Doble mutante de la India… el coronavirus se está saltando las normas y se hace más peligroso

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Entre las últimas sorpresas que nos ha dado el coronavirus destaca la nueva variante aparecida en la India conocida como «doble mutante».

A pesar de su nombre, en realidad ya acumula 15 mutaciones diferentes. Con cifras de contagios brutales (por ejemplo 360.927 casos el 27 de abril), miles de cadáveres incinerados en crematorios improvisados en las calles y 19 países a donde ya ha llegado esta nueva variante india.

La preocupación por mutantes, dobles mutantes y mutantes de escape se ha disparado en el mundo.

Así funciona

Lo que hace el coronavirus para replicarse es entrar en una célula y una vez que ha tomado su control, la pone a fabricar nuevos virus.

El genoma del virus sirve de patrón y se copia con la máxima exactitud centenares de veces. Luego, tras completar la fabricación de cientos de virus, la célula revienta liberando su letal contenido que vuelve a iniciar el proceso infectando cada uno a una nueva célula.

Pero este mecanismo no siempre ocurre con total perfección. En unas pocas ocasiones se producen errores durante la replicación del genoma del virus. El RNA viral no se copia con total exactitud y aparecen las mutaciones.

Estas mutaciones ocurren al azar. Son errores sin finalidad alguna.

Es más, en la gran mayoría de los casos las nuevas mutaciones hacen que el virus funcione peor y acaba desapareciendo, más pronto que tarde.

En otros casos las mutaciones no tienen efecto alguno y aunque nosotros las detectamos con nuestras sofisticadas técnicas de secuenciación, realmente no cambian en nada el funcionamiento del virus.

Solamente en muy pocos casos las mutaciones consiguen mejorar el funcionamiento del virus. Lo vuelven más infeccioso. Y claro, al infectar a más individuos, estas mutaciones tienen ventaja y van aumentando su frecuencia en la población.

También hay mutaciones que consiguen que el virus resulte más letal. Y mutaciones que pueden permitir a los virus escapar de los anticuerpos originados por las vacunas o generados por haber pasado anteriormente la enfermedad.

Todas estas mutaciones son las que permiten que el virus evolucione.

El destino está por decidir

Es razonable que estos mutantes nos preocupen mucho, pues el futuro de la pandemia de Covid-19 dependerá en buena parte de cómo evolucione el virus.

Nosotros podemos hacer un gran esfuerzo para derrotar al coronavirus, pero el SARS-CoV-2 se defenderá evolucionando rápido mediante nuevas mutaciones.

El destino de semejante juego está por decidir. Por eso es tan importante entender qué papel jugarán en la pandemia los nuevos mutantes, los dobles mutantes y las variantes de escape.

En muchas de las enfermedades infecciosas producidas por virus, estos evolucionan volviéndose cada vez más infectivos y menos letales.

Para entender esto haremos un experimento mental de los que tanto le gustaban a Albert Einstein. Estos experimentos resultan muy ilustrativos al permitirnos llevar las cosas a la vez a un extremo y a su opuesto.

Sea el VIH (el virus del SIDA):.

Imaginemos que en un infectado aparece un nuevo mutante de VIH, extraordinariamente letal, que mata muy rápido. En nuestro experimento mental podemos permitirnos imaginar que este nuevo mutante mata en solo un día.

También imaginaremos que en otro infectado diferente aparece otro mutante del VIH que no mata nunca, aunque es muy eficaz infectando a otras personas.

Dado que el mecanismo de transmisión del VIH es a través de intercambio de fluidos (por ejemplo en relaciones sexuales sin protección o compartiendo jeringuillas entre toxicómanos) la probabilidad de que el nuevo mutante que mata en un solo día consiguiese infectar a otros es muy baja. Porque en un solo día una persona tendrá escasas relaciones sexuales y compartirá pocas jeringuillas.

En cambio el mutante de VIH que nunca mata, podría infectar a muchísima más gente pues a lo largo de toda su vida el individuo de nuestro experimento mental podría tener múltiples relaciones sexuales y compartir centenares de jeringuillas.

El peligro de las nuevas variantes / B.1.1.7

Al principio de la Covid-19 existía la esperanza de que el coronavirus evolucionase hacia variantes que fuesen cada vez menos letales y más infecciosas, de un modo similar a lo que ocurre en nuestro experimento mental. Los modelos teóricos de evolución así lo predecían.

También disponíamos de numerosas observaciones experimentales en este sentido.

La mayoría de las enfermedades infecciosas producidas por virus que afectan a los seres humanos son zoonosis. Se producen por virus que normalmente infectan a animales, pero que en un momento dado saltan a la especie humana.

La Covid-19, el SIDA o el Ébola son un buen ejemplo de zoonosis.

Tal y como predice la teoría se ha observado que al principio de muchas zoonosis los virus suelen ser muy letales, pero con el tiempo van apareciendo mutantes más infectivos pero menos letales. Por ejemplo, en la anterior pandemia producida por un coronavirus zoonótico (el MERS-CoV) su mortalidad inicial fue muy elevada (alrededor del 35%).

Desafortunadamente en el caso del SARS-CoV-2 no ha ocurrido así. Más bien sucede lo contrario. Las nuevas variantes parecen ser a la vez más infectivas y también más letales.

Por ejemplo, la famosa variante británica B. 1. 1.7 que tan rápido se expandió por Inglaterra y después por diversos países, era más contagiosa.

Además, los infectados por esta cepa desarrollaban una variante más grave de la enfermedad que requería hospitalización y administración de oxígeno en mayor proporción que los infectados por otras variantes del SARS-CoV-2. Incluso aunque fuesen más jóvenes.

Las mutaciones de esta variante británica parecen mejorar la eficacia con la que el virus se une a las células que infecta. El grupo asesor de Amenazas de Virus Respiratorios Nuevos y Emergentes del Reino Unido concluyó que la infección con esta variante «está asociada con un mayor riesgo de muerte».

Puede que con el ahora famoso doble mutante de la India suceda lo mismo, o que incluso sea más infectiva y a la vez más letal que la cepa británica.

Esta vez no nos da ventaja

¿Por qué el SARS-CoV-2 no evoluciona hacia cepas más contagiosas y menos letales?

La clave está en el largo período de tiempo que transcurre entre la infección y el inicio de síntomas.

En el caso del SARS-CoV-2 puede llegar a los 14 días. Y durante estas dos semanas el virus tiene tiempo de sobra para contagiar a un montón de gente. Cuanto más infectiva es la cepa, más contagia.

Para nuestra desgracia, las mutaciones que hacen que el SARS-CoV-2 sea más infectivo durante este período asintomático (por ejemplo mutaciones que incrementan la carga viral o facilitan la adhesión a nuevas células diana) tienen una elevada probabilidad de que a la larga resulten más letales.

Aunque maten a su hospedador se verán favorecidas por la selección si durante el período asintomático son más contagiosas.

El SARS-CoV-2 se está comportando como un enemigo fabuloso. Es de los pocos virus que consiguen evolucionar incrementando a la vez infectividad y letalidad.

Para colmo le estamos dando muchas oportunidades.

Recordemos que las mutaciones son un proceso que ocurre al azar durante la replicación del RNA del coronavirus. Cuantos más virus se estén replicando más posibilidades habrá de un mutante de escape.

La terrible situación de la India incrementa enormemente la probabilidad de que aparezcan mutantes más infecciosos, más letales, e incluso mutantes de escape a las actuales vacunas.

No queremos aceptarlo, pero hablando en términos deportivos todavía queda mucha Liga. Ni siquiera hemos ganado este partido. Ni mucho menos.