácidos grasos poliinsaturados es esencial ya que nuestro organismo no las produce.

Las más conocidas de estas grasas buenas son el omega-3 y el omega-6, que tienen importantes beneficios sobre nuestra salud cardiovascular, la función cerebral y el embarazo.

Pero ¿su consumo podría afectar también a la audición?

Pues según un estudio desarrollado por investigadores del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y la Universidad de Oviedo, si hay relación entre el consumo de ácidos grasos poliinsaturados y la pérdida de audición que se produce con la edad, sobre todo entre las mujeres.

Un estudio relevante

Este trabajo, publicado en European Journal of Nutrition, ha analizado información de más de 105.000 hombres y mujeres a partir de los 40 años, participantes en el estudio UK Biobank, con el objetivo de examinar la asociación entre la ingesta de ácidos grasos y la discapacidad auditiva durante un periodo de seguimiento durante más de 3 años.

La ingesta dietética por parte de los participantes de ácidos grasos totales, ácidos grasos poliinsaturados (PUFA), ácidos grasos saturados (SFA) y ácidos grasos monoinsaturados (MUFA) se evaluó al inicio del estudio, examinando asimismo la capacidad auditiva de los pacientes.

De los 105.000 participantes, 832 hombres y 872 mujeres desarrollaron una discapacidad auditiva al finalizar el estudio.

Los resultados muestran la asociación entre una alta ingesta de ácidos grasos poliinsaturados y un menor riesgo de discapacidad auditiva en mujeres, sobre todo en las menores de 60 años, tal y como explica el investigador del CIBERESP Humberto Yévenes.

Esto indica según el investigador que «que reemplazar el 5% de la ingesta energética de ácidos grasos saturados por una energía equivalente de ácidos grasos poliinsaturados podría reducir el riesgo de discapacidad auditiva en un 25».

Según explica Esther López, investigadora del CIBERESP en la UAM, «este estudio es muy importante porque la pérdida auditiva es una de las principales causas de años vividos con discapacidad, y se considera invisible porque habitualmente se subestima en comparación con otros problemas de salud, de ahí que podríamos ayudar a desarrollar recomendaciones dietéticas para conservar una audición óptima».

¿En qué alimentos se encuentran los ácidos grasos poliinsturados?

Ya hemos visto que a estos ácidos se les considera esenciales porque nuestro cuerpo no es capaz de sintetizarlos, por es debemos aportárselos a través de los alimentos.

Hay dos tipos de ácidos grasos poliinsaturados, el omega-6 y el «famoso» omega-3. El omega- 6 lo podemos obtener comiendo:

  • Cualquier tipo de aceite de semillas (girasol, maíz, soja, onagra, prímula o borraja).
  • Frutos secos.
  • Cereales.

En el caso del otro tipo más conocido por todos, el omega-3, se encuentra en los siguientes alimentos:

  • Semillas y frutos secos como las nueces y cereales.
  • Pescados como el atún, el arenque, el salmón, la caballa y la sardina.
  • Mariscos.
  • Algas marinas.

El reto: determinar si los ácidos grasos saturados aumentan el riesgo

En las personas mayores, la pérdida auditiva se ha asociado con un mayor riesgo de aislamiento social, depresión, deterioro cognitivo, mala calidad de vida y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

Asimismo, la evidencia científica sugiere que el sexo modela la susceptibilidad a la pérdida de audición relacionada con la edad por el efecto protector de los estrógenos sobre la función auditiva.

Además, también se puede perder audición por una función vascular deteriorada, por lo que los alimentos que puedan mejorar esta función pueden tener un papel protector.

En esta línea, consideran que es conveniente continuar investigando para detectar la causa de las diferencias entre hombres y mujeres, y para dilucidar si la ingesta de ácidos grasos saturados aumenta el riesgo de pérdida de audición.