¿Cuáles son, dónde están y cuánto hay de verdad en los 'superalimentos'?

Arándanos, quinua (o quinoa), maca andina, semillas de chía, moringa, bayas de goji... Estos son algunos de los alimentos considerados por muchos como portadores de cualidades extraordinarias que benefician nuestra salud. Son conocidos como «superalimentos

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¿Cuáles son, dónde están y cuánto hay de verdad en los 'superalimentos'?

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Arándanos, quinua (o quinoa), maca andina, semillas de chía, moringa, bayas de goji... Estos son algunos de los alimentos considerados por muchos como portadores de cualidades extraordinarias que benefician nuestra salud. Son conocidos como «superalimentos».

Pero ¿cuánto de verdad hay en estas propiedades milagrosas?

Para la Fundación Española de la Nutrición el término «superalimentos» se ha utilizado estos últimos años en beneficio de la publicidad, pero la realidad es que no tiene una definición científica, ni específica de qué beneficios tienen estos famosos alimentos.

Lo que sí está avalado científicamente son las propiedades de los denominados «alimentos funcionales», que son aquellos que además de su valor nutritivo, aportan a nuestro organismo algún efecto añadido y beneficioso para la salud.

Más allá del aporte nutricional necesario, estos alimentos tienen unas propiedades preventivas o terapéuticas ya que pueden reducir los factores de riesgo que provocan la aparición de enfermedades.

¿Y qué alimentos tienen esas propiedades? Los más importantes son tres: los fitoesteroles, los fitoestrógenos y los probióticos.

Los fitoesteroles ayudan a disminuir

Los fitoesteroles son capaces de disminuir el colesterol en sangre, ya que evitan su absorción a nivel intestinal. De esta manera, disminuye también una parte del riesgo a padecer enfermedades cardiovasculares.

¿Y dónde encontramos fitoesteroles? Pues de forma natural los encontramos en las verduras, los aceites vegetales, las nueces y los cereales. Consumir una cantidad suficiente de estos productos asegura el aporte de fitoesteroles a nuestro organismo.

Pero no sólo en productos naturales. La industria ha fortificado algunos alimentos con estos componentes para proporcionarnos sus beneficios. Por ejemplo, podemos encontrar en el mercado margarinas, yogures o lácteos enriquecidos con estos compuestos.

Fitoestrógenos para moderar la acción hormonal

Los sofocos, la sudoración, el insomnio y la depresión son síntomas que aparecen en la menopausia, y que pueden disminuir con la ingesta de «fitoestrógenos», pues cumplen la función que los estrógenos no logran en esta etapa.

Como su nombre indica, los fitoestrógenos tienen un pequeño efecto estrogénico que modera la función de esta hormona, aumentando o disminuyendo sus efectos. Estos compuestos podrían actuar como preventivos del cáncer de mama, según la Fundación Española de Nutrición.

La fuente principal de fitoestrógenos son los productos que contienen soja, especialmente la proteína de soja (contiene un fitoestrógeno llamado isoflavina). Cabe destacar que algunas frutas, verduras y frutos secos contienen fitoestrógenos del grupo de los «lignanos», que, aunque actúan como las isoflavinas, son menos activos.

Probióticos para mejorar la microbiota intestinal

La microbiota intestinal es el conjunto de los microorganismos que viven en el intestino. La importancia de la microbiota para nuestra salud es tal que hasta es considerada como un nuevo órgano de nuestro cuerpo.

Y una de las formas de mantenerla en perfecto estado es el consumo de probióticos. Estos microorganismos vivos, generalmente bacterias, sobreviven al tránsito a través de las partes superiores del intestino, y particularmente al ambiente ácido del estómago, adhiriéndose y colonizando el intestino y alterando favorablemente el balance microbiano.

La principal función de los «probióticos» es colonizar el intestino y hacer de él un ambiente inadecuado para bacterias patógenas, así como mejorar el funcionamiento intestinal.

Los lactobacilos, populares por habitar en el yogur, queso, kéfir, etc. son probióticos con dicha actividad protectora, así como las bifidobacterias presentes en la leche materna.

Entre los posibles efectos beneficiosos que pueden tener los probióticos sobre la salud encontramos que reducen la incidencia o gravedad de las infecciones gastrointestinales, mejora de las defensas del organismo, y puede mejorar las funciones intestinales.

Los probióticos no sólo se encuentran en los productos lácteos, sino también en las farmacias. Aunque de momento estos suplementos sólo aportan 8 tipos de bacterias, cuando existen más de 160.

En conclusión, el consumo de «alimentos funcionales» va más allá del de vitaminas y minerales que entran en la nutrición básica. Son más bien compuestos que se encuentran de manera natural o se añaden en los alimentos y que aportan diferentes beneficios si los consumimos.

Pero, tal y como advierte la Fundación Española de Nutrición, el no consumirlos no provoca ninguna deficiencia nutricional.

Y no hay que olvidar que este tipo de alimentos deben consumirse dentro de una dieta sana y equilibrada, y en las mismas cantidades en las que habitualmente se consumen el resto de los alimentos.