Nuestro propio cuerpo tiene la clave para potenciar el efecto de la quimioterapia

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Son más de diez los millones de personas que fallecieron durante el año 2020 por culpa de un cáncer. De cualquier tipo.

Personas que fueron, en muchos casos, sometidos a diferentes tratamientos para intentar acabar con el mayor enemigo de nuestra sociedad pero que no fueron capaces de ganar la batalla.

En pro de intentar acabar con él, con el cáncer, son muchísimas, casi innumerables, las vías de investigación que se abren cada año para mejorar las posibles terapias, entre las que actualmente la quimioterapia se lleva la palma.

Se entiende como la más efectiva para luchar contra ese peligroso enemigo.

En términos generales, podríamos decir que la quimioterapia se encarga de matar a las células tumorales introduciéndoles lesiones. De esa manera la maquinaria celular de nuestro organismo no puede leer las instrucciones escritas en los genes.

En ocasiones la célula es capaz de reparar esa lesión, sobrevivir y burlar el efecto del tratamiento a base de quimioterapia.

En ese error del sistema, en ese agujero negro donde muchos pacientes se ven aún hoy sumidos, podría estar una de las claves que permitieran mejorar las ratios de supervivencia al cáncer.

Y es que, en base a ese conocimiento, un estudio llevado a cabo por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), concretamente por el Grupo de Replicación del ADN y con el doctor Juan Méndez a la cabeza, ha descubierto una proteína capaz de potenciar el mecanismo de reparación de la maquinaria celular en nuestro ADN.

El estudio, que ha sido publicado en la revista científica The EMBO Journal, analiza cómo esa proteína llamada PrimPol ayuda a sobrevivir a la célula cuando su ADN está dañado y cómo esto se puede utilizar para potenciar los efectos de la quimioterapia en pacientes de cáncer.

El PrimPol pertenece a una familia de proteínas llamadas primasas y permite que las células sean capaces de utilizar y leer las instrucciones escritas en su ADN incluso cuando este contiene algún error.

Cuando una célula tiene su ADN dañado, a la hora de copiarlo las proteínas encargado de ello, hacen que de prolongarse el efecto la célula acabe muriendo.

PrimPol permite, sin embargo, leer el ADN al reiniciarlo después del fallo, es decir, «ofrece una solución inmediata para evitar el bloqueo, dando a la célula la oportunidad de reparar el fallo en el ADN más adelante», según explica el propio Juan Méndez.

PrimPol y quimioterapia

El funcionamiento de la quimioterapia consiste, como decíamos, en afectar directamente a las células tumorales para acabar matándolas.

Sin embargo, el descubrimiento hecho en torno a PrimPol , lleva a los investigadores a pensar que esa proteína acaba reduciendo el efecto del tratamiento ya que permite leer de nuevo ese ADN que la quimioterapia trataba de dañar.

«Al facilitar la reparación de las lesiones ICL –entrecruzamientos intercatenarios, es decir, lesiones que impiden la separación de las hebras del ADN y que es la forma de funcionar de la quimioterapia–, PrimPol está interfiriendo con la efectividad de la quimioterapia», indica el doctor Méndez.

Se trata, esa es la idea, de acabar con el efecto de la proteína para potenciar el tratamiento.

Si PrimPol no estuviera presente en el organismo, se deduce del estudio, las células tumorales serían mucho más sensibles a la quimio: «Si conseguimos reprimir la función de PrimPol en estas células, podríamos mejorar la eficiencia de la quimioterapia», señala Méndez.

Ese es el siguiente paso que deben dar los investigadores del CNIO.

Tanto es así que ya colaboran con el Programa de Terapias Experimentales del propio Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas para identificar inhibidores específicos de PrimPol .

Un descubrimiento básico pero que a todas luces puede abrir una nueva vía de mejora de la situación y el tratamiento de millones de pacientes de cáncer.